Los votos decisivos - Empecemos por lo accesorio pero significativo. Hay titulares que, sin mentir, escamotean la verdad que es un primor. Nadie puede decir, efectivamente, que es falso que los votos de EH Bildu han salvado el llamado plan anticrisis del Gobierno español. Es rigurosamente cierto que, en el momento de hacer la última suma, a Sánchez le faltaban casi exactamente los apoyos que le proporcionó sobre la campana -luego hablamos sobre esto- la formación soberanista vasca. Pero es una certeza con mucho más peso y, desde luego, más honesta, que si antes no hubieran expresado su respaldo al plan otros grupos (concretamente, PNV, PDeCAT, Compromís, Más País, BNG, PRC, Teruel Existe y Nueva Canarias), esos votos no hubieran servido para inclinar la balanza. Es decir, que quienes verdaderamente han propiciado la aprobación de las medidas para aliviar el bolsillo del personal son todas esas fuerzas del paréntesis anterior, amén de la propia Bildu y, naturalmente, los dos integrantes del gobierno, PSOE y Unidas Podemos.

No había que mezclar - Aclarado lo obvio, vamos con un detalle que tampoco es menor. Las siglas enumeradas arriba habían manifestado su postura desde el minuto uno. Los jeltzales, sin ir más lejos, dejaron bien claro al principio de la semana que ni se les pasaba por la cabeza mezclar la gravísima cuestión del espionaje a los políticos independentistas con propiciar que salieran adelante una serie de medidas que afectaban directamente al agobiado bolsillo de la ciudadanía. Eso no era óbice para denunciar del modo más contundente los turbios tejemanejes del CNI. Solo faltaba que la tropelía de los fisgoneos con Pegasus sirviera para justificar que se puteara más al personal, que es lo que habría ocurrido si el plan anticrisis se hubiera ido al guano. Ojo, que eso es lo que ha hecho ERC: dar una patada al gobierno en el culo de los que las están pasando canutas. Y de paso, por cierto, retratarse con PP, Vox y entre otros rancios, el par de tránsfugas de UPN.

Responsabilidad o así - Cabe preguntarse dónde queda la cacareada unidad de acción entre Esquerra y EH Bildu. La respuesta es simple: en lo que marque el interés de cada momento. Esta vez los catalanes necesitaban salir con cara de mayor cabreo que Junts, y sus socios nominales necesitaban... bueno, eso, lo de siempre, lo que dijo claramente Arnaldo Otegi en aquel encuentro con sus más fieles en Eibar, los seis acercamientos de cada viernes. A eso la portavoz en el Congreso le llamó “responsabilidad”. Pero no cuela la responsabilidad de último segundo, sino la del primero.