LOS premios de la James Beard Foundation, que están considerados los Oscar de la gastronomía de Estados Unidos, han consagrado al matrimonio de cocineros compuesto por el bilbaino Eder Montero y la neoyorquina Alexandra Raij. La pareja ha sido proclamada finalista en la categoría de mejor restaurador. Desde la Gran Manzana, Montero no puede contener el entusiasmo. “¡Sí, es la hostia! Somos los únicos finalistas en la categoría de restauradores en el estado de Nueva York”, declara a DEIA. Y es que el hecho de contar con más de un restaurante -ellos gestionan cuatro: Txikito, El Quinto Pino, La Vara y Saint Juliverty- y que alguno lleve funcionando más de diez años son razones de peso para acceder a este reconocimiento en una ciudad donde un alto porcentaje de restaurantes no llega a su segundo cumpleaños.

Y es que el sueño americano de Montero ha sido redondo. Eder se plantó en Estados Unidos hace 20 años con la idea de que solo iba a pasar un año de aventuras, “y lo increíble es que encuentras muchísima gente atrapada en tu misma situación”. “Yo tuve la grandísima suerte de conocer a Alex, mi mujer, y compartir con ella la idea de que lo que nosotros hacíamos no era trabajo sino una forma de vida. Estamos conectados a lo que hacemos e incluso cuando estamos de vacaciones probamos o vemos algo que sirve de inspiración para un futuro plato o concepto”, señala. Asimismo subraya que cada uno de sus restaurantes tiene su propia identidad. “Cada uno cuenta su propia historia y refleja un momento específico en nuestras vidas en el que fueron concebidos, dos de ellos nacieron estando embarazados de nuestros hijos. Los tres primeros están inspirados en la cocina española y, sin embargo, el benjamín, que no llega al año, va por libre y su única norma es que todo es pescado”.

“Cuando empecé en la escuela de cocina en Donostia -allá por el año 92-, una de las cosas que más me impactó y que no he olvidado fue que las únicos chavales que no querían estar allí eran aquellos que sus familias regentaban locales de hostelería. Entonces decidí que nunca abriría un restaurante. Pero luego las circunstancias de la vida y mi deseo de poder ser quien soy me obligaron a sacrificar algunas cosas para conseguir otras. Siempre que hemos abierto un restaurante como nos pasó con el primero, Txikito, ha sido por circunstancias del momento y no por la ambición de tener más”, explica.

A pesar de sus profundas raíces vascas, Montero es ecléctico. “En este momento de la redes sociales y la comunicación instantánea, sería poco inteligente no dejarse influenciar por otras culturas. Cerrarse en lo propio y no querer aprender de la experiencia de otros es un error. Nueva York te da la oportunidad de convivir con gente con la que conectas y otra gente a la que no entiendes o con la que no compartes ideales pero a la que tienes que respetar para poder convivir y progresar. Saber adónde quieres llegar sin olvidar de dónde vienes es una de mis máximas”, proclama satisfecho con esta candidatura.La gala de entrega de estos Oscar 2019 de la cocina tendrá lugar el próximo mes de mayo en Chicago.