El bilbaino Jonathan Braceras, quien se estrenó como cantautor, encabeza ahora con sus canciones, guitarra y voz al trío Txo Braceras Band, que completan Kastro (bajo y coros) y Noe (cajón y voz). El grupo se ha clasificado en tercer lugar en la segunda edición del concurso Musika KM0 de Grupo Noticias y la cerveza 18/70, y presentará su disco de debut, en el que colabora Francis (Doctor Deseo), en la sala Azkena el próximo miércoles 20. “Tengo un miedo atroz al directo, pero el grupo me rescata; somos una piña”, explica Txo.
La música no es nueva para usted ¿verdad?
-No, llevo casi 14 de mis 40 años en la música, siempre como cantautor y dando preferencia a las letras, ya que toco de oído. Siempre he escrito, no solo canciones, desde joven. Era una forma de sacar cosas que tenía en la cabeza, y siempre escribía sin música. Y sigo componiendo así, con papel y boli, aislado y concentrado. Otras veces, jugando con la guitarra.
¿Y cómo llegó el salto a componer canciones?
-Porque me vino una guitarra española por sorpresa y tenía ya amigos que tocaban. Los colegas formamos un grupo, a mis 15 años, de cuyo nombre ni me acuerdo (risas). Yo era el batería y el bajista actual del grupo, Kastro, ya estaba allí. Su bajo tenía una única cuerda. ¡Éramos muy punkies! Ensayábamos en Bilborock, para pasar el rato y solo por divertirnos. Lo que tocábamos era una bazofia (risas).
¿Qué música escuchaba entonces?
-Nunca me he limitado a un género, desde Camela a Estopa, Scorpions, música clásica, Eric Clapton… Luego, con la cuadrilla y por las fiestas escuchábamos a Betagarri, Parabellum… cosas más punk–rock. Es lo que más me ha marcado, junto a Platero y Tú, Marea, Extremoduro… Y Revólver, M–Clan y hasta Los Secretos.
"El trío actual surgió tras la experiencia de contratar a músicos que iban y venían, así que decidí parar o buscar otras cosas"
¿Cómo surgió el cantautor?
-Siempre he tenido mucho miedo escénico y escribía para mí, pero empecé con las canciones en cuanto supe tres acordes en la guitarra: re, do y sol. Al final, somos lo que mamamos y se nota, quieras o no. Mi canción ‘Cuento hasta 100’ me recuerda a Fito, por ejemplo. Yo empecé como cantautor con el ciclo ‘Noches Poéticas’ de Bilbao, que sigue alternando lecturas de poemas y música. Estuve en sus veladas casi 12 años, allí cantaba mis canciones, siempre con un miedo atroz y de los últimos, cuando había menos gente.
Con el formato trío actual estará más relajado.
-Depende, no siempre. Al final, las canciones son mías aunque esté más respaldado y los tres pongamos voz. El respaldo actual es muy importante, a veces me rescatan, somos una piña. El trío actual surgió tras la experiencia de contratar a músicos que iban y venían, así que decidí parar o buscar otras cosas. Eva Bizu me animó a buscar a gente que sintiera mi música y se sintiera partícipe y sumara al proyecto.
¿Qué tuvo claro que debía tener el grupo?
-Diversidad, no quería un grupo solo de hombres, algo habitual en la industria musical de siempre. Ahora se está abriendo más, con más chicas músicos, pero quería que la mujer fuera más allá del baile, la imagen y los coros. Tener a Noe al cajón y la voz es un valor para mí. Viene de Barañain, con experiencia en grupos reggae, y la capté con un anuncio en el que solicitaba un percusionista. Ella tocaba el piano también; de hecho, lo hizo al principio del grupo. Luego se centró en el cajón tras dar clases con gente de Kuttune.
Y con Kastro al bajo, imagino.
-Lo recuperé de aquel grupo de la adolescencia, sí. Le conozco desde los 14 años y sigue punk–rock a tope. Es el que más se mueve en los conciertos, el más dinámico y showman. Y estuvo también ahí Xabi, multiinstrumentista y el germen del grupo actual. Me ayudó con las melodías y busqué luego al resto. Ya con repertorio definido tras un año de trabajo, busqué conciertos y Xabi lo dejó para trabajar como técnico de sonido. Nos quedamos en cuadro, lo intenté con otra mujer que tocara el saxo… Al final, nos quedamos los tres y hemos metido más armonías y coros.
El salto siguiente fue grabar su primer disco.
-Nos ha llevado un año, nada menos. Lo hicimos en el estudio de un amigo, en Gorila Estudio, con Borja Fresno, y con los arreglos y guitarras en formato de cuarteto. Los arreglos y la segunda guitarra son del argentino Carlos Carranza, que viene del country y el rock. Con él, que iba a meter guitarras en una canción y ha acabado apareciendo en casi todas, el disco ganó en sonido, calidad y presencia. Otra cosa es el directo, donde igual ganamos siendo tres, depende del ambiente. Nosotros, por ejemplo, no tocamos en cualquier sitio, como ambientando cenas, porque no quiero ser un hilo musical. Apuesto por lo mío aunque, a veces, para enganchar al público haya que hacer alguna versión.
"Nosotros no tocamos en cualquier sitio, como ambientando cenas, porque no quiero ser un hilo musical"
¿Por qué tardaron un año?
-Trabajamos en el estudio con tranquilidad y con un precio cerrado, y surgieron dudas sobre los arreglos al ir tocando en directo. En septiembre pasado no habíamos ni acabado de grabar las colaboraciones y teníamos encima todo el trabajo del crowdfunding, ya que el dinero del disco lo adelantó la gente. Fuimos muy justos en tiempo. Grabar el disco ha sido una locura.
Hábleme de los colaboradores. Hay alguno muy conocido.
-Está Jon Moma, cantautor que aporta la trompeta en ‘Pequeña musa’, una canción influida por el son cubano y donde toca las congas Eva Bizu, lo que da variedad sonora al repertorio. Como sucede con Lova Lois, que rapea en una canción y a quien conocí en el concurso Hiriko Soinuak. Escribe y rapea de maravilla, es un lujazo, como contar con Gorka Bringas, otro músico mítico que estuvo en Flying Rebollos, que nos ha hecho un arreglo.
No se olvide de Francis, el cantante de Doctor Deseo.
-Eso ha sido un puntazo. Como soy echado para adelante, le vi en el festival de blues de Bilbao y le comenté si quería colaborar en el disco. Me dio directamente su teléfono y después grabó su pista en su casa. Es un lujazo poder contar con él. Destaca por su humildad ante gente como nosotros, que estamos en el barro. Destacaría su métrica particular y su voz suena rompedora, como contrapunto a la mía, que es más melódica y aguda. Y destacaría que ya grabada su voz, metió otra al final tras unos versos que hice después. Por cierto, también vi allí a Fito, a quien me presenté.
Ya sabe a quién tiene que pedir una colaboración para el segundo disco.
-(Risas). Me hubiera gustado que cantara en ‘Cuento hasta 100’ porque suena a él. Esa canción es él.
¿En la sala Azkena serán un trío o cuarteto?
-Carlos estuvo en la presentación del disco y cuando le podemos pagar, le llamamos. Le da un plus al grupo, así que sí, estará en el concierto.