Bilbao - Tiene muchas horas de vuelo en Euskal Telebista y ha hecho programas informativos y de entretenimiento muy variados. Le gusta el medio y disfruta con él. Su trabajo actual le obliga a madrugar; poco a poco se ha acostumbrado a ser el primero de la mañana, junto con su compañera, Olaia Urtiaga. Ágil verbalmente, divertido y muy concienzudo a la hora de preparar los debates y entrevistas. Mira hacia atrás con cierta nostalgia por los buenos recuerdos que tiene de trabajos realizados hace algún tiempo y pone retrocede la moviola televisiva para remontarse a un espacio que aún le gusta mucho y que presentó él, Bakarrik edo. Le gusta hablar pero es un buen oyente, sobre todo si el que conversa con él le gusta y le convence.

Hace un año que usted comenzaba 'Egun on Euskadi'.

-¿Ha pasado un año? ¡Qué barbaridad! Ha sido un año muy completo, primero con mucho sufrimiento por aquello de aterrizar en un programa que nunca había hecho, a unas horas intempestivas para mis biorritmos? Pero estoy contento.

Una vez que sus biorritmos se han acostumbrado, ¿cómo ve su trabajo?

-Me gusta. Cada día tienes a una persona diferente con la que tienes que conversar y a eso también te tienes que acostumbrar, pero una vez que me pongo a hablar luego no me paras en tres horas. Tener un tiempo limitado de entrevista es un problema, cuando empiezas no sabes si te va a dar de sí o no; luego, no hay manera de terminar... Pero solo son pequeños problemas del directo y de tener un tiempo muy concreto.

Supongo que lo de madrugar es una asignatura más que aprobada para usted.

-Ja, ja, ja? Me caigo de la cama todos los días con doble despertador. Después de la ducha parezco incluso una persona, y a partir de ahí no está tan mal levantarse pronto. Alguien me dijo que el madrugar tiene sus ventajas y no voy al refrán de al que madruga Dios le ayuda.

¿Ha encontrado esas ventajas?

-Algunas están bien, a las tres ya estás en casa. Son otros pecados, otras cosas. La mañana es más normal, entre comillas. Alguna vez tenía que estar yo en la normalidad, ¿no?, aunque sea en horarios un poco intempestivos.

¿Qué le gusta más de 'Egun on Euskadi': las entrevistas, los debates?

-Las dos cosas, a mí lo que siempre me ha gustado es liar la manta que se dice. Cuando éramos pequeños en mi pandilla decían que eran las estepanadas. Los entrevistados vienen nerviosos, luego se tienen que enfrentar a los contertulios, pero nunca me ha pasado que haya mal rollo en el programa, todo lo contrario. La gente acaba medio olvidándose de que estamos en la tele y es una pena que tengamos limitación de presupuestos.

¿Qué haría con más presupuesto?

-Un decorado como si estuviéramos en un café; acabaría haciendo un programa tomando un café de verdad, incluso con bollos de mantequilla y hablando.

¿Hablaría de lo mismo con sus invitados delante de un café y bollos con mantequilla?

-Sí, hablando, hablando de todo. Y como decía alguien, hablando se entiende la gente.

¿Tan mal están las cosas que no tiene ni para café con bollos?

-Ja, ja, ja? Hace poco leí que vamos a pasar cinco años apretados, pero ahora dice De Guindos que salimos. Me gustaría creerle a él y que eso suponga que los presupuestos de EITB también suben. En serio, es cierto que estamos pasando momentos difíciles y, aun así, contentos de que EITB se mantenga. Dicen que quien atraviesa las crisis duras o los desiertos, salen luego reforzados.

De los temas que tratan de lunes a viernes, ¿qué es lo que más le gusta?

-Me gustan los temas que entiendo, me da igual de lo que sean, pero tengo que entenderlos. Hay veces que tienes poco tiempo para preparar un tema; madrugas y tienes que tener tiempo para leer, no tener sueño para leer. El cambio de registro es día a día, y según quién te venga de entrevistado y qué ocurre en la actualidad, todo cambia sobre la marcha. Tienes que estar preparado y no siempre me resulta fácil, me gusta saber de qué estoy hablando y entender los temas. Todo eso requiere su esfuerzo.

¿Echa de menos sus programas nocturnos?

-Quizá a mí se me ha pasado un poco el arroz para eso. Lo nocturno necesita otras cosas; es cierto que son tiempos, que en parte los recuerdo con cierta nostalgia. Si estuviera en mi mano en ETB pondría en marcha aquel Bakarrik edo?

¿Lo haría usted?

-Buscaría a alguien fantástico, nocturnero o nocturnera para que lo hiciera. Estoy convencido de que hay muchísima gente que agradece poder hablar y poder ver con la persona que está en el programa. En la radio funciona esa fórmula, pero en la televisión también podría darse el empatizar con la persona que está viendo al otro lado de la pantalla. Hay mucha gente que vive sola, sobre todo mujeres; acabamos de ver los datos en un estudio. Muchas trasnochan, no pueden dormir o quieren ver algo en la tele.

¿Servicio público?

-Sencillamente eso, de compañía; además, siendo un programa tan barato como era ese, creo que era el más barato de la tele con diferencia.

¿Lo que más le gusta es hablar?

-Bueno, me gusta escuchar básicamente. Es verdad, que luego la gente me dice Que no callas. Puede ser, no lo niego, pero cuando alguien habla muy bien me encanta escucharle. Te aseguro que si alguien habla muy bien puedo estar callado un rato.

¿Cómo habla la gente? ¿Hablan bien los políticos?

-Pues no tanto. Los políticos hablan pero muchas veces se nota lo falso, lo impostado. A veces hablan por hablar, están con discos rayados? Hay algunos que lo hacen bien, pero no es lo más común.

Ha trabajado en prensa escrita, aunque hace unos años ya. ¿Lo echa de menos?

-Ha pasado el tiempo. Siempre digo que cuando me jubile, que todavía falta muchísimo, me pondré a escribir haciendo resumen de todo lo vivido. Ahora me da mucho pudor escribir lo que es más literatura, lo que es periodismo no. Si me pongo a escribir a veces me salen unos rollos larguísimos y la tele me obliga a escribir muy corto.