MADRID. El viceministro de Salud, Zaza Bojua, ha informado de que "un total de 240 personas, incluidos 80 policías, han sido hospitalizados" de los cuales 102 aún continúan internados. "Ahora mismo están en marcha dos intervenciones quirúrgicas", ha añadido tras visitar la clínica Ingorokva, según informa la agencia InterPress, precisando que dos manifestantes han perdido un ojo.

Los disturbios se han producido después de que la marcha se dirigiera al Parlamento georgiano, donde los agentes de la Policía han lanzado gas lacrimógeno y han disparado pelotas de goma contra los manifestantes hacia las 2.00 horas. Una hora antes, el Ministerio del Interior de Georgia había emitido un comunicado en el que aseguraba que la manifestación había ido "más allá de la libertad de expresión y la asamblea pacífica".

El detonante de las protestas ha sido la presencia en el Parlamento del diputado ruso Sergei Gavrilov al frente de una delegación de su país para participar en una reunión de la Asamblea Interparlamentaria de la Ortodoxia (AIO). En particular, habría molestado el hecho de que Gavrilov, al que algunos medios georgianos acusan de apoyar a los separatistas de la región de Abjazia, se sentara en el sillón del presidente de la Cámara durante le foro.

La influencia de Rusia sobre Georgia continúa siendo un tema políticamente sensible. Tropas rusas y georgianas se enfrentaron durante unos pocos días en 2008 por el control de las regiones de Abjazia y Osetia del Sur, en el marco de un conflicto que aún despierta recelos en Georgia, donde los actuales líderes políticos siguen mirando de reojo al vecino del norte mientras intentan dar pasos hacia foros occidentales.

Georgia, escenario histórico de pulsos entre distintas potencias, se convirtió de nuevo tras la caída de la Unión Soviética en un foco de disputa. Independiente desde 1991, el creciente interés estadounidense por un país que aspiraba a salirse de la órbita rusa generó los primeros recelos en Moscú, reacio a perder la influencia de la que venía gozando desde el siglo XIX.

A corto plazo, no existen perspectivas de mejora de las relaciones entre Tiflis y Moscú. Georgia busca unirse a la Unión Europea y la OTAN, una cuestión a la que se opone el Gobierno ruso.

LA PRESIDENTA ACUSA A RUSIA

La presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, ha señalado con el dedo a Rusia por lo ocurrido, acusándole de "enemigo y ocupante" y de tener a una 'quinta columna' detrás de los violentos disturbios registrados en la capital, que amenazan con dividir al país, según informa Reuters. La mandataria, que se encontraba de visita en Bielorrusia, ha suspendido el viaje para regresar a Georgia, informa la agencia InterPress.

Por su parte, el primer ministro, Mamuka Bajtadze, ha responsabilizado a la oposición. La sede de su partido, Sueño Georgiano, en la avenida Rustaveli, ha sido asaltada por algunos de manifestantes, que han quemado banderas de la formación, según el portal Civil.ge.

En declaraciones tras una reunión en la sede del partido, Bakhtadze ha reconocido "graves errores" en la gestión de la visita de la delegación rusa que han sido motivo para "una protesta justificada" pero luego las autoridades han "eliminado" el motivo de la protesta con la marcha de la delegación rusa del Parlamento y después del país.

En este sentido, ha considerado que a última hora de la tarde la protesta se ha visto "manipulada por fuerzas políticas destructivas que fueron más allá del marco constitucional". Según el primer ministro, el opositor Movimiento Nacional Unido, "que clama venganza", "organizó una violencia masiva" e "irrumpió en el Parlamento".

Ha sido tras esta acción de "fuerzas políticas destructivas" cuando la Policía se ha visto obligada a actuar "en el marco de la ley". "Nuestra labor ahora es rebajar la situación", ha añadido Bakhtadze. Según los medios locales, la calma parece haber retornado a la capital.

La ONG Human Rights Watch (HRW) ha instado a las fuerzas de seguridad a instruir a la Policía para que se adhiera a las normas sobre el uso de la fuerza bajo el Derecho Internacional. La normativa requiere que las fuerzas de seguridad utilicen estrictamente fuerza proporcionada en respuesta a cualquier amenaza que supongan los manifestantes.

"Los agentes antidisturbios pueden tomar medidas legítimas para prevenir que la multitud provoque daños en el Parlamento, pero están obligados a respetar los Derechos Humanos a la hora de hacer uso de la fuerza, lo que incluye balas de goma y gases lacrimógenos", ha expresado el director adjunto de HRW para Asia Central e Europa, Giorgi Gogia.

"No han hecho eso a la hora de responder a la situación frente al Parlamento. Mientras esa situación se desarrolla, es crucialmente importante que la Policía se adhiera a esos estándares", ha manifestado. "Aunque la Policía tenga motivos para tratar de dispersar protestas ilegales no tienen carta blanca para hacerlo de forma violenta", ha resaltado Gogia.