Madrid. Los relojes se retrasarán una hora la próxima madrugada para ajustarse al horario de invierno (a las 3.00 horas habrá que poner las 2.00), un cambio que los expertos aseguran tendrá efectos "casi imperceptibles" en el organismo y supondrá un ahorro de energía menor que, por ejemplo, poner burletes en las ventanas. "Adelantar el reloj una hora tiene un efecto mínimo para la inmensa parte de la población", asegura el director del Instituto de Investigaciones del Sueño, Diego García-Borreuero. Así, precisa que la mayoría de la población se adaptará al nuevo horario en "uno, a lo sumo dos días".

No obstante, las personas con patologías, las mascotas, los bebés lactantes y la producción de leche de las vacas, son de los grupos más afectados por el cambio de hora, según el neurobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ricardo Martínez Murillo, quien detallaba que, en cualquier caso, afecta más la modificación horaria del verano que la del invierno.

Así, Martínez Murillo explicaba que a la población sin una característica o patología especial, "no tiene por qué afectarle" el cambio de hora, que en realidad es una alteración brusca del ritmo circadiano, es decir de las horas de luz y oscuridad. Por eso, considera que en personas y animales no les afecta "de forma perceptible" pero que los lactantes pueden sufrir algunos trastornos alimenticios que se pasan al cabo de unos días.

mascotas También las vacas, cuya producción lechera queda afectada con los cambios en las horas de luz y oscuridad y las mascotas, puesto que al cambiar los horarios de sus dueños, también cambian sus horas de salir a la calle o de alimentación.

En este contexto, señaló que en instalaciones controladas, como los centros de investigación del CSIC se procura someter a los animales a un ciclo de oscuridad y luz constante, algo que califica de "muy importante para evitar cambios de comportamiento". Sin embargo, a los animales que viven en libertad no les afecta, mientras que a las mascotas sí puede afectarles.

Además, estimaba que para que el cambio de hora pueda afectar de manera significativa "hay que tener alguna patología previa" ya que en verano tiene más horas de luz para desarrollar su actividad que durante el invierno, por lo que quienes tienen, "por ejemplo", ideas suicidas o depresivas, estas se potencian en verano y decrecen en invierno. Asimismo, subrayó que el organismo se da cuenta de la luz o de la oscuridad por la retina que emite señales al cerebro que, a su vez, se reorganiza y comienza a dar órdenes.