El combativo presidente Trump está acostumbrado -y también preparado y quizá hasta deseoso- a que le lleven la contraria sus rivales demócratas, pero lo que probablemente no esperaba es que le contradigan sus correligionarios republicanos.

Es cierto que Trump tuvo poco en común con los republicanos antes de lanzarse a la aventura presidencial, hasta el punto de que parte de su familia no pudo votar a favor suyo en las primarias? porque no les dio tiempo a darse de baja de las filas del Partido Demócrata.

Pero las elecciones de hace más de dos años cambiaron todo esto y, como sus predecesores republicanos, él es ahora el líder del Partido Republicano y, naturalmente, la cabeza del gobierno.

Lo ocurrido en los últimos días no parece encajar demasiado con esta posición: los jefes de diversos departamentos de seguridad nacional, tan importantes como el FBI o la CIA, o incluso el Director Nacional de Inteligencia, estuvieron de acuerdo en posiciones que contradicen a Trump.

En una sesión del Congreso en que todos ellos participaron conjuntamente, aseguraron que la situación en lugares tan importantes para Estados Unidos como Irán, Rusia o Corea del Norte, no es la que presenta Trump. Y otro tanto opinan en cuanto al Estado Islámico, que según Trump está ya en las últimas pero a ellos les parece casi tan peligroso como antes.

Por lo que respecta a Irán, estos expertos opinaron que respeta los acuerdos nucleares, que según Trump están violando constantemente, mientras que no creen que Corea del Norte se avenga a eliminar su programa atómico, contrariamente a lo que prevé Trump, quien se prepara ya para otra cumbre con Kom Jong-un

Tampoco a Rusia la ven con los mismos ojos, pues Trump parece creer que se pueden mejorar las relaciones, quizá para separarla de China, mientras que sus máximos funcionarios de inteligencia opinan que Moscú y Pekín están a partir un piñón y más confabulados contra Washington que nunca.

Para el presidente la situación debe ser algo difícil, porque estos funcionarios no forman para el “estado profundo”, de las estructuras establecidas que se resisten a aceptarlo: todos ellos han sido nombrados por Trump.

Como broche a semejante situación, el Senado, controlado por los republicanos, le dio también calabazas esta semana: Una resolución, propuesta nada menos que por el presidente de esta Cámara, el republicano Mitch McConnell, expresaba su desacuerdo con la decisión de Trump de retirar las tropas norteamericanas de Siria. No hace falta decir que la resolución fue aprobada, pues los republicanos son mayoría? y nadie podía esperar que los demócratas se les opusieran para defender al presidente.

Pero si Trump se está quedando cada vez más solo en Washington, sus amigos de siempre no parecen abandonarle: algunos señalan que los expertos en seguridad pecan del mismo mal que sus predecesores y recuerdan que, en su día, fueron estos expertos quienes recomendaron al presidente George W Bush invadir Irak para eliminar unas inexistentes “armas de destrucción masiva”, que los rivales de Bush llamaban “de distracción masiva”.

Y el amplio sector de miembros de la religión “evangélica”, tan fervorosos del literalismo bíblico como de Trump, escuchan a la portavoz de la Casa Blanca quien asegura que Trump llegó a presidente por designio divino. Pero semejantes opiniones tal vez no le sirvan de mucho consuelo, porque el presidente no ha mostrado grandes inclinaciones religiosas.