-"La situación es complicadísima, no solo por el problema de salud y las pérdidas humanas, también por las consecuencias económicas", opina un Juan Ormazábal preocupado por las circunstancias. "Las estructuras de las empresas siguen generando una parte de los gastos (sueldos, seguridad social, rentas, etc.) en un momento en el que no hay actividad, ingresos. Así que lo que me da miedo es el futuro a corto y medio plazo".

Discrepa de quienes auguran una pronta recuperación.

—A pesar de que las marcas (Ortasa representa los intereses de Škoda, Hyundai, Honda, Suzuki, SsangYong y Subaru) intentan transmitirnos una relativa tranquilidad, diciendo que a partir del último trimestre del año esto se va a recupe rar, yo soy un poco más pesimista. Las ventas en nuestro sector no las veo normalizadas hasta dentro de ocho, diez o doce meses. El taller es un poco distinto, pero no mucho más. Es posible también que haya un descenso generalizado del uso del vehículo.

¿Nos hará distintos la adversidad?

—El sistema de prioridades de la gente va a cambiar, por lo menos temporalmente, quizá durante un año. La compra de bienes como coches o motos, necesidades que ya puedan estar cubiertas, se va a retrasar. No es normal que alguien piense en cambiar de coche, si no sabe si va a mantener su puesto de trabajo. Las empresas volverán a trabajar, y hasta que lo hagan con la plantilla completa y analicen cómo han quedado€ Y la gente va a tener el mismo miedo que las empresas.

¿Cuándo obtendremos el billete de vuelta a la normalidad?

—Todos hemos asumido que a partir de mayo va a haber una incorporación paulatina al mundo laboral. Pero no se contempla la posibilidad de que pueda producirse una recaída, por circunstancias que desconocemos, por abandono de las medidas de seguridad o por lo que sea. Y si nos tenemos que ver otro mes en esta situación, el cataclismo sería terrible.

Para la economía en general y para el sector en particular.

—Los fabricantes han estimado una caída de mercado entre un 30% y un 50%, aunque todos consideramos que puede estar más cerca del 50%. Los márgenes con los que trabajamos los concesionarios, cuando un año es bueno, arrojan un BAI (beneficio antes de impuestos) de entre un 0,5 y un 2%, dependiendo de la marca. No creo que haya sectores con márgenes tan reducidos como los de la automoción. Esto quiere decir que en el momento en el que nuestra estructura delicada varía un poco, las consecuencias son catastróficas. Para nuestra actividad necesitamos instalaciones grandes, con lo que el coste del suelo es elevado; y si no son en propiedad, suponen pagar renta. También necesitamos mucho personal, lo que comporta considerables gastos sociales. Así que los daños económicos que nos está generando esta situación€ No voy a decir que sean irreparables, porque el País Vasco es uno de los sitios en los que las concesiones somos fuertes, hemos reinvertido y podemos reaccionar. Pero hay quien no lo va a poder soportar.

¿Peligra el empleo en el sector?

—La relación con nuestra plantilla, más de cien personas, es extraordinaria. Antes de que se declarara el estado de alerta, estaba preocupada y concienciada por la situación. En 2008 fuimos de las pocas concesiones que continuamos con la actividad, no hicimos ni un solo despido, ni un retoque de salarios. En la medida de lo posible, esa seguirá siendo nuestra política.

La patronal Faconauto propugna la concentración de concesionarios para propiciar sinergias ¿comparte la idea?

—Ya lo veíamos claro antes. El concesionario ha preferido ser cabeza de ratón a cola de león. Nosotros siempre hemos sido promotores de hacer cosas en grupo con otros concesionarios. El futuro va por ese camino, hay ejemplos claros. Hoy el seguro de tu coche te dice dónde lo

tienes que reparar, en el concesionario o en otro sitio. Si todas concesiones constituyéramos una marca blanca de seguros, aquellos clientes a los que les hemos vendido un seguro vendrían a reparar a nuestra casa y no tendríamos que pelear con terceros con los que las compañías aseguradoras llegan a acuerdos. Hace falta algún tipo de fusión para estas facetas del negocio que, más adelante, pueda conducir a concentraciones y sociedades.

¿Van a precisar apoyo de las administraciones?

—Podemos hablar de ayudas futuras, claro que sí, pero todavía no sabemos cómo va a reaccionar la administración con respecto a las ayudas pasadas y actuales. Hay que ver primero cómo se resuelven los ERTEs por fuerza mayor planteados. Tengo poca confianza, porque es muchísimo dinero, muchísimo déficit el que todo esto va a generar al Estado. Si me preguntas si son necesarias€ ¡las ayudas son fundamentales! Deben existir medidas que generen confianza. Luego, ya sabemos cómo funcionan las leyes del mercado: si quieres que la gente consuma, dale seguridad en su puesto de trabajo, dale créditos blandos y ofrécele un producto atractivo. No hay más secretos.

¿Es la receta que ha funcionado en anteriores crisis?

—Tenemos experiencia en situaciones así. Acordémonos de 2008, cuando parecía que el mundo se acababa. Y no fue así. Lo malo es la gente que cae por el camino, física y económicamente. Soy pesimista en el corto y medio plazo, no lo puedo ocultar. Este problema del virus va a tardar tiempo en solucionarse, no lo hará del todo hasta disponer de una vacuna, y hablamos de un año. Preveo un 2020 semicatastrófico y con problemas políticos. Sin embargo, también veo que, una vez solucionado el problema médico, todo debería ir hacia arriba y volver a la normalidad. Así que veo muy bien el largo plazo.