Paría - El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha decidido enfrentar al mundo con su retórica contra la “histeria ambientalista”, mientras la Amazonía arde e importantes líderes del planeta exigen medidas urgentes para atajar el desastre ecológico. Precisamente ante la alarma internacional, Bolsonaro, firmó ayer un decreto mediante el cual autoriza el empleo de las Fuerzas Armadas en el combate a los incendios forestales desatados en la Amazonia.

El decreto fue anunciado en momentos en que crece la presión de la comunidad internacional contra Bolsonaro, cuyas políticas para la Amazonia apuntan a liberar la explotación comercial de la minería, la agricultura y el turismo en ese paraíso medioambiental.

La más dura crítica fue dirigida por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ayer aseguró que Bolsonaro “mintió” sobre sus compromisos con la protección del medioambiente y amenazó con vetar el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Mercosur si Brasil no garantiza el cuidado de la Amazonia.

Precisamente la catástrofe amazónica sea debatida en la Cumbre que el G7 que comienza hoy en Biarritz. Esa cuestión, recuerdan en París, era uno de los condicionantes para que Francia pusiera su firma bajo un pacto que despierta susceptibilidades también en lo referente a la protección sanitaria de los productos, que transitarán de forma más libre cuando se aplique. “Dada la actitud de Brasil estas últimas semanas, el presidente (francés) solo puede constatar que el presidente Bolsonaro le mintió durante la cumbre de Osaka” del G20, afirmó el Elíseo.

En aquel encuentro, Macron logró que Bolsonaro se sumara a los compromisos en materia medioambiental, lo que dejó aislado por tercera vez al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero París considera que Bolsonaro no está respetando lo acordado, como pone de manifiesto su dejadez frente al avance del fuego en la Amazonía, un fenómeno más grave que otros años.

Macron recibió un inmediato respaldo de la canciller alemana, Ángela Merkel, quien a través de su portavoz, Steffen Seibert, dijo que la situación en la Amazonía “es preocupante y amenaza no sólo a Brasil, sino al mundo entero”.

La actitud es más conciliadora en Bruselas, donde consideran el acuerdo UE-Mercosur como una herramienta para convencer a Brasil de respetar sus compromisos medioambientales. “Esto es lo mejor que podemos hacer para crear compromisos legalmente vinculantes con países que queremos que respeten nuestros estándares medioambientales”, aseguró la portavoz de la Comisión Europea Mina Andreeva, que recordó que ese acuerdo es el primero que compromete a los firmantes a cumplir con el Acuerdo de París de 2016.

El secretario general de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, también se ha sumado al clamor global y ha declarado que, “en medio de una crisis climática internacional, no podemos permitir que se produzcan más daños en una importante fuente de diversidad y oxígeno”.

Bolsonaro, sin embargo, ha decidido enfrentar al mundo, culpar a Macron de tratar el asunto con “sensacionalismo” y denunciar que su intención de llevar esa crisis al G7 “evoca una mentalidad colonial que ya no tiene lugar en el siglo XXI”.

También ha insinuado que está en marcha una campaña global contra la “soberanía” brasileña, un discurso que ha enfatizado el canciller Ernesto Araújo, quien en mensajes publicados en Twitter ha sugerido que ese movimiento es impulsado por el Foro de Sao Paulo, que agrupa a partidos de izquierda de América Latina. “Incapaz de convencer a los brasileños”, el Foro de Sao Paulo “recurre a sus aliados de la prensa internacional y a la caja de resonancia de ambientalistas radicales, manipulados por décadas de propaganda, para atacar al país y cuestionar su soberanía”, escribió el canciller.

Ese discurso fue reforzado por el ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni. “No podemos ser ingenuos. Los europeos aprovechan el asunto del medioambiente para imponer barreras al crecimiento y al comercio brasileño de bienes y servicios”, declaró.

Más allá de la retórica, los propios datos oficiales reconocen que la Amazonía enfrenta los peores incendios en la última década, frente a lo cual Bolsonaro busca culpables sin que el Gobierno sepa precisar el verdadero origen de las llamas. Primero afirmó sin pruebas que eran provocados por organizaciones no gubernamentales supuestamente dirigidas por potencias mundiales que pretenderían apoderarse de la riqueza amazónica. Luego admitió que -como sostienen las ONG- hacendados que buscan ampliar las fronteras agropecuarias también pudieran haber desatado los incendios. Sin embargo, los grupos ecologistas afirman que el origen de las llamas está en las políticas de Bolsonaro, quien ha recortado los presupuestos para la protección de la Amazonía y ha anunciado su intención de explotar comercialmente la riqueza de ese bioma, alentando a los hacendados a promover los incendios.

Mientras, las llamas han desatado densas nubes de humo con cierto grado de toxicidad que ya han llegado a otros países, como Perú, y cubierto muchas ciudades de Brasil, como Porto Velho, en el corazón de la Amazonía, que ayer amaneció oscurecida por ese fenómeno, constató Efe.