Dotada cantante y compositora navarra, Jessica Poza, de 28 años, compositora y estudiante de psicología, se ha clasificado en segunda posición en la tercera edición del concurso Musika Km0 impulsado por Grupo Noticias y en el que han colaborado la Universidad Euneiz, Eusko Label, cervezas Ambar y Aena. Jessica, que suele compartir trabajo con su hermano Iván, con quien actuará el próximo miércoles 18 en la sala Kupula del Teatro Campos Elíseos de Bilbao, alterna el inglés y el castellano en su repertorio, heredero del rock gótico de Evanescence aunque siempre con una puerta abierta a la luz y la esperanza. “El rock es mi debilidad, pero también me gustan otras cosas, como Taylor Swift”, explica en esta entrevista.

Viene de Iruñea, cuénteme cosas de usted.

Tengo 28 años y estoy estudiando psicología, pero mi pasión es la música. Por eso me presenté al concurso. Tenía varias canciones grabadas junto a mi hermano menor, la mayoría escritas por mí y producidas por él, así que probamos suerte. Él también se presentó, pero he tenido yo la suerte de salir elegida.

 

Ha estudiado música y ahora psicología.

Siempre he tenido esa espinita clavada, aunque me he dedicado toda la vida a la música. No es la que la psicología me esté sirviendo para la música, son disciplinas diferentes. Las canciones son un desahogo para mí, escribo sobre mis experiencias y otras historias que me llegan, a veces de mi hermano. Soy muy oyente y me gusta escuchar a las personas, quizás de ahí venga lo de la psicología.

 

Ambas nos ayudan.

Claro, a través de canciones o de la terapia. La música siempre me ha ayudado en momentos difíciles y me gustaría que mis temas ayudaran a otras personas. Por eso le doy importancia a las letras y al mensaje.

“La música siempre me ha ayudado en momentos difíciles y me gustaría que mis temas ayudaran a otras personas”

¿Qué escuchaba y le influyó para acercarse a la música?

Es curioso, pero al escribir sobre mí estos días en el concurso se me ha comparado con la cantante de Evanescence, Amy Lee, lo que es un gran halago porque me ha encantado siempre, es mi ídola (sic). De joven escuchaba al grupo en bucle. Han dado en el clavo y la influencia se aprecia especialmente en temas no presentados al concurso como ‘Angel´s Tears’. También me gustan grupos como Paramore o la cantante Avril Lavigne. Casi siempre tiro hacia el rock con cantantes femeninas.

Jessica Poza: 'Another Page Turns Black'

Jessica Poza: 'Another Page Turns Black'

Tiene en sonido e imagen un toque oscuro, casi gótico.

Sí (duda). No lo busco, pero tiendo a esa oscuridad. Eso sí, mis letras siempre tienen pinceladas de esperanza. En ‘Another Face’, por ejemplo, hablo de salidas, de resiliencia, de aprender de las heridas y de acabar sanando, aunque también le cante al dolor.

Alterna los pasajes rock con baladas sentidas.

Así es, y otra característica es que como no solo hablo de mí, al final no pongo nombres, ni género alguno, porque también escribo canciones para mi hermano. Es importante que cualquiera se identifique con ellas. No doy pistas aunque hable de mí misma.

Antes tocó en una banda de versiones.

Sí, se llamaba Rockstars. Estudié canto en Pamplona y en la academia conocí a una profesora que era la teclista del grupo. Me oyó en una audición y me animó a cantar con ellos. Estuve un tiempo, pero la pandemia paró varias de nuestras actuaciones. Aprendí mucho de ellos, que eran músicos mayores que yo. Al final, opté por centrarme en el proyecto con mi hermano, aunque aprendí mogollón de las versiones que hacíamos de Queen, Bon Jovi o Europe. Las conocía por mi padre, que nos los ponía. El rock es mi debilidad, pero no lo único que me gusta, también vi a Taylor Swift en Madrid, por ejemplo.

¿Cuándo le dio por componer?

Componer no sabría decirte cuándo, siempre he escrito, pero me animé cuando me sentí más fluida con la guitarra. En la pandemia me puse con el instrumento y lo demás surgió. Cogí las letras que tenía para armar canciones y adquirí esa individualidad para escribir yo sola. Luego, me junté con mi hermano y fue surgiendo el proyecto, que parte de casa: composición, grabación, autodidactas ambos…

¿Él sería el técnico y usted la voz?

No, no. Él también canta y tiene sus propias canciones. Somos un equipo al crear y al presentarlas en directo.

Lo decía por su voz privilegiada.

Gracias, gracias (se ruboriza). Todo se entrena. Son muchos años cantando en casa y aprovechando que se van tus padres (risas). Y frente al espejo, claro.

¿Qué espera de la música, quizás grabar un disco?

Tenemos un montón de canciones ya metidas en un cajón, para seleccionar. Nuestro plan inicial es avanzar con más canciones en castellano, ya que las que canto en inglés son mayoría y me encantan. Así, me orientaría más a un público cercano porque hasta ahora los halagos me llegan más del extranjero. Esas en castellano las quiero ir sacando, así como ‘Sin miedo a caer’, que la escribí yo pero la interpreta Iván, ahora cantándolas ambos.

“Con creatividad, constancia, mimo y cariño se pueden hacer cosas muy chulas”

¿Ve caduco el formato físico?

Apenas se vende ya. Lo bueno de la tecnología actual y del streaming es que cualquiera puede comprarse un micrófono y realizar grabaciones muy decentes. Las nuestras no te crean que están grabadas en grandes estudios, sino en nuestra casa. La gente flipa al decírselo. Con creatividad, constancia, mimo y cariño se pueden hacer cosas muy chulas. Por eso admiro a mi hermano, tiene un talento especial para producir y crear arreglos; y lo hace todo solo. Y no es el único.

El problema con esta democratización técnica es que ofrece una tremenda oferta en la que discriminar y elegir se vuelve complejo.

Obviamente, tiene ventajas y desventajas el que todo está al alcance de la gente. Pero la clave, como te decía, creo que está en la constancia. Por cierto, tenemos que subir más canciones, hace tiempo que no lo hacemos (risas).

¿Sueña con vivir de la música o de la psicología?

No lo sé (risas). Sí que me gustaría, pero aunque viviera de mis canciones, terminaría la carrera porque me gusta mucho. Al final, aunque no me dedicara a tratar a otras personas, serviría para estudiar mi propia mente. Estudiar es un placer, hay que entrenar el cerebro y volverlo plástico. La música también ayuda a ello. En ambos casos, si estás dentro ya no puedes salir (risas).