Suruç (frontera turcosiria) - “Nadie quiere a los kurdos”. Es el lamento que más se escucha en las calles de Suruç, un municipio fronterizo de la provincia turca de Sanliurfa, a pocos kilómetros de la ciudad de Kobani, en el lado sirio. Suruç es territorio kurdo: prácticamente no se escucha una palabra en turco en los cafés. Aquí ha sentado muy mal la ofensiva que Ankara lanzó el miércoles pasado contra las milicias kurdas Unidades de Protección del Pueblo (YPG) en el noreste de Siria. “Europa no nos quiere. ¿Por qué no le para los pies al Gobierno turco?”, pregunta el dueño de una ferretería.

Otros le echan la culpa a Estados Unidos, que esta semana anunció la retirada de sus tropas de la zona, aunque hay quien reconoce que sin el respaldo de Washington, las YPG no habrían podido hacerse con el territorio que controlan hoy. El grueso de la ofensiva se centra en dos municipios cientos de kilómetros más al este, en las ciudades de Tal Abiad y Ras al Ain, donde hay una importante población árabe, pero Kobani tampoco ha quedado al margen de la guerra. “Ayer escuchamos continuos disparos de artillería, y duró buena parte de la noche”, relata un parroquiano. “Pero no parece que haya habido invasión terrestre por aquí, no nos consta”, agrega.

El Ejército turco continuó ayer, y por cuarto día, su ofensiva contra las milicias kurdas en el noreste Siria y proclamó su primera victoria importante al tomar, supuestamente, la ciudad fronteriza de Ras al Ain.

La televisión turca difundía imágenes proporcionadas por las Fuerzas Armadas que muestran a militares y combatientes sirios aliados con Ankara en el interior de la ciudad, y apoderándose de un tanque de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), las milicias kurdas que Turquía quiere expulsar del norte de Siria. Sin embargo, durante todo el día hubo bombardeos e incluso tiroteos desde Ceylanpinar, la ciudad turca situada a pocos cientos de metros de Ras al Ain, lo que parece indicar que los combates continuaban en la tarde del sábado en la zona.

Convoyes de tanques se dirigieron a la frontera para reforzar la ofensiva, mientras que del otro lado volvieron algunas camionetas con combatientes heridos del llamado “Ejército Nacional Sirio” (ENS), el nombre bajo el que combaten las milicias sirias aliadas con Ankara. La mayoría de estos milicianos islamistas provienen del oeste de Siria y se han trasladado por territorio turco hasta Ceylanpinar para participar en la ofensiva.

El Ejército turco ha asegurado, además, haber avanzado hasta la carretera M4 que recorre el norte de Siria de este a oeste a una veintena de kilómetros de la frontera. Eso permite cortar los suministros que puedan enviarse desde la ‘capital’ de Rojava (Kurdistán sirio), Qamishli, a Manbech, la cabeza de puente que las YPG han establecido al oeste del Éufrates. En medio queda la ciudad kurda de Kobani, famosa por haber resistido durante meses en 2014 al asedio del Estado Islámico (EI). Si Ras al Ain y sobre todo Tal Abiad, donde se concentra la ofensiva turca en estos momentos, tienen una importante población árabe no siempre favorable a la presencia del YPG, Kobani es una ciudad kurda que intentará resistir.

En Suruç casi todos tienen familiares en Kobani. La población a ambos lados de la frontera es la misma, aunque hace años que no pueden reunirse. “A veces nos citamos en colinas cerca de la valla y así al menos podemos vernos mientras hablamos por teléfono”, relata un vecino. Por eso, los bombardeos turcos se sienten entre los vecinos de Suruç como si cayesen aquí mismo.

“Los civiles ahora están huyendo todos de Kobani, se van a los pueblos pequeños. En la ciudad solo quedan las milicias YPG para hacer frente a los militares turcos. Combatirán”, asegura un electricista de Suruç.