BILBAO - Sin convocar a los medios de comunicación, evitando responder a preguntas sobre su viaje exprés a Barcelona para visitar a los policías heridos en los disturbios y con Moncloa difundiendo las imágenes del presidente en funciones, que ofreció una especie de mitin a los agentes con un claro tinte electoral. Así discurrió ayer el desplazamiento matinal de Pedro Sánchez a la capital catalana y que acabó con un desplante a Quim Torra, con quien se negó a reunirse pese a las reiteradas llamadas del president, carta incluida, para verse las caras y tratar el conflicto creciente tras la sentencia del procés. El líder socialista acudió primero a la Jefatura Superior de Policía de Catalunya y luego fue a ver a los agentes ingresados en los hospitales Sagrat Cor y Sant Pau, pero su blindaje no le libró de escuchar el malestar de los ciudadanos, tanto de médicos como de pacientes, quienes le abuchearon con consignas que pedían la libertad de los presos.

Sánchez aprovechó para expresar que los manifestantes que protagonizaron los altercados de los últimos días pretenden persistir en ese escenario. “Ellos querrán cronificar esta crisis pero nosotros somos más persistentes y más cabezotas”, señaló, transmitiendo a los policías que “no están solos”. “Radicales y violentos han decidido que Barcelona sea el teatro de operaciones para trasladar fuera y al conjunto de la sociedad española su contestación y convertirlo en algo mucho más extraordinario de lo que es”, remarcó el presidente. “Empatizamos mucho con vuestra situación y las circunstancias de enorme presión que estáis viviendo”, aseguró.

Tsunami Democràtic y otros colectivos independentistas se concentraron de urgencia en la delegación del Gobierno español para reclamar a Sánchez que se siente a dialogar con Torra, que volvió a requerir comunicarse con Sánchez sin que nadie desde el otro lado descolgara el teléfono. Eso sí, en paralelo al viaje, el líder del PSOE le envió una misiva en la que volvía a instar al Jefe del Govern a condenar de forma “tajante e inequívoca” las conductas violentas, algo que entiende que “ha evitado” acusándole de “volver la espalda” a los Mossos y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, y de “ignorar” a más de la mitad de la población catalana. “Me veo en el deber de recordarle las tres obligaciones que debe cumplir un gobernante si quiere ostentar con dignidad la representación de su comunidad ante cualquier interlocutor: condenar la violencia de forma rotunda; amparar a las fuerzas de seguridad que la combaten; y evitar la discordia civil”, concluía su carta Sánchez. Torra replicó afeándole que se enterara de la visita a Barcelona por los medios. “Este fin de semana le he llamado dos veces y no se ha querido poner. Me parece que no es un buen signo de voluntad de diálogo”, constató el president. Es más, su jefe de gabinete, Joan Ramon Casals, llamó al gurú de Sánchez, Iván Redondo, pero tampoco respondió al móvil. Después le envió a Redondo un mensaje reiterando la intención de mantener un cónclave, y le telefoneó a Moncloa a través de la secretaria de Presidència. En vano.

alud de críticas La conducta de Sánchez indignó al soberanismo y a otras fuerzas estatales. Desde el Govern, el conseller de Interior, Miquel Buch, tachó de “inaceptable moral, política e institucionalmente” que el presidente en funciones se niegue a dialogar y ponga como “excusa” que Torra “no condena” la violencia cuando, a su juicio, “lo ha hecho públicamente y muchas veces”. “No hay más sordo que el no quiere escuchar, y Sánchez no quiere escuchar”, zanjó Buch. JxCat y ERC también cargaron contra el socialista. “Si no es con el president de la Generalitat, ¿con quién espera resolver la situación?”, interpeló la cabeza de lista posconvergente en el Congreso, Laura Borràs. La portavoz de ERC, Marta Vilalta, calificó como “indecente” y “un menosprecio a todos los catalanes” que Sánchez fuera a Catalunya “a visitar solo a sus heridos”. “Su actitud es una tomadura de pelo, ha pasado de la irresponsabilidad a la cobardía, y cada vez se parece más al expresidente Mariano Rajoy”. “¿Qué se ha pensado, cómo tiene esta jeta?”, se preguntó. Y añadió: “Aquí hay muchos más heridos”.

Por su lado, el dirigente de Unidas Podemos, Pablo Echenique, urgió a Sánchez a ponerse las pilas: “Para eso le pagamos un sueldo los españoles, para que hable con todo el mundo y resuelva los problemas”. Ada Colau sí que recibió la llamada del socialista y la alcaldesa de Barcelona le conminó a levantar el teléfono: “Se debe coger siempre”. Pero desde Moncloa no se dieron por aludidos.