Bilbao - El cáncer ya no se ve como antes y la ciencia tiene el gran reto de activar nuestro sistema inmunitario para que haga frente a la enfermedad. Es la base de la charla que pronunciará esta tarde Ramón Barceló, especialista en Oncología Médica de Basurto. Bajo el título La inmunología ya está aquí, se enmarca en la iniciativa que organiza mensualmente la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU y Alhóndiga Bilbao.
El cáncer es algo terrible pero usted aporta esperanza.
-Es que gracias a las terapias que tenemos le estamos ganando a la enfermedad muchísimo terreno. Además, la oncología se está moviendo mucho y estamos consiguiendo que haya gente enferma que esté muy bien mucho tiempo.
Parece que a la vuelta de la esquina hay tratamientos revolucionarios.
-Sí, estamos asomados a una ventana que abre un paisaje maravilloso. Hay probabilidad de que grandes cánceres que hoy en día son un gran problema, se solucionen bastante bien. Cánceres muy frecuentes y muy mortales, situaciones que hoy vivimos con gran impotencia. Todo eso va a cambiar. Se está moviendo algo muy importante a nivel mundial porque estamos consiguiendo cosas que se llevan intentando desde 1900 -que de alguna manera tu propio organismo elimine tu cáncer-, y que ahora vemos que empiezan a conseguirse.
¿Es cierto que existen fármacos que activan el sistema inmune para prevenir la aparición de un tumor?
-Y no solo para prevenir. Pensemos que a lo largo de la vida podemos desarrollar unos 200 cánceres, pero el sistema inmunitario está vigilando y evitando que esos cánceres progresen. Cada cáncer es distinto pero todos te pueden matar.
Espere, espere... ¿Ha dicho que podemos desarrollar 200 tipos de cánceres?
-Sí, pero nuestras células inmunitarias están vigilando y cuando una célula se avería, la elimina. A veces, las averías de las células son ponerse cancerosas y reproducirse sin control, formando masas y tumores que luego pueden dar metástasis. En las primeras fases, nuestro sistema inmunitario es capaz de eliminar esas células averiadas. Pero en una segunda fase puede haber células que se esconden y engañan al sistema inmunitario para parecer que son normales y finalmente, se suele producir una tercera fase en la que el sistema inmunitario no reconoce como enemigo al cáncer.
¿Ese es el objetivo de los nuevos fármacos? ¿Despertar las defensas?
-Sí, porque a veces ocurre que el cáncer final que acaba saliendo es el que ha despistado al sistema inmunitario. La célula cancerosa sabe esconderse porque nuestro sistema inmune está como atontado. Esos fármacos son los que espabilan a nuestras defensas para hacerles ver el cáncer. No se espabilan con bífidus ni con hierbas orientales. Estos fármacos son la gran esperanza. Porque con ellos hay posibilidades de que el cáncer no empiece o si ha empezado, de eliminarlo. También se está profundizando en la medicina personalizada. Es un nuevo planteamiento, mirando qué le puede ir mejor a cada paciente y viendo cómo responde mejor. Es un campo al que estamos empezando a asomarnos.
¿Pasaríamos, entonces, de usar tratamientos de quimioterapia, de radioterapia... a contrarrestar los tumores con las armas que tiene nuestro sistema inmunológico?
-Hay que dejar clara una cosa y es que aunque tengamos todas las piezas del puzzle, hay que saber armarlo. En oncología hay dos mensajes importantísimos, que hay que trabajar en equipo y que hay que optimizar los recursos. Porque seguramente sigamos necesitando la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia... y esta novedad tiene que encajar en el puzzle. Esto nuevo no sustituye a lo demás, sino que lo completa. Si hoy en día se curan el 80% de los cánceres de mama, los nuevos fármacos podrían lograr que fuera el 90% y más tarde se acercase al 100%. O conseguir que las mujeres con metástasis puedan vivir muchos años.
Pero hay cánceres más resistentes.
-Sí, hasta hace poco, el cáncer de páncreas te mataba en pocas semanas. Ahora estamos consiguiendo que haya gente que viva un año o dos a pesar de ser incurable. Sin embargo, en cáncer de riñón o en melanoma, que cuando salían las metástasis, no había nada que hacer... hoy empieza a haber un grupo de gente que se cura porque activas la inmunidad y eliminas ese cáncer.
Un estudio reciente de la Universidad Johns Hopkins asegura que la mala suerte es el factor que desencadena más del 60% de los cánceres. ¿Se lo cree?
-Es un concepto difícil pero tiene un fundamento. Lo comparaban a los coches y los accidentes de tráfico. Decían que la vida es como un viaje, el coche es el cuerpo que te ha tocado y la carretera es todo lo que viene de fuera; el tabaco, el alcohol, cómo comes, cómo vives, si te mueves... Entonces, cuanto más tiempo estás en la carretera y más factores del viaje y del coche te van fallando, tienes más peligro de matarte.
¿Y dónde queda el factor de la herencia genética?
-Alguna gente por desgracia tiene un coche peor y es casi seguro que va a tener un accidente. Otras personas hacen el viaje por carreteras horribles, se machacan a fumar, a beber... pero tengas el coche que tengas, lo puedes llegar a romper. Efectivamente, heredas una predisposición mayor o menor a que te salga un tumor, pero sobre todo tienes la suerte de que te venga o no. Y, sobre todo, cuanto más vives, más posibilidades tienes de que te salga. Luego siempre hay excepciones. Santiago Carrillo fumó hasta el final y vivió más de 90 años.
¿Estos tratamientos tan rompedores van a tardar mucho?
-Los estamos empezando a ver, pero de aquí a diez o quince años la revolución va a ser absoluta. Hay que tener en cuenta que llevamos setenta años con algunas de las actuales terapias. Los equipos de radiación, los tratamientos de quimio... comenzaron en los años 50 del siglo pasado, es decir, tienen muy poco tiempo en nuestro uso médico. Al principio, la gente desahuciada que se prestaba a participar en los ensayos clínicos era muy improbable que consiguiera beneficios. Sin embargo, en este siglo XXI se han probado nuevos fármacos que a la gente desahuciada les ha reportado mejoras espectaculares. Eso viene de la mano de los conocimientos que se están desarrollando en la biología y del genoma. El problema es que no son tratamientos baratos; más bien, lo contrario.