Bilbao - “La primera imagen que me vino a la mente cuando conocí la noticia de su muerte no fue ninguna cosa política, ningún mitin ni nada así, sino que Arzalluz, cada vez que iba de su casa a Sabin Etxea pasaba por Zubi Zuri y allí había un chaval, un punki que estaba pidiendo con un perro, y siempre le daba unas monedas y se quedaba un rato a hablar con él, le vi varias veces y siempre me preguntaba de qué hablará Arzalluz con ese chico. Me llamaba la atención”, cuenta el periodista Javier Vizcaíno al describir su relación con el histórico político nacionalista.

¿Usted era de los periodistas que esperaban algún desplante por parte de Xabier Arzalluz?

-Coincidí con él en multitud de actos y le hice muchas entrevistas pero nunca llegué a tener una relación de confianza. Conmigo era una persona muy correcta, sí podía llamar la atención que, como daba esa imagen de ser hosco y distante, luego, en el plano corto comprobabas que no lo era, era una persona muy atenta a los detalles y si le estabas haciendo una entrevista, en el antes y el después, siempre te preguntaba por otras cosas que le llamaban la atención.

¿Diría que había una persona y un personaje?

-Además del contacto personal yo tuve un conocimiento indirecto sobre él, porque en los años en los que hacía El cocidito madrileño no te imaginas la cantidad de horas que me he tenido que tragar de gente que le ponía a caldo, porque para ellos era el Anticristo. Arzalluz, junto con Setién e Ibarretxe, era uno de los tres personajes que más odio, un odio visceral, llegaban a generar.

Pero daba titulares.

-Lanzaba el mensaje cuando quería. Había entrevistas en las que pensaba: seguro que dice algo gordo, y no, ese día se dedicaba a teorizar. Otras veces tenía ganas de soltar y te daba el titular.