Bilbao - Joseba del Valle trabaja desde Donostia en favor de “una regulación responsable” de la venta y consumo del cannabis, que actualmente es “la sustancia ilegal más consumida en el mundo”.

El proceso para la legalización o regulación del cannabis parece estancado, ¿es así?

-A nivel internacional se está avanzando bastante en algunos países, mientras que en otros sitios, como Asia o África, todo el tema de políticas de drogas no es que no sea una prioridad, es que está a la cola de todas las prioridades. En Europa, y concretamente aquí, se van dando pasos, a veces a nivel político e impulsados desde la sociedad civil. Pero en los últimos años, en España y en Euskadi, esos pasos han sido recurridos desde Madrid y el proceso está bastante estancado porque no hay voluntad política.

¿Pero cree que al final el cannabis será legalizado?

-Es cuestión de tiempo. Desde la Fundación Renovatio y desde la plataforma Regulación Responsable hemos trabajado con los partidos políticos de todo el arco parlamentario y, excepto el PP, todos -algunos con sus puntos en contra- ven de forma favorable y lógica la regulación de una sustancia que actualmente es la sustancia ilegal más consumida en el mundo y que tiene unas leyes que no se ajustan a lo que es la realidad.

¿Hay que regular porque el consumo masivo lo exige?

-Podemos decir que las leyes causan más perjuicios que la sustancia en sí. En algunos países como Estados Unidos, donde he estado ahora unos meses, los padres no se oponen a que sus hijos fumen por si se enganchan o por si tienen problemas de salud, sino porque no quieren que acaben en la cárcel, que tengan que dejar sus estudios o su trabajo por una sanción de ese tipo. En muchos sitios las leyes están causando más perjuicios que la propia sustancia.

De todos los argumentos que se manejan a favor de la legalización, ¿cuál tiene más peso desde su punto de vista?

-Para mí lo más significativo es el hecho de que llevamos unos sesenta años de prohibición, no solo del cannabis sino de otras drogas, y no se han conseguido los objetivos. Que esas sustancias estén prohibidas no ha acabado con los consumos, no ha acabado con la venta, con el tráfico, sino todo lo contrario. Hoy en día es más fácil, hay más drogas que nunca, cada día salen nuevas drogas sintéticas y son más baratas y accesibles que nunca. Para mí, el primer argumento es que la prohibición ha fracasado y necesitamos unas leyes más acordes a la realidad.

¿Alguna otra razón?

-Desde un punto de vista de salud pública es importante decir que ahora en España hay casi tres millones de personas que consumen una sustancia desregulada sin ningún tipo de control sanitario, adulterada en muchas ocasiones, con un montón de problemas potenciales para la salud y creemos que una regulación acabaría con eso. Por otra parte también está lo económico, el hecho de que, como se ha demostrado en otros países, como Estados Unidos y Canadá, la creación de un mercado regulado de cannabis produce muchos impuestos que se pueden destinar a la prevención, a la información de los usuarios o a otras muchas cosas. Y también el mero hecho de que la Policía no persiga a los usuarios hace que los juzgados no tengan que tratar esos casos y descongestiona el ámbito judicial, ahorrando un montón de recursos a la Administración.

¿Su apuesta por la regulación incluye los clubes, o son solo un primer paso?

-Los clubes sociales de cannabis son una muy buena alternativa, no solo para evitar alguno de los problemas mencionados, sino que es una alternativa que lleva quince años demostrando su eficacia. Con los clubes se controla la sustancia y también el consumo, hace más fácil percibir consumos compulsivos o problemáticos. Desde la fundación acabamos de presentar un estudio del Observatorio Vasco de Cannabis en el que se demuestra que las pautas de consumo de los usuarios de cannabis asociados a un club son más sanas, menos perjudiciales.

Pero ha habido sentencias que han dejado tambaleando el modelos de clubes.

-Desde que empezaron los clubes a finales del los 90 hasta hoy la tendencia ha sido que las audiencias emitían sentencias favorables, pero en 2015 llegaron al Tribunal Supremo tres casos, entre ellos dos clubes de Bilbao, y el Supremo vino a decir que un club de cannabis, por el hecho de producir y no poder controlar al 100% la distribución de la sustancia una vez entregada a los socios, comete un delito abstracto de difusión. De ahí se deriva que todas las actividades de los clubes son ilícitas. Desde Regulación Responsable se recurrió al Tribunal Constitucional y se suspendieron esas tres condenas, pero más por fallos de forma que por la propia jurisprudencia, que se mantiene.

¿La regulación puede ser autonómica?

-Las conclusiones de la ponencia del Parlamento Vasco sobre los clubes se incluyeron en la Ley de Adicciones, pero los artículos fueron suspendidos por el Constitucional. Después salió una sentencia favorable, pero lo que pasa es que cuando el Gobierno vasco quiere regular, en cuanto toca algo que atañe al Código Penal, automáticamente se recurre. Lo que se hace a nivel autonómico se bloquea en Madrid. Desde la plataforma hemos trabajado con Podemos y van a presentar una ley integral que regule tanto el tema terapéutico como el autocultivo y los clubes.