Tras irse de vacío del último Zinemaldia donostiarra, a pesar del buen sabor de boca que dejó a público y crítica, y un fugaz paso por las salas de cine, El prodigio, la última cinta del chileno Sebastián Lelio ha llegado a Netflix. El propio director reconoce estar tratando de entender que su película esté disponible de la noche a la mañana en millones de pantallas de todo el mundo. “La película no existiría si no fuese por Netflix, pero me habría gustado que hubiera pasado por más países, más cines, más salas… por supuesto. Pero al mismo tiempo estoy muy agradecido a ellos por haberla podido hacer”. 

Protagonizada por la británica Florence Pough, la película está basada en una novela de Emma Donoghue, también autora de The room, adaptada al cine en 2015. Ambientada en la Irlanda del siglo XIX, narra como una enfermera acude a una aldea ultracatólica para tratar de aclarar el caso de una niña de 11 años que se mantiene viva a pesar de llevar meses sin comer, lo que en el pueblo interpretan como un milagro gracias al “maná del cielo”.

Salvarse mutuamente

Dos personajes, apunta Lelio, que “necesitan salvarse mutuamente y establecen un vínculo de sororidad que se transforma hasta devenir en un amor casi maternal”. La película quiere dejar en evidencia el peligro de quedar atrapado, en cualquier momento histórico, por unas creencias muy encorsetadas. Algo que en la actualidad puede resultar especialmente peligroso porque puede provocar la pérdida de mucho terreno conquistado con esfuerzo. Lelio lo resume afirmando que “en tiempos de fake news y redes sociales, más que nunca hay que ser responsable con aquello que uno cree. Hay que tener el coraje de pensar por uno mismo, es un acto de responsabilidad política”.

Sebastián Lelio empezó a ser más conocido a nivel internacional con su cuarta película, Gloria, de la que él mismo dirigió una versión estadounidense en 2018, con Julianne Moore en el papel protagonista. Otra de sus cintas, Una mujer fantástica, en torno a una mujer transexual, conquistó el premio al mejor guion en la Berlinale y se convirtió en el primer título chileno en ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.