No hay coches perfectos. Audi lo ha vuelto a dejar patente con el Q5. Este reputado SUV de gama media-alta, reconocido como uno de esos contados productos redondos, demuestra que siempre hay margen para progresar. Tras reconsiderar el proyecto, la firma de los cuatro anillos somete a la consideración del público un Q5 evolucionado. Las modificaciones, tan abundantes como sutiles, elevan la nota media del modelo, acicalado siguiendo los nuevos códigos estéticos de la casa y bendecido con los últimos prodigios de la tecnología. Ratifica así que constituye un acierto seguro para quien quiera y pueda desembolsar de 48.430 euros para arriba. La última entrega del Q5 retoca su contorno, moderniza los contenidos y pone a punto su reparto motriz. Comienza por hacer suyo el canon de diseño Q, que iguala el tono de afinación de los solistas SUV de la orquesta Audi. La actualización aporta una apariencia algo más fornida, elegante y conmovedora a este automóvil, al que sus detractores han reprochado siempre un exceso de discreción. La evolución viene propiciada por una acumulación de nuevas pinceladas.

La primera asoma en el frontal, que acoge una parrilla octogonal más ancha y con efecto tridimensional; va acompañada de tomas de aire laterales más altas, encuadradas por molduras con forma de trapecio. Las ópticas delanteras incorporan rúbrica LED diurna y pueden equipar sistema de iluminación inteligente adaptativa.

La remesa actual del Q5, que luce en su zaga un nuevo difusor de aire, ocupa casi dos centímetros más de largo (4,68 metros) debido a la presencia de paragolpes más prominentes; las demás cotas (1,89 m de ancho, 1,66 de altura y 2,82 entre ejes) no presentan variaciones. Así que sigue siendo un modelo capaz de acomodar a cinco adultos con equipaje; su maletero, con portón de apertura eléctrica, brinda 550 litros útiles. A fin de fomentar la modularidad interior y el confort, propone la opción de asientos traseros con banqueta deslizante y respaldo reclinable.

Para encontrar una de las innovaciones más relevantes que aporta esta puesta al día, es preciso ingresar a bordo. El Q5 incorpora ahora una variante más avanzada del sistema de gestión, información y entretenimiento, con una potencia de cálculo diez veces superior. Se maneja por medio de la pantalla central de 10,1 pulgadas (25,5 cm) que corona su puesto de mandos. Este elemento permite controlar las funciones vitales, la conectividad y las comunicaciones; bien de manera táctil, por medio de órdenes de voz y también a través de instrucciones caligrafiadas en la propia pantalla. Entre las múltiples utilidades de este recurso figura, por ejemplo, la navegación por Internet, empleando imágenes satelitales en alta resolución de Google Earth y con conexión a las infraestructuras de tráfico. El SUV intermedio de Audi dispone, asimismo, de cuadro de instrumentos digitalizado; este Virtual Cockpit amplía su tamaño hasta 12,3 pulgadas (31,2 cm) en los acabados superiores.

El Q5 ofrece sorprendentes sofisticaciones tecnológicas y abundantes recursos de seguridad y bienestar. Algunos vienen incluidos en el precio; otros muchos requieren un desembolso adicional nada desdeñable. Entre los primeros figura el sistema de conducción dinámica Drive Select, que influye en las características de varios componentes técnicos. Permite al conductor elegir entre siete modos de respuesta del vehículo, incluyendo los programas off road. Audi ordena la provisión de dotaciones estableciendo una jerarquía de acabados sucesivos (Advanced, S line edition, Black line edition y Genuine edition) y paquetes de equipamientos, que enriquecen progresivamente los contenidos de la versión básica a medida que aligeran el bolsillo del comprador.

Lo mismo sucede con la gama de propulsores puesta al servicio del modelo. La integran, por el momento, cuatro candidatos escalonados. Abre el reparto la interpretación Q5 35 TDI, con 163 CV, seguida por la 45 TDI, que extrae 204 CV a la misma mecánica diésel de dos litros; a ellas se une ahora la deportiva SQ5 TDI, cuyo corazón V6 rinde 342 CV. En el apartado gasolina aparece la solitaria versión Q5 45 TFSI, con 265 CV.

Todas llevan transmisión automática S tronic, que en la variante de alto rendimiento es de ocho relaciones en vez de siete. La motorización de acceso transmite su energía a las ruedas delanteras; el resto emplea el sistema de tracción integral quattro ultra, que trabaja normalmente con tracción delantera y activa también el eje trasero para compensar pérdidas de adherencia o responder a repentinas demandas de potencia.

Las dos versiones intermedias, 45 TDI y 45 TFSI, incorporan un sistema de hibridación ligera que mitiga el consumo y las emisiones lo suficiente como para merecer la etiqueta medioambiental Eco. La carta del modelo incorporará antes de verano una alternativa híbrida enchufable renovada, con dos niveles de potencia, así como otra variante TDI y una segunda alternativa a gasolina más sosegada y asequible.

La potencia es un factor determinante, que marca el temperamento de un vehículo. No obstante, en el caso del Q5 se constata que, salvadas las claras diferencias de prestaciones entre versiones, todas comparten la impronta de los SUV de Audi. Al margen de la vehemencia con la que responden al acelerador, coinciden en brindar una combinación de aplomo, solvencia y confort de marcha muy satisfactoria para cualquier usuario.