Bilbao -Cuenta la leyenda que el origen del agua de Bilbao es el espumoso Sirimiri que un tasquero servía allá por la década de los 60 con el lema el agua fría que más calienta. Ayer la Korrika fue, sin duda, el agua que más calienta para las miles de personas que participaron en la carrera organizada por AEK. La pertinaz lluvia que regó el paso de Korrika 21 por Bilbao convirtió la ciudad en un brindis masivo a favor del euskera. Gota a gota y paso a paso, las calles de la capital vizcaina se transformaron en una burbujeante cascada euskaltzale con un mensaje en el corazón y la boca: Bilbon ere, euskeraren alde.

La caravana multicolor entró a las 11.48 horas en Zorrotza tras su etapa nocturna por Ezkerraldea, Meatzaldea y Enkarterri, donde encontró el respaldo de tres comarcas en las que vivir en euskera continúa siendo una lucha diaria. Desde Zorrotza, la Korrika enfiló hacia Basurto a paso ligero para seguir su recorrido por todos los distritos de la villa hasta salir por Elorrieta cuatro horas y media después. El testigo con el mensaje de este año en su interior encontró en cada kilómetro un relevo de lo más diverso: feminista, gitano, migrante, ikastolero, bertsolari, ecologista, científico, prorrefugiados, cultural?

Medio centenar de personas con diversidad funcional de Aspace esperaban nerviosas la llegada de la Korrika a Miribilla. Como no existen barreras para esta gente, no dudaron en cubrir con plásticos sus sillas de ruedas para no quedarse atrás bajo una lluvia que por momentos se hizo de lo más molesta. Desde Abusu, la Korrika atravesó los barrios altos de Txurdinaga, Otxarkoaga o Santutxu, donde el ánimo de la gente llevó en volandas el lekuko hasta el corazón de la villa: Ayuntamiento y Casco Viejo.

El alcalde, Juan Mari Aburto, en nombre de la corporación municipal, encabezó la marcha en el tramo que separa la Plaza Ernesto Erkoreka de San Nicolás. Y de ahí al delirio en las Siete Calles. Cientos de euskaltzales de todas las edades lograron que el tipi tapa de la Korrika hiciera temblar los cimientos originales de la villa.

Y del cogollo al centro urbano. El consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, aguardaba a la carrera a la altura de la Diputación donde deseó que esta edición de la Korrika sea “un pasito más” en la normalización del euskera en Euskal Herria. Zupiria comentó que “el euskera, su normalización, necesita de muchos compromisos y muchas complicidades y la invitación que nos hace AEK con Korrika es la de salir a correr un rato a la calle para mostrar ese compromiso con el euskera”. Este compromiso resulta especialmente importante en un lugar como Bilbao, donde el número de personas que habla euskera, aunque sea creciente, es todavía proporcionalmente pequeño. “Pero creo”, continuó Zupiria, “que contamos con la complicidad de mucha gente para que esa normalización y ese uso sea cada vez mayor”.

Kilómetro DEIA Kike Hermosilla, en nombre de DEIA, recogió el testigo en Simón Bolívar. Y poco después la carrera entró en la explanada de San Mamés ya bajo un auténtico aguacero, donde se produjo una de las anécdotas del día. Uno de los camiones auxiliares de la organización pinchó el arco hinchable gigante que Athletic Fundazioa colocó para dar la bienvenida a los korrikalaris. Ahí estaban en la cabeza del kilómetro Athletic miembros del equipo de fútbol Bizitegi, un programa social de la Fundación que persigue empoderar y socializar a personas desfavorecidas, entrenando todas las semanas en El Fango.

Cuanto más frío y más lluvia había en el exterior, más calor hacía en el interior de quienes acompañaron a Korrika en la parte final de su recorrido bilbaino. Aún quedaban muchas ganas de desafiar al tiempo en Deusto, Sarriko y San Ignacio. Allí cientos y cientos de personas despidieron la marcha por el euskera rumbo a Erandio. Y para quienes Korrika les supo a poco, tienen la oportunidad de acudir el domingo a la gran fiesta final de Gasteiz, donde se leerá el mensaje que salió desde Gares el pasado día 4 para recorrer 2.500 kilómetros.