La localidad costera de Bermeo ofrece lugares espectaculares que visitar, entre ellos la isla de Izaro, Gaztelugatxe y el cabo de Matxitxako, además de su rico patrimonio cultural. Y no debe olvidarse la Tala, magnífica arboleda situada en su parte más elevada y atalaya privilegiada que planea sobre el Cantábrico.

Bermeo llegó a contar con hasta cinco atalayas, cuyo fin era facilitar las previsiones meteorológicas, observar las ballenas y dar cuenta de los barcos que se acercaban. Hoy, la Tala sigue siendo una de ellas, un observatorio tranquilo, reposado y natural en el que se respira paz y desde el cual se pueden divisar la itsalabarra de Bermeo, la plataforma La Gaviota, el inicio de la ría de Urdaibai o el puerto.

La Tala, que en días claros permite divisar incluso los montes de Lapurdi, es una magnífica arboleda, una de las zonas verdes locales más utilizadas por los bermeotarras, indispensable tanto en los hoy añorados días de romería y citas gastronómicas como en el contexto actual, como espacio para el paseo tranquilo y el disfrute en la naturaleza.

Desde el parque, con parada obligada para disfrutar del mar desde las alturas, se puede contemplar la escultura de Nestor Basterretxea realizada al pintor Benito Barrueta, ambos de Bermeo. A sus espaldas queda el hospital de estilo ecléctico diseñado por Severino Atxukarro y Federico Borda, y en su pared norte se puede conocer cómo era la pesca de las ballenas en la Edad Media mediante un mural de 60 metros.

La Tala supone un escape natural para los habitantes de Busturialdea, que cuentan con una localidad singular que destaca por su patrimonio cultural. Lo integran el Museo del Pescador, sito en la Torre Ercilla; el casino con aspecto de palacio francés, la iglesia de Santa Eufemia y el casco viejo, que representa con exactitud la villa medieval cuando fue cabeza del Señorío de Bizkaia.