BILBAO - La sentencia del procés, el Brexit, la desaceleración económica y los recortes en servicios básicos de las autonomías son algunos de los frentes que amenazan al Gobierno en funciones ante el bloqueo político que aboca a la ciudadanía a pasar nuevamente por las urnas el 10 de noviembre. Sin embargo, los cuatro grandes partidos, y principalmente los líderes del gran fracaso, tardaron solo horas en digerir el nuevo escenario para ponerse en modo precampaña entre un duro cruce de reproches que se intuye puede subir de decibelios y sin atisbo de autocrítica. Así lo atestiguaron en la última sesión de control al Gabinete socialista antes de la disolución de las Cortes el próximo lunes. A la cabeza del desaguisado que se respiró ayer en el Congreso, Pedro Sánchez, que no asumió ninguna responsabilidad tras cinco meses de negociaciones frustradas, al entender que la calle entiende su postura y el mensaje de que la culpa recae en Unidas Podemos, PP y Ciudadanos, hasta el punto de que el presidente pidió a los votantes que le otorguen una “mayoría más rotunda”. Tras acusar de “dogmatismo” a Pablo Iglesias, de “falta de sentido de Estado” a Pablo Casado y de “irresponsabilidad” a Albert Rivera; el líder del PSOE, el mismo que en 2016 se refugió en la incapacidad única de Mariano Rajoy para sacar adelante su investidura, cree que el resto de fuerzas “no supo asumir” el resultado electoral de abril y mayo.

La sesión arrancó sin concesiones. Minuto uno y el líder del PP, que se negó a abstenerse para facilitar un gobierno, arrinconó a Sánchez acusándole de “traicionar a todos”, desde “la derecha a la izquierda”. “Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Usted quería elecciones desde el primer momento, ha tratado las instituciones de forma soez y usó La Moncloa para dar su primer mitin. Usted es la incapacidad más fatua, ofrece la nada con sifón. Quien no es capaz de gestionar su investidura, no es capaz de gestionar el país. ¿Cómo puede decir que quiere volver a tener la confianza? Ha demostrado que no es de fiar”, sentenció Casado. “Ya tiene lo que quería. El PP estará ahora a la altura para recuperar el rumbo de una nación que a usted le queda grande. Las urnas las carga el diablo”, dijo. Modulado en el tono pero contundente. Después, Sánchez le recordó que el 28-A el ciudadano apostó por un Ejecutivo de progreso que no dependiera del independentismo, censurando la oposición frontal del PP ante la perspectiva de un otoño complicado. Ahí fue cuando el socialista elevó sus expectativas de voto: “El próximo 10 de noviembre espero que los españoles den la posibilidad al PSOE de una mayoría más rotunda para gobernar sin que PP, Ciudadanos y Podemos puedan bloquear el país”.

álvarez de toledo, a la carga Más ácida que su jefe de filas se mostró la portavoz de los populares, Cayetana Álvarez de Toledo, en su cara a cara con la vicepresidenta Carmen Calvo. “Señora Calvo, hemos llegado al final. La comedia progresista es finita. Dígame sinceramente, ¿no le da a usted, personalmente, vergüenza? Anoche le oí decir es un día frustrante. Nosotros no estábamos pensando en elecciones. Qué impúdico victimismo. No han pensado en otra cosa desde el 28 de abril. Y lo que es peor, no han hecho otra cosa”. Y remató: “Ha sido usted la ejecutora de este socialista teatro, de este sanchista simulacro. Es la encarnación de esta farsa que han tenido que pagar todos los españoles”. La dirigente socialista le replicó con alusiones a la “corrupción” de los Gobiernos del PP, y acusaciones de haber sido “una fábrica de desapegos” en la gestión de la crisis catalana que les ha conducido a quedarse sin respaldos en Catalunya y Euskadi: “Escucharla hablar, desde su altura, es como cuando llueve, hay que abrir el paraguas”. Pero Álvarez de Toledo se vino arriba, quizás para desquitarse de su semana horribilis a cuenta de la crisis que abrió en el partido con su cuestionamiento al PP de la CAV. “La del PSOE ha sido una descarnada y cínica lucha para liquidar a sus socios progresistas con el dinero de todos los españoles. Ni cuando ganan las izquierdas son capaces de gobernar. Señor Sánchez, no se confíe porque le va a ir muchísimo peor que lo que sus Redondos le susurran”, en alusión al jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, a quien señalan como el encargado de dirigir sus designios a golpe de encuestas.

Desde la bancada de Unidas Podemos fue la portavoz parlamentaria, Ione Belarra, quien siguió defendiendo la idea de coalición y lamentó que “la gente está estupefacta ante la pérdida de tiempo de cinco meses, con propuestas que valían en julio y ya no. Que caducan como un yogur. La gente puede pensar que ustedes querían elecciones para gobernar con su querido Albert Rivera”. Un líder de Ciudadanos que, como Pablo Iglesias, no dirigió personalmente ayer preguntas al Gobierno. Tampoco lo hizo Santiago Abascal, posición que no supieron explicar desde Vox, formación que prefirió interpelar al ministro en funciones de Administraciones Públicas, Luis Planas, sobre las medidas contra la “ofensiva golpista” en Catalunya. Entre tanto, Belarra siguió cuestionando al PSOE. “¿Por qué no quieren gobernar con Unidas Podemos?”, preguntó. “No quieren porque saben que si estamos nosotros en el Gobierno no pueden hacer lo que quieran en materia económica. ¡Aclarémoslo!”, zanjó. Y Calvo contraatacó con el “escollo” de Iglesias, aunque éste ya se apartó en el primer intento de investidura. “No ha sido posible el acuerdo porque si su líder no estaba en el Gobierno rompían la baraja”, señaló. Mientras, Rivera se dedicó a poner sobre la mesa su oferta de turno diaria, esta vez dirigida al PP una vez se abran las urnas. Todo muy digno de escenas de matrimonio en pleno divorcio de los ciudadanos con sus políticos.