LLEGAR a la élite en cualquier deporte no es nada fácil, tampoco en el fútbol. En una Liga compuesta por 20 equipos, pocos son los elegidos que tienen la posibilidad de jugar un partido de Primera División. Muchos son los jugadores que se quedan estancados en Segunda o en Segunda B y no pueden alcanzar sus sueños.
Sendoa Agirre, que el próximo 31 de diciembre cumple 35 años, está a poco más de un mes de ver cumplido su deseo. Tiene mujer y dos hijos, y un único arrepentimiento: haber dejado "los estudios a un lado". El jugador de Erandio logró la temporada pasada el ascenso a Primera División con el Hércules y está ansioso por debutar en la elite. Aunque un poco tarde, para Sendoa "es un sueño" poder jugar contra los mejores. "He trabajado a pico y pala desde categorías regionales, año a año me he ido superando y me ha costado muchísimo, pero, sí, ha merecido la pena", relata.
Los inicios no fueron fáciles. Aunque llegó a disputar contra Cafú, Roberto Carlos, Bebeto, Rivaldo o Ronaldo el partido del Centenario que el Athletic jugó en San Mamés contra Brasil (1-1), su vida ha dado muchas vueltas desde entonces. "Fue todo muy rápido. Yo venía del Gernika al Bilbao Athletic y, por falta de gente, me llamaron para entrenar aquella semana. Luis Fernández decidió que jugase ese partido tan significativo para la historia del Athletic", recuerda.
Sin llegar a debutar en partido oficial con su club de toda la vida, Sendoa recaló en el Barakaldo tras una cesión de ingrato recuerdo en el Eibar. De su etapa en el equipo fabril, con el que quedó campeón de grupo en Segunda B, lamenta con tristeza lo que vivió en Ceuta: "Fue un partido muy desagradable. Nos jugábamos el ascenso y en el hotel y en el calentamiento nos increparon, nos escupieron. Nos metieron gol en el descuento y no logramos ascender".
Le llovieron entonces las ofertas. Al final, el Alicante se llevó el gato al agua. Para el erandiotarra, "no fue difícil tomar esa decisión, tenía ganas de salir de aquí, no quería quedarme con las ganas de no probar fuera". Tras cuatro campañas, fichó por el Hércules, el eterno rival. Este año, "si no pasa nada raro, porque el fútbol es muy caprichoso", jugará su tercer partido en La Catedral. El último (posterior al del citado amistoso contra Brasil) fue hace tres campañas, en un partido de Copa. "Era un 2 de enero a las 22.00 horas, no había mucha gente", recuerda, "pero siempre es especial jugar en San Mamés". Ahora, diez años después de su marcha, su sueño está próximo a cumplirse.