Mucho antes de que la ciudadanía se lanzara a comprar papel higiénico como si no hubiera un mañana, se desató la "histeria por las mascarillas". Al menos, así lo confirma la farmacéutica Itziar Gorostizaga, a la que se las empezaron a pedir allá por el mes de enero, a raíz de la crisis del coronavirus en China, y que hoy en día se las siguen demandando, pese a estar agotadas desde hace semanas y aunque el Ministerio de Sanidad ha ordenado requisarlas en alguna fábrica. "La gente se empeña en tener una mascarilla. Les da igual cuál. Hasta hace poco ha habido las de quirófano en algunas farmacias, pero no sirven de nada. Creen que son para no contagiarse ellos y, en realidad, son para que el enfermo no contagie a los demás", aclara ahora que se han sumado a la lista de productos más codiciados los geles hidroalcohólicos y el paracetamol.

Propietaria de una farmacia en alameda Recalde, donde habitualmente disponían de "unas pocas mascarillas para algún paciente oncológico, alérgico o alguien del barrio que sabes que lo lleva de continuo", enseguida notó el aumento de la demanda. "Nos las empezó a pedir mucha gente: asiáticos, personas que viajaban... Sabíamos que estaba pasando lo del coronavirus en China y nos extrañó", recuerda. Desde entonces, en su botica brillan por su ausencia. "En las primeras semanas desaparecieron. Todavía no había sido el pico de Italia ni nada. Es una pena porque al principio se han vendido a lo loco y nos hemos quedado sin ellas para pacientes inmunodeficientes, que sí las necesitan", lamenta. En otras farmacias, en cambio, "las están racionando y las distribuyen solo a los pacientes con necesidad".

Pasada la obsesión por las mascarillas, dado su desabastecimiento, se ha impuesto la caza y captura de los geles hidroalcohólicos. "Es la otra forma de desinfectar, aparte del jabón, que es la principal. Lo de los geles está siendo una locura y no hay, sobre todo, porque no hay alcohol y les está costando fabricarlos. Nos llegan una semana sí y dos no. Nos va a costar muchísimo conseguir", reconoce y detalla que "hay fabricantes de toallitas desinfectantes que tienen toallitas, pero no alcohol suficiente, porque la demanda está siendo enorme", y fábricas de gel hidroalcohólico a las que les faltan envases pequeños. "Dicen que pueden hacer garrafas de treinta litros, pero no envases de bolsillo, que al final es lo que vendemos", explica. Los contados geles que les llegaban días atrás "volaban" de las estanterías y eso que los racionaban entre los clientes. "Tenemos un servicio de guardia para las urgencias y la gente viene a las noches a pedirnos geles hidroalcohólicos", cuenta como curiosidad.

Ante la imposibilidad de hacerse con un bote de desinfectante, los más osados no se resignan y deciden probar a elaborarlo en casa siguiendo algún tutorial de Internet. Los peligros: que no se realice bien la mezcla y no resulte eficaz o perjudique la piel. "Nos piden los ingredientes para hacer gel hidroalcohólico en casa, pero no deberían intentarlo. Necesitan alcohol y glicerina, pero en determinadas proporciones. Si no, las manos se pueden resentir", advierte Gorostizaga, quien añade que tampoco "hay en los almacenes alcohol sanitario de 96 o 70 grados, aunque nos dicen que fabricarán más".

Según le cuentan a esta farmacéutica, "en Gasteiz está volando el paracetamol", mientras que en Bizkaia la demanda también ha aumentado. "La gente se está llevando ya bastante. Hacen sus cálculos: Si me pongo mala y me puedo tomar tres al día, en la caja vienen cuarenta y en casa somos no sé cuántos... Normalmente nadie lo lleva a no ser que esté enfermo y ahora la gente que viene dice: Ah, y dame paracetamol por si acaso, que no tengo en casa", señala.

Pedían 10.000 mascarillas Cuando las estanterías de las farmacias empezaron a despoblarse de mascarillas, los ciudadanos las buscaron en otro tipo de establecimientos, como la empresa de suministro industrial ubicada en la calle Iparraguirre, cuyo gerente, Alberto Álvarez, deja constancia de ello. "Como las farmacias se quedaron sin mascarillas, venía a comprarlas aquí gente que tenía a personas mayores en casa o que iba a viajar al extranjero. Tampoco teníamos muchas, así que se dieron muy racionadas: Dame veinte. No, solamente te puedo dar dos o cinco", recrea. Para entonces, dice, la ciudadanía ya se había informado y solicitaban "las mascarillas FFP2 o FFP3", que son las que evitan el riesgo de contagio.

Pese a este goteo de particulares, los principales clientes de este negocio, especializado en protección laboral, son empresas, que, en cuanto la crisis del coronavirus estalló en Italia, empezaron a solicitar, además de mascarillas, "buzos impermeables específicos para riesgos biológicos, guantes de nitrilo, como los que utilizan los médicos, y gafas protectoras". La demanda de estos productos, estima, se incrementado en estas últimas semanas un 50%. "El problema es que los fabricantes tienen problemas de stock y no nos pueden mandar todo lo que podríamos vender", explica.

También se han puesto en contacto con esta empresa algunas instituciones públicas, pero "no hemos podido atender su demanda porque igual pedían 1.000 o 5.000 mascarillas". No es la solicitud más grande que han recibido. "Han venido constructoras y empresas potentes que querían 5.000 o 10.000, pero eso es imposible". La razón de tan elevada demanda, "que igual trabajan en sitios o están haciendo obras en lugares donde ha habido contagios, como Madrid o Vitoria, qué es donde más localizado está el tema".

Empresas dedicadas a la desinfección, funerarias, personal que trabaja en el puerto con contenedores procedentes de otros países, entre ellos, China... La lista de quienes han demandado estos meses equipos para protegerse del coronavirus es de lo más variopinta. Todos ellos se suman a los que habitualmente las necesitan para desempeñar sus trabajos. "Las pocas mascarillas que nos quedaban las teníamos reservadas para los clientes habituales que las utilizan porque trabajan con polvo o con productos como el amianto", explica Álvarez.

Lo mismo que en algunas farmacias colgaron en sus escaparates el cartel de No hay mascarillas, compañías especializadas en la seguridad de los trabajadores, como la ubicada en la bilbaina calle Bruno Mauricio Zabala, informan del desabastecimiento según les llaman por teléfono. "Actualmente no disponemos de stock de mascarillas autofiltrantes y no realizamos adelantos de pedidos programadas para próximas fechas", deja claro el contestador automático. Los fabricantes locales, como "la empresa ubicada en Zamudio, no dan abasto", asegura Álvarez, quien teme que "a muy corto plazo ya se acabe todo" porque "como todo lo que viene de China no va a llegar y se compra todo allí: las mascarillas, los guantes... Ese va a ser el problema", aventura, y no serán los únicos afectados. "Las empresas también se quedan sin piezas. Es una cadena. Si dices que son quince días de cuarentena y se acaba..., pero no se ven vías de que se solucione pronto".