ORDUÑA volverá a quedarse sin Otxomaios, como el año pasado, pero un paseo por la única población vizcaina con título de ciudad, cuando los cierres perimetrales lo permitan, empapará a sus visitantes de historia y naturaleza al enfrentarse a su plaza medieval, el Salto del Nervión o el Santuario de La Antigua.

A 40 minutos en coche de Bilbao, resulta innegable el valor como conjunto histórico y monumental de Orduña, que, al igual que Balmaseda, fue un enclave aduanero y comercial importante en la Edad Media, paso obligado en el comercio de Castilla con Europa.

Fundada en 1229 y rodeada como una isla vizcaina por tierras alavesas y castellanas, ese pasado se advierte en su casco urbano, especialmente en la Plaza de los Fueros, porticada y la mayor de origen medieval de Euskadi. Allí se encuentran el edificio neoclásico La Aduana, de finales del XVIII, el Ayuntamiento y un gran mosaico explicativo sobre la historia y los edificios locales.

Entre los edificios religiosos se encuentran la iglesia gótica de Santa María, del siglo XV, y la iglesia barroca de la Sagrada Familia. El santuario de Nuestra Señora La Antigua, que alberga la imagen de la patrona local, se encuentra al pie del Txarlazo, que remata una impresionante imagen de la Virgen. También destacan sus palacios, con sus orgullosos escudos en las fachadas, como el Ortés de Velasco, el de Mimenza, Díaz de Pimienta o Velasco. Símbolos históricos de la villa son también los restos de su muralla, que llegó a tener casi dos kilómetros y hoy en día se mantiene en pie el 65%, en parte oculta.

naturaleza

Además de su bello casco, Orduña destaca por situarse en uno de los parajes naturales más bonitos e impactantes de nuestra tierra, Sierra Salvada, donde resalta el Salto del Nervión, con su espectacular cascada que vuela 270 metros en caída libre en los meses de lluvias. Y su oferta gastronómica es sobresaliente.