EL cineasta italiano Paolo Virzì -Locas de alegría (2016), El capital humano (2013)- desvela que nunca se imaginó haciendo una película como El viaje de sus vidas en otro país y en un idioma que no es el suyo -inglés-. Y de hecho, aún se pregunta cómo sucedió. En ello influyó, comenta, que los dos veteranos actores Helen Mirren y Donald Sutherland aceptasen participar en el proyecto, dando vida a la pareja que protagoniza esta road movie. Porque ellos dan vida a Ella y John, quienes en una huida del asfixiante cuidado de sus médicos e hijos, inician un alocado viaje por Estados Unidos. Así, la pareja recorre una América que no reconocen a bordo de su viaje en autocaravana, como una aventura que les hará compartir buenos y malos momentos, a la vez que les devolverá su amor y pasión por la vida.

Aunque la novela homónima de Michael Zadoorian es el punto de partida, Virzì destaca que otra de las condiciones para sumarse al proyecto fue poder adaptar libremente la historia. Y así lo hizo, con la colaboración de tres escritores italianos. De hecho, incluso el propio rodaje se desarrolló con su equipo habitual: “No estaba en mis planes transformarme en un director americano, quise a los miembros de mi equipo y también mantener mi manera italiana de observarlo todo. Y eso consiste y está en la forma de mirar la naturaleza humana, sin miedo a explorar la parte ridícula de la vida, que es algo divertido pero a la vez aterrador”, comenta Virzì, sobre esa doble naturaleza que ha intentado plasmar en el filme.

Así, la película acompaña a Ella y John por un viaje por toda la Costa Este y que tiene como objetivo terminar en Key West, justo delante de la casa de Hemingway, autor con el que el personaje de John Spencer, un profesor de literatura jubilado, parece identificarse.

Todo ello en una divertida aventura de un matrimonio anciano que se ve obligado a evitar un destino de cuidados médicos que les separaría para siempre: “Tengo la mala costumbre de partir de temas tristes e intentar transformarlos en aventuras emocionales”.

Y es que pese a que el Alzheimer es uno de los principales temas del filme, nunca se llega a abordar explícitamente, convirtiéndose así en el motor para iniciar el viaje y la enfermedad frente a la que Ella y John deberán pelear durante el mismo, siempre de forma indirecta.

Aventura realista La película recorre América en el verano de 2016, en un contexto sociocultural -la campaña para las elecciones electorales de noviembre- que impregna el metraje: “Había panfletos por todas partes publicitando a los dos candidatos y era obvio que ese verano iba a ser histórico. No podíamos adelantarnos a lo que pasaría en noviembre, pero estaba claro que afectaría a la historia de los dos personajes que, de hecho, viajaban por una América que no reconocían y de la que parecía que querían escapar para siempre”.

El viaje servirá también para plasmar la relación entre la pareja, que Helen Mirrer define como “esa última fase del amor, cuando ya te conoces tan increíblemente bien, conoces los defectos del otro y sus virtudes tan bien. Puedes mirar por la ventana y ver millones de parejas como esta a diario”. Y sin tener nada en especial, Virzì pone el foco sobre ambos y las observa, algo que en palabras de la actriz británica, “hace grande la manera de hacer cine de Paolo: grabar películas sobre personas con las que nos podemos identificar”. Gente humana, muy humana, ante El viaje de sus vidas.