LA ley de vida es la única dictadura que podrá con ellos. Son los últimos soldados vivos del Euzkadiko Gudarostea, ejército republicano del Gobierno Provisional de Euzkadi de 1936. Dieron respuesta espontánea hace 83 años a un golpe de Estado ejecutado por una parte de militares españoles sublevados contra el gobierno legítimo de la Segunda República.

A día de hoy, los que quedan con vida se pueden contar casi con los dedos de las manos. El pasado lunes fallecía en Bilbao José Moreno Torres, del batallón San Andrés de STV, de Portugalete, a los cien años, los mismos que cumplía un día antes el también gudari Gerardo Bujanda, preso en Santoña, refugiado y destacado político ya después de la Transición.

Resulta difícil elaborar una lista de esta naturaleza cuando se parte de cero porque nadie se dedica a ello. Por esa razón es un error afirmar cuando fallece un gudari o miliciano vasco que es “el último” en aquel ejército. Incluso prestigiosos diarios como The New York Times aseguraban a principios de 2019 que José Moreno Torres era “el último” soldado del lehendakari Jose Antonio Aguirre. Medios vascos, estatales e, incluso, internacionales han recogido su noticia y la han publicado como si de aquél último mohicano de película se tratara. Sin embargo, el irrepetible Moreno -el más activo en denunciar el franquismo hasta el último día- no ha sido el último.

El ostracismo al que se les relega de forma tanto social como oficial tras su lucha contra los totalitarismos es cuanto menos injusta. El gudari Moreno publicaba tan solo unos meses antes de morir esta opinión para la reflexión: “Mientras viva, seguiré luchando por quienes murieron durante la Guerra Civil y el franquismo. Hablan de ETA, pero tan criminales fueron los unos como los otros. ¡Se escribe más del PP que de los gudaris! Y otro ejemplo: el día de mi cumpleaños mi periódico felicita a Belén Esteban y a mí no. Y esto lo dice este gudari que aún vive. Llegado el día moriré muy triste por cómo están las cosas. ¿De cuánto ha servido lo que los gudaris luchamos en las trincheras contra el fascismo?”.

EL LEGADO DE JOSÉ MORENO Y como él piensan otros soldados nacionalistas vascos, socialistas, comunistas o anarquistas que aún viven, la mayoría con una mente prodigiosa a pesar de ser centenarios o rondar el siglo. No es empresa fácil, pero podemos confirmar que hasta el 1 de septiembre de 2019 continúan con vida, al menos, diez soldados del ejército vasco o Euzkadiko Gudarostea (no confundir con Euzko Gudarostea, que era el Departamento de Milicias Vascas del PNV). Si complicado es seguir la pista de los gudaris varones aún con vida, más difícil es seguir el rastro a las mujeres milicianas -que aunque pocas las hubo- que siguen entre nosotros. Una de las últimas guerrilleras vascas fue Julia Hermosilla Sagredo, de CNT.

El pasado domingo, el gudari y exparlamentario jeltzale Gerardo Bujanda era homenajeado en Donostia por su trayectoria y con motivo de que cumplía cien años. Fue gudari del batallón Saseta, del PNV. El decano de los soldados del 36 es el bilbaino nacido en Haro Eduardo Larrouy, de 106 años. “Yo era del batallón UGT 2. Para la sociedad la guerra fue un suceso más, pero los que vivimos sabemos lo duro que fue. Nos han olvidado totalmente en vida”, lamenta. Mateo Balbuena militó en el batallón comunista Leandro Carro. A sus 105 años, de forma sorprendente, continúa impartiendo charlas y escribiendo libros de economía y manifiestos.

Este listado del Euzkadiko Gudarostea (Ejército vasco creado el 7 de octubre de 1936) también aglutina al benjamín de todos y único de la Marina Auxiliar de Guerra de Euzkadi Juan Azkarate (Bou Araba), así como a Ignacio Ernabide y Andrés Egaña (batallón Loiola, del PNV), el superviviente del bombardeo de Durango Gregorio Urionaguena (batallón Eusko Indarra, de ANV) y Alejandro del Amo Díaz (batallón Meabe, de JSU), que proclama a los cuatro vientos “¡que una guerra así no vuelva a ocurrir!”. Este sestaoarra es hermano del capitán que dirigía el batallón Meabe 2, Enrique del Amo Díaz.

Pese a los denodados intentos, ha resultado imposible contactar con dos miembros más de aquel Ejército, pero todo apunta a que pueden seguir con vida. Se trata de Juan José Astobiza (del batallón Martiartu, del PNV) y Gabriel Nogues Martikorena (no está clara la afiliación). Tampoco se ha podido contrastar si otras personas aún con vida fueron miembros de este ejército del bando republicano, aunque, por el contrario, se han localizado otras biografías que estuvieron alineadas con el bando golpista. También los hay vivos.

A este registro actualizado cabe sumar tres nombres más, pero con matices. Dos soldados del batallón Gernika -última unidad del Gobierno vasco que actuó acabada la Guerra Civil- también siguen en pie de guerra. Son Javier Brosa, de Donostia y afincado en México, y Miguel Arroyo, burgalés residente en Iparralde.

Cada poco tiempo los últimos gudaris y milicianos en vida nos dicen adiós. Los más recientes han sido Moreno, Sagastibeltza, Usabiaga, Soreasu, Padín, Otxoa de Txintxetru, Bilbao, Izagirre, Gorriti... y otros tantos anónimos que no son recordados públicamente como se merecerían. “Cuando esta generación se haya perdido -subraya el fotógrafo Mauro Saravia, especializado en la materia-, partirá un pedazo del significado de libertad, resiliencia y amor. Probablemente en su ausencia volveremos a ver la guerra con perspectiva errada, romántica y heroica, pero seguiremos recordando las camisas a cuadros, los buzos y los tabardos con orgullo”.

Gerardo Bujanda

Eduardo Larrouy

Mateo Balbuena

Juan Azkarate

Gregorio Urionaguena

Ignacio Ernabide

Andrés Egaña

Alejandro del Amo

Juan José Astobiza

Gabriel Nogues

Javier Brosa

Miguel Arroyo