BILBAO - Hiperactivo e incansable en su labor, Gonzalo Boye hace un alto en el camino para presentar en Bilbao su libro (Y ahí lo dejo. Crónica de un proceso) y explicar los entresijos de su defensa al expresident en Europa.

¿Por qué aconsejó a Carles Puigdemont exiliarse?

-Ellos ya habían tomado la decisión y yo no lo sabía. Pero me parecía que era la única fórmula de poder defenderles adecuadamente. De hecho, si no hubiese existido el exilio, hoy ni siquiera estaríamos viendo el juicio retransmitido.

En su libro, la Justicia española sale muy mal parada en todo el proceso desde octubre de 2017. ¿Niega la separación de poderes?

-No, yo me refiero a las altas instancias jurisdiccionales españolas: la Audiencia Nacional y el Supremo. Creo que existe esa separación, pero no en la forma de designar a los magistrados. Tampoco hay contrapesos, no hay checks and balances, en las altas instancias, porque el control de su actividad recae exclusivamente dentro del mismo poder judicial.

A pesar de los reveses a la Justicia española en Europa, el apoyo a la causa catalana no se ha evidenciado en los estados miembro.

-Depende de lo que se considere apoyo. Hasta el momento, la Justicia de todos los países en los que hemos estado nos ha reconocido que evidentemente los hechos no son delictivos.

Pero no se ha trasladado a las esferas políticas.

-Yo creo que Europa es un motor diésel, las cosas van más lentas. Pero también ha habido muchas cosas que no se saben y se sabrán, y que son claros apoyos.

Puigdemont vuelve a la palestra ahora con su candidatura a las europeas, en otro esfuerzo por internacionalizar el ‘procés’.

-Nosotros vamos a aprovechar todas las oportunidades que haya, todas, y evidentemente creemos que el Estado, o algunos espontáneos del Estado, cometen errores como intentar dejar fuera de las elecciones al president Puigdemont y a los consellers. Yo creo que es positivo que Catalunya, tengo una voz propia, directa y clara en el Parlamento Europeo, y esa es la que representan Puigdemont y los consellers en el exilio.

Los tribunales han dado la razón a Puigdemont y dado luz verde a su candidatura. ¿Ha quedado en evidencia la Junta Electoral Central?

-La Junta no, un sector de ella que ha actuado contra el derecho, contra el sentido común y contra los principios democráticos. Ese sector no solo ha quedado en evidencia, sino que se ha puesto en la ilegalidad.

¿Es notoria la división en la Junta?

-Hay un voto particular de cuatro magistrados, de cuatro de los miembros de la Junta. Es evidente que están divididos, entre unos que creen que todo vale y otros que no.

¿Sigue Puigdemont con ánimos de hacer política después de todo este periplo?

-Él es muy consciente del rol histórico que le corresponde y lo va a jugar, lo está jugando ya. Yo creo que eso es positivo para Catalunya y es positivo también para España. Creo que el caso del procés lo que está poniendo en evidencia es una Transición inconclusa. Y qué mejor que concluirla, avanzando hacia una democracia plena. Yo creo que el problema aquí está en que nos hemos autocomplacido con una parte de lo que es un sistema democrático sin interiorizarlo y sin introducirlo en la genética de la sociedad.

Pero, ¿puede un movimiento netamente independentista lograr que la democracia avance en el Estado?

-Yo creo que sí. Entre otras cosas, porque no hay nada más democrática que el derecho a decidir. El día en que se respete el derecho a decidir de las minorías del Estado español, ese día probablemente habremos alcanzado una democracia plena.

Insiste en que Puigdemont podrá recoger el acta sin regresar a Madrid.

-Él va a tener inmunidad desde el momento en que sea proclamada su elección. Si es que es elegido, porque aquí todo el mundo da por hecho que él va a ser elegido, pero para que te elijan eurodiputado se necesita contar con muchos miles de votos.

En el supuesto de que logre el escaño, ¿barajan que regrese a por el acta y fiarlo todo a una supuesta inmunidad?

-La inmunidad está absolutamente clara, el relato es el que no está claro. Había un relato interesado que decía que Puigdemont no podía ser candidato y ahora otro que dice que no va a tener inmunidad. Pero también hubo un relato interesado que decía que Alemania le iba a entregar, que Bélgica le iba a entregar, otro relato que dice que esto fue una rebelión, que fue una malversación? Yo creo que estamos viviendo de relatos y eso no es muy sano para ningún Estado.

Un informe del Parlamento Europeo encargado por su presidente Antonio Tajani dice que Puigdemont no tendría inmunidad sin recoger el acta.

-Nosotros ya le hemos pedido por escrito al señor Tajani el original de ese informe, porque es un informe apócrifo que no está encabezado ni firmado por nadie y no consta que se haya publicado por los servicios jurídicos del Parlamento Europeo. Es más, es un informe que los servicios jurídicos del Parlamento jamás habrían emitido.

¿Estamos ante un informe ‘fake’?

-Es un informe que no es de los servicios jurídicos, que siempre emiten documentación perfectamente identificable. Resulta que en este caso, lo que tenemos es con un informe que ni siquiera está firmado y que los propios servicios jurídicos no reconocen haberlo hecho, porque si no, no estaría solo en inglés, estaría colgado en todos los idiomas de la Unión en la web del Parlamento. Cuando algo es incolgable es porque es inexistente.

Dice también en el libro que Llarena ha sido vuestro mejor aliado con la Justicia europea

-Sin duda, nadie nos lo iba a poner tan fácil como nos lo ha puesto él. Tiene un desconocimiento del derecho europeo y también una arrogancia impropia de los juristas. Los juristas tenemos un problema, y es que la ley admite múltiples interpretaciones. Entonces, creerse dueño de la verdad siempre lleva a cometer errores.

¿Espera una reflexión o autocrítica por parte de la Justicia española tras los reveses en Europa?

-Yo siempre he sido muy claro en que no hay que hacer una crítica a la Justicia española sino a las altas instancias jurisdiccionales españolas, llámese Audiencia Nacional o Tribunal Supremo. Yo creo que ellos no van a hacer ninguna autocrítica, esta autocrítica la van a tener que hacer los europeos al poner las conclusiones.

¿Quién financió todo el despliegue internacional jurídico que relata en su libro?

-La solidaridad de los catalanes.

¿Hubo fondos de la Generalitat o de los partidos catalanes?

-En absoluto, y está demostrado. Pero esta pregunta es como preguntarle a un periodista cuáles son sus fuentes.

En su relato parece que el trabajo de defensa de los exiliados fue impecable, pero algún fallo cometerían.

-Muchos, muchos. Pero lo que nosotros hemos tenido, a diferencia de lo que le pasa a Llarena y al Supremo, es una capacidad de autocrítica. En mi caso es por formación marxista, que me lleva a analizar siempre las cosas, y con los abogados de fuera siempre me he sentado a analizar. Era terminar una etapa y analizar en qué nos habíamos equivocado. Hicimos una crítica interna despiadada y esos fallos no los hemos vuelto a cometer en la siguiente etapa.

¿Le ha pasado factura el haber defendido a los exiliados?

-Sin duda, todos los días. A mí, a mi familia y a todos los que trabajamos en el despacho. Estamos tratando de ver cómo paliarlo, pero por otra parte nosotros no nos vamos a amedrentar por una cosa que es clara: existe un derecho a defenderles y les vamos a dar la mejor defensa posible. Este es un procedimiento tan complejo que lo que tienes que tener es un convencimiento claro de que estás en el lado correcto de la historia. Nosotros lo tenemos.