BILBAO - Desde que en julio de 2018 dimitiera como coordinadora general del PDeCAT por sus desavenencias con Carles Puigdemont, Marta Pascal (10-IV-1983, Vic) ha tenido tiempo para reflexionar por escrito su posición posibilista sobre el conflicto catalán, alejada de toda unilateralidad, y compatibilizando este encargo con su puesto de senadora en Madrid. Su ideal soberanista huye de la política de bloqueo que, a su juicio, practica ahora el mundo posconvergente, al que insta a apostar por la suma o el frentismo. Lo desgrana en Perdre la por (Perder el miedo, Editorial Catarata, 2020).

¿A qué hay que perder el miedo?

-Después de mucho tiempo de silencio mediático y de conversar con mucha gente, de dentro y fuera del partido, empecé a darme cuenta de que había quien en privado te decía una cosa y en público otra. Hay que perder el miedo a expresar la disensión. Por eso decidí hacer este libro. Por lo que yo pensaba, porque hay formas distintas de ver las cosas, y también por un punto de autocrítica, porque toca pensar en el futuro y ser propositivos.

En la apuesta soberanista parece encontrarse usted más cerca ahora del posibilismo de ERC. Más parecida en este terreno a la antigua Convergència.

-Esto habría que matizarlo. Es verdad que Esquerra ha hecho una apuesta por el pragmatismo y por ser más convergente. Pero desde el punto de vista ideológico y las decisiones que ha tomado, como el aumento de los impuestos o el planteamiento de la escuela concertada, dista mucho de la centralidad.

Afirma que dejó la dirección del PDeCAT porque prefirió sus principios a los sillones.

-Sí. Tuve mis discrepancias con Carles Puigdemont por el tema de la moción de censura a Mariano Rajoy, ya que él pensaba que no merecía la pena tirar para adelante, y por la postura sobre la CUP, que me parecía que no nos ayudaba a convencer sino que solo generaba incomodidad en mucha gente. Ahí yo puse mis principios por delante y dimití como coordinadora general.

Pero hay quien le echa en cara que precisamente es senadora gracias a Puigdemont

-La decisión se adoptó conjuntamente. Si JxCat quiere ser un espacio de suma no entiendo a qué viene atribuir a Puigdemont la decisión de que yo fuera senadora. Si podemos sumar juntos, cabemos todos.

¿Recuerda cuándo habló por última vez con él?

-Estuve con él en diciembre en unas jornadas del grupo parlamentario. Tengo una relación personal correcta. Discrepar políticamente en este siglo es saludable y puede aportar otros prismas para construir proyectos más amplios.

Pero sostiene que dentro del mundo posconvergente no se puede discrepar del expresident.

-Es verdad que no se pueden hacer planteamientos distintos a la línea oficial. Por eso pido al PDeCAT que escoja entre la vía más pragmática, de suma, de paciencia y de determinación en los ideales, o si prefiere el otro viaje, el de la Crida, que prefiere la antipolítica y el bloqueo. Que analice y elija bien.

¿Cuál es entonces la línea estratégica de Marta Pascal?

-Yo he asumido que Convergència desapareció y no volverá porque hizo muchas cosas buenas y otras no muy correctas. Y, por ejemplo, creo que el partido que mejor está equilibrando la defensa de los ideales de su país como nación, con un futuro político que se debe ganar en las urnas, es el PNV. Con el espejo de Escocia y de Quebec. Y además con la aportación de ser útil y condicionar la política en Madrid.

También ha apuntado a que duda de la aportación de los independientes dentro de JxCat, en tanto que proceden más desde el activismo y las redes sociales. ¿Se refiere a Laura Borràs?

-Yo no entro a hablar de personas, yo reivindico la acción y el compromiso político, la gente que de forma anónima hace campaña, y eso también es hacer política, no solo cargos con una acción institucional. Pero lo que planteo es que esta nueva política nos ha aportado mucho en cuanto a emociones y activismo pero me parece incompatible estar por la mañana en el asiento del Parlamento y por la tarde estar cortando carreteras. Cada cual que haga lo que tenga que hacer pero algunos parece que se quieren hacer perdonar por determinadas acciones y lo que no tiene que haber es complejos. La política es el espacio de la solución y bienvenidas sean las formas que nos permitan acercarnos a la ciudadanía, si bien creo que debemos ser conscientes de las responsabilidades que asumimos.

¿JxCat está ahora instalado en el cuanto peor, mejor?

-Con la moción de censura queríamos acabar con ese cuanto peor, mejor. Terminar con el A por ellos y con ciertas declaraciones. Había que cambiar el tablero político sabiendo que el sí a lo moción no era un sí a Pedro Sánchez. Pensábamos en tramitar los presupuestos pero ERC y JxCat no lo aceptaron, y el PSOE decidió que el escenario electoral era más seductor. Y al final nos encontramos con más de cincuenta diputados de extrema derecha. Nos va a costar encontrar soluciones pero las podremos hallar, las tenemos que buscar, frente a quienes solo hablan de tribunales o el 155.

La unidad independentista no pasa por su mejor momento.

-Desde la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut han pasado muchas cosas en Catalunya. Y hemos constatado la incapacidad de las fuerzas políticas representadas en el Congreso para dar una solución de reconocimiento al conflicto catalán, nos hemos encontrado con la judicialización, la cárcel y el exilio. Ahora mismo el independentismo vive su momento de relaciones más complejo y cuando toca afrontar un horizonte electoral cada uno trabaja su línea. Veremos cuándo se producen las elecciones y en qué contexto, puesto que tenemos la mesa de diálogo entre gobiernos abierta para echar a andar.

¿Qué expectativas tiene sobre esa mesa?

-Soy una persona optimista. Costará mucho porque el tema de los presos y exiliados hay que resolverlo, creo yo, a través de una amnistía. Yo he decidido coger la bandera de la paciencia y la perseverancia. Mis ideales no me los van a tocar. Tenemos un largo recorrido que requiere tiempo. Primero hay que establecer un marco de confianza y seguro que habrá discrepancias, pero tendremos razón quienes pensamos que hablando se entiende la gente.

¿Y si la mesa salta pronto por los aires? Desde el punto de vista electoral quizás refuerce las posibilidades de JxCat frente a Esquerra.

-Si la mesa de diálogo no funciona, Catalunya pierde. Y quienes estamos en responsabilidades políticas debemos entender que no valen los intereses partidistas. Cada cual que asuma sus responsabilidades.

Usted propone abiertamente derogar el delito de sedición.

-Es complicado por la beligerancia de la oposición, pero hay que intentarlo. La política es dura y el mundo no es perfecto. Pero no me vale el argumento de que es algo difícil. La amnistía a favor de los presos y el exilio hay que abordarla en esa mesa, y hacerlo además sin focos y con mucha discreción. Con mucha voluntad, determinación y empatía, pero trabajando en esa línea.

Marta Pascal no es partidaria de un referéndum de autodeterminación a corto plazo.

-Hay que establecer las condiciones para poder realizarlo con éxito. Existe un tema de reconocimiento de la entidad nacional política que es Catalunya, como lo es Euskadi; hay también un tema de bilateralidad, de trato de tú a tú, directamente con la Administración del Estado. Y al final habrá que asumir que la solución debe pasar por las urnas pero siempre de forma acordada. Y eso requiere paciencia. Lo que no veo es poner encima de la mesa como chantaje el tema del referéndum como condición sine qua non porque si no, no me voy a sentar en una mesa. En términos de ser más valiente está muy bien pero no ofrece soluciones al conflicto. Si situamos el derecho a decidir como elemento de chantaje nos haremos un flaco favor. La única renuncia que hicieron los nacionalistas escoceses con el referéndum fue precisamente que fuera acordado. Es una buena vía por la que transitar.

Pese al desgaste interno y la desilusión, los sondeos refuerzan la mayoría absoluta parlamentaria del independentismo.

-Hay que abandonar la política de bloques y tratar de sumar posiciones para atraer a los siete millones de catalanes. El mundo independentista no se desmoviliza porque se está reclamando una solución política al Estado. Y desde Madrid tampoco pueden pensar que esto es algo que no está pasando y que lo dejamos para el siglo XXIX. La bandera del diálogo no me sirve solo como declaración de intenciones sino en el momento en que se ponen soluciones encima de la mesa. El clima es distinto respecto a Moncloa pero hacen falta hechos concretos. La política española se tiene que plantear por qué hay tanta crispación o una cincuentena de diputados de Vox. Empieza a rodar ahora la legislatura con el proyecto de presupuestos y vamos a ver cómo se comporta este gobierno de coalición.

¿Ve a Artur Mas como candidato posconvergente?

-Esto es una pregunta que habría que hacer al president Mas. Le tengo mucho respeto y no puedo responder por él.

¿Qué relación tiene usted con el líder de su marca, David Bonvehí?

-Yo tengo muy buena relación con él y con la dirección del partido. Juntos empezamos este proyecto y siempre le he dicho lo que pienso.

Y si no es posible el pegamento dentro de su espectro, ¿lideraría un nuevo proyecto con otras siglas? Por ejemplo, las de Poblet.

-Para nada quiero renunciar a que el PDeCAT pueda asumir este giro más gradualista. Estoy convencida de que hay mucha gente que de forma más silenciada piensa igual, con ganas de encauzar una opción de partido mucho más amplia, que busca convencer a los soberanistas indecisos con una mirada social liberal. Como militante y senadora del PDeCAT pido esta altura de miras al partido. Y hay organizaciones nuevas como Poblet, un colectivo partidario de un catalanismo centrado que represente el punto medio.

¿Cree que el lehendakari Urkullu ha adelantado las elecciones vascas para evitar el contagio catalán?

-Oí al lehendakari y supongo que su equipo y el PNV han hecho un análisis más de fondo que de coyuntura. Tienen muy claro poder defender sus ideales políticos y entender el momento actual de la sociedad vasca y cómo se interrelaciona con la española. Evidentemente, Catalunya ha sido un factor importante porque aunque Euskadi y Catalunya son sociedades distintas, tienen caminos compartidos.

¿Qué fecha intuye para acudir a las urnas en Catalunya?

-Ni idea. Es decisión de Quim Torra. Aquí también influye la decisión del Tribunal Supremo sobre su desobediencia, y ahí espero que se imponga el sentido común. Habrá elecciones porque esta legislatura ya llegó a su punto y final.

Por cierto, que el lehendakari Urkullu ha prologado su libro.

-Es una persona a la que admiro políticamente muchísimo. También su trabajo y el que desarrolla el PNV. Siempre digo que si el PNV existiera en Catalunya, yo lo votaría. En el libro yo digo: "Buscamos una manera que todos aquellos que defendemos el fortalecimiento nacional de Catalunya y resolver los problemas de los ciudadanos nos podamos poner bajo un mismo paraguas". Creo que esto es el PNV, y es lo que me gustaría que fuera el PDeCAT. Respecto al libro, estoy satisfecha porque mediáticamente ha gustado y muchas personas me han acompañado. Desde un punto de vista personal he pasado un tiempo difícil. Todos sabemos cómo funciona la política, donde hoy estás y mañana no. Pero las formas también influyen. Durante este periodo he podido madurar mis ideas.