Renault quiere volver por sus fueros y recuperar la hegemonía en la categoría SUV ligera. Con ese fin pone en el mercado una lúcida entrega del Captur. El proyecto precursor de los crossovers de proporciones escuetas -se inspira en el Clio, con el que comparte plataforma- resurge con una segunda generación que pone punto y aparte a una trayectoria emprendida en 2013. La remesa actual agradece los efectos de una considerable evolución estética y tecnológica, acorde a los cánones de la marca. El moderno Captur conserva aires de todoterreno, practicidad de monovolumen y alma de turismo. Sugiere versiones diésel y gasolina (de 95 a 155 CV), a las que a mitad de curso agregará una híbrida (160 CV); las oferta desde 16.632 euros en adelante, sin contar el descuento por financiación. Aunque el de 2020 es más y mejor coche que su antecesor, no tendrá fácil revalidar los éxitos de aquel debido a la gran proliferación de competentes rivales.

A pesar del salto generacional, la férrea disciplina estética de la marca del rombo evidencia el parentesco e impide cualquier confusión. El Captur contemporáneo recoge en su integridad el legado de su predecesor, pero también el de los Renault más recientes. Así que, una vez más, el efecto sorpresa se esfuma. Además, todas las innovaciones adoptadas en esta entrega ya se han mostrado en otros productos de la casa. Es el caso del diseño interior, con consola flotante y un tablero de mandos semejante al del Clio, que puede estar presidido por una gran pantalla táctil vertical.

Eso sí, el modelo se distingue por un peculiar semblante y por unos cuartos traseros originales. También se caracteriza por un leve aumento de talla y habitabilidad. La entrega actual mide 4,23 metros de largo, 11 centímetros más, ocupa 1,80 de ancho y alcanza 1,57 de alto. La distancia entre ejes (2,64 metros) gana un par de centímetros. El maletero ofrece un volumen máximo de 536 litros cuando la banqueta del asiento posterior está deslizada hasta delante todo lo posible (16 cm.), lo que sacrifica espacio para las piernas de sus inquilinos.

Esta remesa gana empaque gracias a una puesta en escena que ha mejorado a la vez que la calidad de los materiales y de su ensamblaje. Su menú contiene casi un centenar de combinaciones cromáticas, que propician la personalización jugando con dos tonos de pintura. Pero al margen de los criterios puramente estéticos puramente subjetivos, que junto a los económicos determinan la decisión de compra, el Captur parece un traje cortado a la medida de cualquier familia de clase y tamaño medios.

A la hospitalidad con la que acoge, acomoda y protege a sus usuarios, suma unas cualidades dinámicas impecables. Una vez en marcha, el modelo da siempre la talla. Ya sea entre calles o en carretera, responde con docilidad y muestra un gran tesón, que las variantes más poderosas transforman en fogosidad. Copia la carretera con precisión, aplomo y delicadeza, lo que permite a quien maneja el volante disfrutar de la conducción sin temor a martirizar a sus acompañantes.

El Captur brilla impulsado por el propulsor de gasolina más solvente (155 CV) y costoso, si bien el intermedio (130 CV) parece la opción razonable para la mayoría de la clientela por su armonía entre desembolso y rendimiento; el más asequible y sosegado (100 CV) hace gala de una tenacidad y de una austeridad encomiables al homologar consumos en torno a los seis litros, ligeramente inferiores a los de sus mayores. En esa faceta destacan por su aportación las dos frugales mecánicas diésel, la voluntariosa de 95 CV y la más alegre con 115 CV, cuyos registros oficiales de gasto no alcanzan los cinco litros de promedio.

Renault arropa el modelo con cuatro acabados (Life, Intens, Zen y Zen+), estableciendo una clara jerarquía de dotaciones y precios. Las dos primeras terminaciones escatiman ciertos recursos para ajustar cuentas, por lo que resultan un poco espartanas en comparación con las superiores, para las que el fabricante espera una mayor demanda. De hecho, esas definiciones altas tienen a su alcance, de manera opcional o como parte del equipamiento de serie, recursos de primer nivel. Entre ellos figuran avanzadas ayudas electrónicas que acercan a la conducción autónoma (sistemas de detección de obstáculos provistos de frenado autónomo, de conectividad, de control de trayectoria, de estacionamiento, etc.).

Renault asigna al Captur una tarifa que comienza en 16.632 euros, importe de la versión básica Life TCe de 100 CV (sin contabilizar la rebaja adicional por financiación), y culmina en los 25.562 que reclama la esmerada variante Zen+ TCe de 155 CV. Un Captur con acabado medio-alto Zen sale por 23.234 euros si lleva motor diésel de 115 CV y cuesta 21.620 si instala el de gasolina con 130 CV.