Bilbao - Madrugador, disperso y viajero. Así fue el Gordo de este año, el número 26590, agraciado con el primer premio de la lotería de Navidad de 2019, que salió a escena a las 9.19 horas -es el segundo más madrugador desde 2004, cuando el premio fue cantado a las 9.16 horas- para llevar la fortuna sobre todo a Salou (Tarragona) y a varias localidades de Alicante como Alcoy, Moraira y San Vicente del Raspeig, pero también a Barcelona, Salamanca, Murcia, Sevilla o Madrid, entre otros lugares. De hecho, el Gordo llegó hasta la Antártida, ya que un militar destinado allí en misión en la Base Antártica Gabriel de Castilla se llevó un pellizco del premio.

A las 9.19 horas, nueve minutos después de empezar el sorteo, Noura Akrouh y Elisabeth del Carmen Roque, de 12 y 13 años, respectivamente, que aseguraban tener el presentimiento de que iban a sacar el Gordo en la primera bola, sorprendieron con el premio más alto y casi aciertan en sus predicciones. A partir de ahí, los consabidos saltos de alegría en el patio de butacas del Teatro Real, la búsqueda de localidades agraciadas y celebraciones de todo tipo y condición.

El centro aragonés El Cachirulo de Reus, que repartió 320 millones de euros en ochenta series del Gordo, vivió una jornada llena de cánticos y baile de jotas, porque, como explicó el presidente de la asociación, José Allueva, "si sin más motivo que una simple celebración de cumpleaños ya cantamos jotas, imaginad lo que sucede en una situación así".

Otro ejemplo de suerte solidaria y socializada se vivió en el bar Pepe de San Vicente del Raspeig, en Alicante, que repartió sesenta décimos del Gordo (24 millones de euros) y diez de ellos fueron regalados por el propietario, Basilio Suárez, a empleados y clientes. El último décimo regalado por Basilio llegó el sábado a las manos de una cuadrilla de amigos que se hacen llamar Los Tristes. Los Tristes son una quincena de amigos que todos los años se reúnen antes de la Navidad para compartir una comida en el bar Pepe de San Vicente. Como otros años, pidieron a Basilio un décimo de la Lotería de Navidad y como ya se había quedado sin boletos para vender, les regaló uno de los dos décimos del 26590 que se había reservado para él, sin pensar que solo unas horas después ese gesto significaba dar 400.000 euros. El hijo de Basilio, un treintañero con el mismo nombre que su padre, otro agraciado por la suerte, fue contundente al afirmar que hasta hoy "tenía problemas con los bancos", pero que desde "ahora los tienen ellos conmigo" Y pagará su casa a tocateja.

En Alcoy, en la administración 3 se vivieron escenas de júbilo tras conocerse que había vendido quince series (60 millones), la mayoría a exempleados de Telefónica. Y en Salamanca, donde fueron distribuidas 25 series en un centro comercial, una parte recayó en los alumnos de una escuela de yudo que vendió 200 décimos.

Las participaciones premiadas llegaron a personas como Marta, a quien el dinero le ayudará a cancelar la hipoteca de su peluquería. "Pero el lunes abriremos, eso sí, con más alegría que cualquier otro día", aseguró. O Luz Laveda, propietaria de un obrador en Beniaján y que decía: "No puedo parar de llorar".