Las elecciones anticipadas del martes han dado un tumbo a la política de la isla, dando la victoria al partido de izquierdas Inuit Ataqatigiit (IA). Socialista, ecologista y partidario de la independencia de Groenlandia -territorio autónomo de Dinamarca-, se ha impuesto con un 36,6% de los votos, once puntos más que en los comicios de 2018 y siete puntos por encima del socialdemócrata Siumut, que ha liderado todos los gobiernos desde que la isla consiguió la autonomía en 1979, excepto uno.

El IA ha centrado su campaña en el rechazo a la extracción de uranio de la mina de Kuannersuit, que podría convertirse en la principal fuente de tierras raras de Occidente. Por ello, el proyecto minero a gran escala que podría convertir a Groenlandia en el mayor productor occidental de tierras raras parece enterrado después del triunfo socialista y el rechazo de la mayoría.

La riqueza mineral y petrolera del subsuelo de Groenlandia apareció como fuente más evidente, pero las expectativas se desplomaron por la crisis económica y el elevado coste por las dificultades de extracción en un país con el 80% de su superficie cubierta por hielo.

El proyecto minero de la australiana Greenland Minerals (con capital chino) promete cientos de empleos e ingresos fiscales anuales de 200 millones de euros, pero ha dividido a la sociedad por los posibles efectos medioambientales de almacenar material radioactivo. El líder del IA, Múte B. Egede, lo dejó claro: “Dijimos que pararíamos el proyecto de Kuannersuit y los electores han dicho que están en contra. Hay que escuchar al pueblo. No se va a hacer”.

“Veo difícil otra salida que no sea el cierre, la población ha hablado claro y el IA ha ganado de forma rotunda”, declara Sara Olsvig, investigadora de la Universidad de Groenlandia y líder de ese partido entre 2014 y 2018.Su postura sobre el proyecto es la principal causa del triunfo, que explica que haya ganado además la alcaldía en la zona afectada, pero el deseo de estabilidad de los groenlandeses tras años de escándalos y elecciones anticipadas ha sido clave, cree Olsvig.

El cierre al proyecto, en fase de audiencia pública, no implica el fin de la aventura minera de Groenlandia, dice Ulrik Pram, del Instituto Danés de Estudios Internacionales, recordando que el IA solo se opone a aquellos en los que se extraiga uranio y otros elementos radioactivos como material derivado.

De la misma opinión es Olsvig, que no cree que el cierre ahuyente a las mineras, que aceptaron en 2011 una cláusula que permite retirar un permiso de extracción si una mayoría política lo apoya.

El Parlamento groenlandés derogó en 2013 la prohibición de extraer materiales radioactivos como producto derivado por una estrecha mayoría, con el Siumut gobernando, un factor que Olsvig cree ha contribuido a crear “inestabilidad” en la política minera.

La gran riqueza en tierras raras de Groenlandia debería seguir siendo lo atractiva, dada la importancia de estos elementos para la industria electrónica y armamentística, además del interés de Occidente en reducir su dependencia de China.

El fin de Kuannersuit y la correspondiente pérdida de ingresos suponen un freno a la independencia de Dinamarca, opción que defiende la mayoría de partidos, incluido el IA, aunque difieren en cómo y cuándo.

“Ha habido una recalibración. La mayoría quiere ser independiente pero sin perder estándar de vida. En los últimos años ha dominado una retórica para fijar una fecha, pero los electores no piensan en una independencia para mañana, sino en que antes haya desarrollo económico y humano”, apunta Pram.

Olsvig cree que se puede impulsar un desarrollo “más sostenible y orgánico”, para la minería y otros sectores, que se centre en mejorar elementos del estado de bienestar como la educación.