Las mascarillas están en boca de todos. Se recomienda su uso, pero en las farmacias no quedan, así que la picaresca está servida. Por eso, estos días proliferan las mascarillas caseras convertidas en protagonistas de infinidad de tutoriales y vídeos, que ofrecen protectores elaborados con distintos materiales -desde algodón hasta papel film de cocina- para hacer frente al coronavirus. La falta de stock y la casi anunciada obligatoriedad -en Lombardía ya multan con 400 euros a los que salen sin ella- ha disparado la fabricación de este tipo de piezas falsas.

En las farmacias colgaron el cartel de falta de existencias hace prácticamente un mes. Y encontrarlas hoy es misión imposible. "No hay suficientes mascarillas porque el mercado no nos abastece de este producto. Tenemos nuestros proveedores y hoy nadie te da plazos de entrega ni de precios ni de nada", señala Milagros López de Ocariz, presidenta del Consejo Vasco de Farmacéuticos. "Era un producto sanitario que no se usaba habitualmente. Así que llegó la pandemia y no había cantidad para abastecer a todo el mundo. Por eso hemos tenido que acudir a mercados internacionales en un momento muy agresivo y es muy complicado adquirirlas", afirma.

En este contexto de incertidumbre, hay muchos que han empezado a elaborar sus máscaras de protección acudiendo a Internet. De hecho, un estudio de la Universidad de Cambridge ha analizado la eficacia de las caretas caseras. Los investigadores eligieron 21 personas que tosieron intencionadamente, tanto sin llevar nada como con mascarillas caseras y quirúrgicas. Los resultados concluyeron que las de tela redujeron significativamente el número de microorganismos expulsados. Sin embargo, la eficacia variaba en función de los materiales utilizados. Las que menos protegían eran las fabricadas a partir de bufandas, camisetas de algodón, tejidos de seda y fundas de almohada. Y las más eficaces resultaron las que usaban bolsas de aspiradoras o paños de cocina.

Con el fin de paliar la escasez, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció ayer que el Gobierno ha suscrito un contrato de suministros con una empresa del grupo Mondragon para producir sesenta millones de mascarillas, a razón de una producción semanal de 2,5 millones de unidades. La producción comenzará a mediados de abril. Sobre su obligatoriedad, Illa ratificó que el Gobierno "no va a exigir nada que no se pueda cumplir". De hecho, aseguró que valoran distintas opciones y estudian "si aconsejar su uso en la calle".

La pregunta del millón es cuándo lo decidirán y cuál debería comprar el ciudadano, si una mascarilla quirúrgica o las filtrantes FFP2 o FFP3. Las primeras protegen más al resto de personas que a quien la lleva puesta, y las otras cuentan con "un filtro de micropartículas con el que protegen al usuario de la inhalación de contaminantes y patógenos".

"No hay suficientes mascarillas porque el mercado no nos abastece de este producto"

Consejo Vasco de Farmacéuticos