Las elecciones que se celebrarán el 26 de mayo en Siria han desatado una oleada de rechazo, desde la desvinculación de la ONU por considerar que no forman parte del plan de paz que auspicia desde 2015 y el anuncio de varios países que no reconocerán sus resultados, hasta los llamamientos de la oposición en el exilio a no validar la “farsa”.

Se espera que el actual presidente, Bachar al Asad, cuya mandato peligró durante la pasada década pero ahora está firme en el poder, salga reelegido en unos comicios a los que también concurren un exviceministro de Asuntos Parlamentarios, Abdulá Salloum Abdulá, y Mahmud Marai, un líder de la oposición interna tolerada por Damasco. Sin embargo, la principal alianza opositora en el exterior, la Coalición Nacional Siria (CNFROS), ha insistido en que la cita electoral, a la que por ley no puede concurrir este y otros grupos exiliados, es una “farsa total” y carece de “valor legal, político y legítimo”.

La CNFROS aboga por celebrar unos comicios con presencia de observadores internacionales y en los que “todos” los sirios puedan votar -la cita sólo tendrá lugar en las áreas bajo el control del Gobierno y quedan excluidos varios territorios del norte-, sin la participación del “criminal de guerra” Al Asad.

la onu se desvincula

En un llamamiento a no reconocer las elecciones ni sus resultados, el presidente de la alianza opositora, Nasr al Hariri, envió esta semana una carta a 75 países y siete organizaciones internacionales para denunciar que el proceso no se adhiere a las resoluciones de la ONU sobre el conflicto sirio. “Este proceso está teniendo lugar bajo el control de los servicios de seguridad e inteligencia del régimen, y su resultado es bien conocido y fue preparado de antemano en base a la Constitución ilegal de 2012”, indicó Al Hariri en la misiva cuyo contenido fue distribuido por la CNFROS. La oposición rechaza esa Carta Magna, que concentra el poder en manos del presidente, por lo que varios sectores opositores están negociando en Ginebra con el Ejecutivo la redacción de un nuevo texto.

El comité constitucional forma parte de un plan de paz adoptado por Naciones Unidas en 2015, fue lanzado en 2019 y debería llevar a la celebración de elecciones transparentes en Siria y culminar en la resolución política del conflicto que afecta al país árabe desde hace una década.

El propio enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, dejó claro a finales de abril ante el Consejo de Seguridad que el organismo no está involucrado en el proceso electoral del día 26 de modo alguno. Pedersen destacó la importancia de alcanzar una solución “negociada y política” al conflicto en Siria en base a la resolución adoptada en 2015, que prevé la celebración de elecciones “libres y justas de acuerdo a una nueva constitución, bajo la supervisión de Naciones Unidas”. También ante el Consejo de Seguridad a finales del mes pasado, varios países como Reino Unido o Francia expresaron su rechazo a los comicios. Entre ellos estuvo la representante de EEUU ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, quien alertó de que la cita electoral no será “libre ni justa y no será representativa del pueblo sirio”.

“Tras cinco rondas de negociaciones y pese a la diplomacia activa del enviado especial con todas las partes, el régimen de Al Asad ha bloqueado la redacción de una nueva Constitución”, agregó Thomas-Greenfield.

Varias organizaciones sirias fuera del país sostienen argumentos similares, como la Red Siria para los Derechos Humanos que alega que Al Asad no debería ser aceptado por su “implicación en crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra” durante el conflicto armado que estalló tras la represión brutal de las protestas de la Primavera Árabe en 2011.