Colombo - Sri Lanka comenzó ayer a enterrar a las víctimas de los atentados del Domingo de Resurrección a tres iglesias y tres hoteles de lujo, en una emotiva jornada. En la ciudad occidental de Negombo, como en Colombo y Batticaola (este), se celebraron entierros en masa de algunos de las 321 fallecidos en los atentados, en especial las que se encontraban en las iglesias atacadas. Junto a la iglesia de San Sebastián de Negombo, una de las localidades con mayor población cristiana del país de mayoría budista, se celebró una ceremonia religiosa en presencia de familiares de víctimas y vecinos que culminó en el entierro de una treintena de ataúdes en un cementerio cercano.

“En el cementerio vamos a enterrar unos treinta ataúdes hoy, y mañana y pasado mañana continuarán las ceremonias con otros cuerpos también”, explicó Sulanga Warnakulasuriya, uno de los sacerdotes de la localidad.

Los féretros fueron enterrados prácticamente unos junto a otros, con flores y números como único adorno, ante la viva emoción de algunos de los familiares, que no pudieron contener las lágrimas.

Tras los atentados del domingo, que también dejaron 521 heridos, el Gobierno decretó ayer martes como una jornada de luto nacional con banderas a media asta en edificios públicos.

A las 08.45 (02.45 GMT), la misma hora a la que tuvieron lugar los atentados el domingo, se celebraron también concentraciones silenciosas como señal de respeto a las víctimas.

Las autoridades isleñas están investigando un posible vínculo internacional, ya que no creen que una organización pequeña pueda haber organizado unos atentados tan sofisticados y con tanta coordinación.

El viceministro de Defensa de Sri Lanka, Ruwan Wijewardene, anunció ayer en el Parlamento que el Gobierno está barajando si los atentados islamistas pudieron ser una reacción a la matanza de Christchurch, en Nueva Zelanda, donde un supremacista blanco mató en dos mezquitas a 50 personas.

a modo de Represalia “Hemos recibido información de que este ataque fue en represalia a Christchurch en Nueva Zelanda. Lo estamos investigando”, reveló en una intervención en el Parlamento.

Al menos 45 de los 321 muertos en los atentados múltiples eran niños, y un número similar de menores sufrieron heridas graves, reveló ayer el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Por otra parte, 38 de los fallecidos en los diversos atentados son de origen extranjero, mientras que otros 19 resultaron heridos, según los últimos datos disponibles.

La muerte de los extranjeros preocupa a las autoridades de Sri Lanka, un país que ha experimentado recientemente un auge del turismo.

“Esto tendrá un impacto en el sector del turismo, por el momento estamos examinando el asunto”, afirmó ayer el primer ministro, Ranil Wickremesinghe.

“Por el momento algunos turistas han partido, lo que es comprensible, pero queremos darles una señal de que la situación está completamente bajo control”, añadió. En Sri Lanka la población cristiana representa el 7,4%, mientras que los budistas son el 70,2%, los hinduistas el 12,6% y los musulmanes el 9,7%, según datos del censo de 2011. Sin embargo, atentados de esta magnitud no habían tenido lugar en Sri Lanka desde la guerra civil entre la guerrilla tamil y el Gobierno, un conflicto que duró 26 años y finalizó en 2009, y que dejó, según datos de la ONU, más de 40.000 civiles muertos.

Una sucesión interminable de banderas blancas adornan la carretera entre Colombo, la capital de Sri Lanka, y una de las iglesias de Negombo, núcleo cristiano de esta nación mayoritariamente budista, donde un atacante suicida hizo detonar su carga el domingo matando a decenas de personas.

el luto blanco El blanco, color de luto, lo invade todo y realza la sotana púrpura del cardenal que oficia en el patio de la iglesia los últimos ritos frente a tres ataúdes, que forman parte de los 321 fallecidos en una serie de ataques coordinados, los primeros que serán enterrados en un cementerio próximo. Al funeral, que se oficia dos días después de los sangrientos atentados simultáneos contra tres iglesias y tres hoteles de lujo en el país que también dejaron mas de 500 heridos, acudieron cientos de personas en esta ciudad a una hora de Colombo.

A la ceremonia asisten padres, madres y familiares -que mantienen la compostura o a duras penas consiguen andar por el dolor de haber perdido a sus seres queridos-, religiosos y una multitud de periodistas llegados de todo el mundo.

Pero también hay muchos otros que como Suraj Silva, un joven cristiano, simplemente se han acercado para mostrar su solidaridad.

“De hecho, no soy de esta zona sino que vivo algo lejos. Me siento muy triste por las víctimas, por eso he venido (...), tengo una muy mala sensación”, explica.

Silva presencia la ceremonia, los féretros que entran y salen, bajo una carpa instalada en el patio de la iglesia de San Sebastián. La explosión en Negombo, donde murieron la mayor parte de las víctimas, tuvo lugar el Domingo de Resurrección durante el servicio de las nueve de la mañana y destrozó bancos y tejas hasta dejar el recinto inutilizable.

Con el telón de fondo de un Ave María recitado en sinhala, uno de los idiomas locales, Silva admite que “como católico” no aprecia la violencia. “Tenemos que parar este tipo de acciones”, dice, al recordar que no esperaba actos así diez años después del final de la guerra civil entre los tigres tamiles y el Gobierno, que se cobró 40.000 víctimas mortales en casi tres décadas de conflicto, según datos de la ONU.