BILBAO - Filóloga, profesora universitaria, exresponsable de la Institució de les Lletres Catalanes, exconsellera de Cultura y, sobre todo, voz que se reivindica independiente desde su idealismo consciente, Laura Borràs (Barcelona, 5-X-1970) se rebela contra la represión del Estado español al tiempo que se descubre como el rostro visible de JxCat, que exige una negociación bilateral entre gobiernos donde la autodeterminación y los presos y exiliados son eje prioritario para investir a Pedro Sánchez.

Niega haber acusado de desleal a Aragonès.

-Me preguntaron sobre la campaña de desprestigio a Quim Torra y que Pere Aragonès había dicho que no era necesaria su presencia en una eventual mesa de diálogo. Yo respondí que desde España hay una deslealtad institucional con el president y que ningún catalán debería contribuir a ella. Pero el vicepresident lo que había afirmado es que su presencia no era necesaria según el rango de la persona que se sentara al otro lado. Yo ni cito a Aragonès ni habrá un corte de voz donde yo diga que ha sido desleal.

El expresidente español Rodríguez Zapatero sí que ha dicho que sería bueno que Pedro Sánchez levantara el teléfono a Torra.

-Es un paso que no debería de ser ni una exigencia, es lo mínimo, pero como estamos en mínimos democráticos parece que descolgar el teléfono es una condición de negociación cuando es un simple gesto de respeto y de responsabilidad hacia los interlocutores legítimos.

¿Pero el PSOE se ha dirigido a JxCat antes de que lo haga el próximo martes?

-Nosotros siempre estamos disponibles.

¿Hay algo de escenificación en las conversaciones entre socialistas y ERC?

-Parece que han convenido que lo que ocurre en Catalunya es un conflicto político, lo que es una evidencia. Antes el PSOE hablaba de problema de convivencia, así que bienvenidos a la realidad. A partir de ahí no sé si tiene más de escenificación, fotografía o negociación real. Para nosotros debe haber una negociación entre gobiernos y de momento lo que hay es una entre ERC y PSOE. Ahí no está representado el Govern, así que veremos cómo avanzan esas conversaciones. Pero lo que tenga que pactar ERC que lo haga antes de la investidura porque luego sabemos ya que Sánchez y el PSOE no cumplen sus compromisos ni su propia palabra.

Hay quien sostiene que nunca darás la mano dos veces al mismo Sánchez.

-(Ríe) Es posible porque es más cambiante que el río de Heráclito. Uno no sabe si estás ante el Sánchez que dijo en la moción de censura que hablaría con Puigdemont; el que llevaba en su programa el diálogo con Catalunya y fue una promesa incumplida antes de las elecciones; el que quiere traer al president no sé mediante qué métodos; o el que habla de controlar la Fiscalía.

JxCat ya ha establecido condiciones para sentarse a negociar con el PSOE: los interlocutores, el relator internacional y retirar los recursos al TC sobre el Parlament.

-Nos encantaría tener una interlocución política pero debe haber ese respeto a los interlocutores -Torra y Puigdemont-. Y los temas sobre los que hablar son los que centran el conflicto político porque la situación de Catalunya es deudora de la sentencia del Supremo que refiere al 1 de octubre y al acto de autodeterminación colectiva que realizamos los catalanes, y por el que fuimos violentados y golpeados. Nuestros representantes políticos y civiles están en prisión y el exilio, y ahí está el problema. Y luego están las injerencias del Constitucional: no es normal que se pudiera hablar en una mesa de la autodeterminación y no en la Cámara. Si hay tal mesa, el relator internacional es una condición para no ir hacia atrás.

El Gobierno lo tiene claro: no debatirá sobre la autodeterminación y se limita a estudiar cambios en el Título VIII de la Constitución.

-Es una manera de no encarar la raíz de los problemas. España tiene uno y es su propia situación de ingobernabilidad. Prefiere autobloquearse antes que desbloquear la situación del conflicto político en Catalunya. Es un problema de democracia. La ciudadanía catalana, con un amplio consenso, cree que tiene derecho a decidir su futuro. Es más, hemos hecho llegar una encuesta a Moncloa que habla de la madurez de la sociedad española, más que sus partidos, porque estaría dispuesta a asumir el resultado de un referéndum. Pero España no es Reino Unido. Cameron ya dijo que podía haber prohibido el referéndum en Escocia pero que era demócrata antes que británico. Y España solo tiene para Catalunya un proyecto de represión.

Que incluye el reciente ‘155 digital’.

-Por la puerta de atrás y una semana antes de la constitución del Pleno, hurtando el debate serio sobre la gravedad de lo aprobado. En ese decreto ley no se menciona a Catalunya pero se impone por ella queriendo saber quién está detrás de Tsunami Democràtic, cargándose la libertad de todos los españoles, no de los independentistas, ya que pueden intervenir nuestras comunicaciones sin orden judicial previa. Como puede pasar en China o Turquía.

¿Qué PSC es el real: el que habla de Catalunya como nación o el que retocaría el asunto de la inmersión lingüística?

-El PSC es tan desconcertante como los lemas de campaña de Sánchez: Ahora, sí. Ahora, no. El federalismo aparece y desaparece... Si el PSC no ha comprendido aún que Catalunya es una nación, que revise su propia historia. Catalunya es una nación y lo que necesita es un Estado. Y la inmersión no es un proyecto lingüístico, sino de cohesión social y territorial.

En su cuenta de Twitter hay una frase de cabecera, del poeta y dramaturgo Wystan Hugh Auden: “Nada volverá a ser como antes”.

-Confío ciegamente en ello. La fijé el 27 de octubre de 2017, el día en que muchas expectativas fueron defraudadas. Todo lo que se vivió ese mes sigue estando vigente e incidiendo en nuestro presente. Hicimos un ejercicio masivo de autodeterminación por el que fuimos severamente castigados. Desde entonces nada podrá volver a ser como antes. Tuvimos la libertad muy cerca y ya es muy difícil renunciar a ella.

¿Catalunya volvería al autonomismo de contar con un Concierto Económico?

-Eso es hacer política ficción. De haberlo tenido igual muchos atropellos e incumplimientos por parte del Estado no se hubieran producido.

¿El independentismo hace autocrítica?

-Nuestro ejercicio de autocrítica es constante, con pluralidad de voces, comparado con la cero autocrítica del Estado español. En la reacción a la sentencia del 1-O yo fui quien dijo que había visto más determinación en la calle que en las instituciones. Los partidos no hemos estado a la altura de la ciudadanía. Debemos estar juntos porque al otro lado están todos juntos contra nosotros. Yo no tuve vinculación política hasta el 1-O y sus consecuencias, y asumí el reto que me propuso Puigdemont. JxCat quiso ser desde entonces , ante un ilegal 21-D, una estrategia unitaria contra el 155 buscando transversalidad.

¿Cuántas veces tuvo que justificar tras el fallo del Supremo que en la reacción de la calle no había violencia generalizada?

-Es imposible que algunos lo comprendan ya que lo usan como trampa y excusa. El president Torra y todos nosotros hemos condenado la violencia por activa y por pasiva. Siempre hemos sido pacifistas. Pero esas voces que nos exigen esa condena, e incluso de violencia que no es tal pero a ellos les parece, son incapaces de condenar la empleada por los cuerpos y fuerzas de seguridad españolas el 1-O contra una población desarmada o armada con el voto. Esa violencia, sin embargo, ha sido condecorada.

Usted fue a visitar en persona al policía que resultó herido en los disturbios recientes.

-Una presentadora me dijo: Ustedes no van a ver a las víctimas. Solo a las suyas. Se equivocaba. Yo fui sin tener que publicitarlo y pedimos al hospital que no lo hiciera. Era una visita privada pero salté cuando se quiere crear un estado de opinión partiendo de una mentira. Y sí, fue muy complicado y lo agradecí a su familia. Yo lamento que haya heridos, cualquier herido.

También instó a investigar a los Mossos.

-Con contundencia dije que habíamos visto imágenes que no son de recibo en una policía democrática, que había que tomar medidas contra los abusos de agentes nacionales pero también de la Brigada Móvil de los Mossos. Abrir una investigación interna que cualquier demócrata en su sano juicio ve, y que quien deba ser apartado de su cargo, lo sea.

Se puso en el punto de mira al conseller Buch.

-Es máximo responsable político de los Mossos y mucha gente pidió su dimisión. Yo no. Fue mi compañero en el Govern. Pero esas voces que se volvieron contra Buch no las hemos visto contra Marlaska, que se unió al júbilo colectivo en el recibimiento a los agentes españoles.