Después de cinco años ensamblando el Audi Q3 en Martorell, Seat ha recibido permiso de la cúpula de Volkswagen para producir y vender un modelo propio semejante. El resultado es el Ateca, un automóvil de lo mejor, que exhibe sorprendentes cualidades -más las dinámicas que las estéticas- y se enfrenta sin complejos a cualquiera. Es un modelo muy bien pensado, que aprovecha a la perfección su escueta carrocería (4,36 metros de largo) y saca excelente partido al banco de órganos del grupo VW. Debuta ofertando mecánicas gasolina y diésel entre 115 y 190 CV, tracción delantera y 4x4, transmisión manual y automática DSG, así como dos terminaciones. La versión más sencilla reclama 23.690 euros, que pueden quedarse en 18.800 acumulando beneficios de Pive y descuentos por financiación.
Esta primera propuesta SUV va a permitir que Seat siga prosperando. Se trata de un producto absolutamente estratégico para la marca de origen español, que gracias a él irrumpe en la categoría de moda, esa que ya polariza una de cada tres matriculaciones. Es lo que los iniciados en los secretos de la mercadotecnia denominan un modelo de conquista. En este caso lo es por doble motivo: el Ateca ayudará a captar público procedente de otras marcas, pero también va a cooperar a la fidelización de la clientela propia, hasta ahora obligada a migrar si ambiciona algo más que un León.
A poco que se cumplan las excelentes expectativas que suscita, el Ateca está llamado a convertirse en la viga maestra de la oferta Seat. Va a ser, junto a los superventas León e Ibiza, la tercera pata que dé estabilidad a la cuenta de resultados. El cuarto y definitivo pilar del armazón lo pondrá un segundo crossover, de proporciones más escuetas, que la marca prepara para 2017.
Por caprichos del destino y por decisiones estratégicas del consorcio VW, el nuevo candidato no se ensambla en Catalunya, donde ha sido concebido y gestado, sino en la planta de Kvasiny (República Checa). De esa misma factoría, cuyos costes de producción resultan inferiores, saldrá en breve la interpretación del proyecto que Skoda tiene casi a punto.
El Ateca toma tierra en la concurridísima parcela SUV. Se enfrenta a un batallón de enemigos liderado por el Nissan Qashqai, pionero y eterno dominador de la categoría pese a la continua aparición de competencia. Para enfrentarse a toda ella, el nuevo aspirante exhibe una estampa esbelta y elegante que elude líneas recargadas. Aunque es algo más compacta, la silueta del Ateca evoca de inmediato la de su primo el Tiguan, con el que comparte plataforma y abundantes contenidos. Destaca por una impecable concepción de la cabina, que acomoda sin problemas a cuatro adultos corpulentos con abundante equipaje; el maletero, que pude tener portón eléctrico con apertura por proximidad, ofrece 510 litros útiles (25 menos en las versiones con tracción total). El diseño y la ambientación interior son impecables; el puesto de mando está también muy logrado.
La conducción resulta, por tanto, cómoda y placentera. La postura a bordo algo elevada, característica de los crossover, se asume con naturalidad incluso por quienes carecen de experiencia previa con este tipo de coches. Además, el comportamiento dinámico apenas difiere del de un turismo convencional. Sin embargo, el Ateca es mucho más que eso. Es uno de los cada vez más escasos SUV que hacen honor a tal condición ofreciendo todo tipo de posibilidades de tracción. Aunque la inmensa mayoría de la clientela se decanta por versiones light, con aspecto aventurero pero nulas habilidades trepadoras, Seat no renuncia a proponer interpretaciones del Ateca acordes a su ADN alpino. La electrónica y un sistema 4x4 de última generación (4Drive) confieren al vehículo una desenvoltura fuera del asfalto digna de un todoterreno genuino, permitiendo que cualquier conductor normal supere dificultades orográficas insospechadas.
El modelo, que plantea por el momento cinco posibilidades de elección motriz -TSI gasolina de 115 y 150 CV, junto a los gasóleo TDI de 115, 150 y 190 CV-, tiene a su disposición la más avanzada tecnología. Entre esos recursos figura el conocido sistema Seat Drive Profile, que permite adecuar las reacciones del coche al escenario y a las preferencias personales; las versiones con tracción integral incluyen funciones de nieve y control de descenso de pendientes.
El menú tecnológico al servicio del Ateca contiene modernos sistemas de conectividad (incluso con manejo por gestos) y ayudas a la conducción: control de movimientos en atascos, reconocimiento de señales de tráfico, detección de ángulo ciego y tráfico posterior, estacionamiento autónomo y visión 360º (cuatro cámaras controlan el perímetro y generan una imagen cenital virtual del coche en la pantalla, facilitando así realizar maniobras absolutamente a ciegas).
Seat adjudica al modelo dos cuidadas puestas en escena, una mejor pertrechada si cabe que la otra. Más adelante propondrá un tercera terminación algo menos completa y, por consiguiente, más asequible.