Eusko Alkartasuna sentó ayer miércoles las bases de su proceso congresual otra vez con marejada interna. La Asamblea Nacional reunida por vía telemática aprobó iniciar el proceso y el sector oficial capitaneado por Eba Blanco puso en valor que todos los miembros pudieron participar una vez solventadas “pequeñas incidencias” que cifraron en menos del 1% de los participantes. La hoja de ruta fue aprobada por más del 75% de votos a favor, 18% de abstenciones y un voto en contra. De ahora en adelante, dispondrán de un mínimo de seis meses para que la afiliación debata los documentos internos. El sector crítico, que tiene el respaldo de Carlos Garaikoetxea, había pedido este Congreso de manera insistente para debatir su papel en EH Bildu, y lamentó que ayer se rechazara de manera explícita crear una mesa de diálogo para solventar el conflicto en EA. Eba Blanco no lo ve así. “En este proceso, cada afiliado podrá ejercer su derecho a la participación política, al debate sano y constructivo. Este órgano es la verdadera mesa de diálogo, aprovechémosla”, dijo Blanco.

El sector crítico emitió una nota para lamentar que en la Asamblea Nacional Blanco rechazó la mesa propuesta por Begotxu Olaizola y planteó “unilateralmente un grupo de afines para dirigir el Congreso y ha pretendido, sin éxito, consumar la expulsión de dos miembros de la Comisión de Garantías”. “El sector que apuesta por una mayor presencia de EA en EH Bildu, en modo de coalición, lamenta las fórmulas técnicas y organizativas de celebración que han impedido, de facto, que un número muy importante asambleístas participe ni vote. De hecho, aunque está previsto en los estatutos, la dirección nacional no ha aprobado un reglamento previo de funcionamiento telemático ni ha posibilitado que personas sin medios y destrezas informáticas pudieran participar presencialmente”, dijeron.

También se rechazó que el Congreso se celebre de forma extraordinaria en el plazo de dos meses. Los críticos añadieron que, aunque sin efectos prácticos, el sector de Blanco propuso dar firmeza a la expulsión de dos críticos, asunto que queda pendiente de la resolución de su recurso.