Visto desde este trocito del mapa, lo mejor de las elecciones de Madrid es que ya han pasado. Independientemente de lo que nos pueda gustar o disgustar el resultado, nos quitamos de encima un elemento generador de ruido y mala leche. Sí, cierto, seguramente para que aparezcan nuevos barrizales en la siguiente pantalla. Pero de momento, que nos quiten lo bailado. Ha sido y seguirá siendo entretenido y/o interesante el seguimiento de lo que ha pasado y lo que pasará, pero si separamos el trigo de la paja, lo ocurrido no va a tener gran influencia en el panorama político de la CAV y Nafarroa. Quizá, como apuntaba ayer Aingeru Epaltza en DIARIO DE NOTICIAS, quizá hasta nos puede servir de escarmiento en cabeza ajena o como vacuna. Añadiría yo que más en la demarcación foral que en la autonómica, donde los partidos triunfadores en Madrid son una simple excrecencia.

¿Y no podría afectarnos, aunque fuera en segunda derivada, el efecto que tendrá sobre la gobernabilidad del Estado? Como acaba de decir Aitor Esteban en Onda Vasca, verdes las han segado. Por más ruido celebratorio que haya, ahora mismo PP, Vox y los restos de serie de Ciudadanos están lejos de crear algún quebradero de cabeza a Pedro Sánchez en las Cortes españolas. De hecho, si el inquilino de Moncloa y sus últimamente fallones asesores barajaban adelantar una convocatoria electoral, ahora se cuidarán mucho de hacerlo. Y si saben leer, sabrán valorar también a las formaciones que lo mantienen donde está, entre ellas PNV y EH Bildu. Miren: ahí sí ya encontramos una posible influencia de lo de ayer. Sería gran noticia que Sánchez supiera cuidar a sus apoyos€ como no lo ha hecho hasta ahora.

En cuanto a otras consecuencias del Ayusazo, me voy a limitar a plagiar a Pedro Luis Uriarte, que esta mañana las dejaba anotadas en Twitter. Son dos, una buena y otra mala, como el chiste. La positiva es que nos hemos librado de esa ladilla política llamada Ciudadanos. La negativa es que todo apunta a que Madrid va a ser en lo sucesivo todavía mayor paraíso fiscal de lo que ya es. En palabras del maestro, para los territorios del Concierto y el Convenio eso supone aumentar el riesgo de fuga de contribuyentes. Añado de mi cosecha que habrá que buscar el modo de evitarlo.

Resumiendo, la apabullante victoria de la derecha madrileña no parece que vaya a salpicarnos, más allá de lo indigesto que pueda resultar un desenlace como el de ayer. Claro que ahí también tendrán alguna responsabilidad las tres formaciones que, creyendo luchar contra el monstruo, lo han alimentado hasta hacerlo gigantesco. Pero esa es otra historia y merecerá un comentario aparte.