No existe ninguna normativa que obligue a pintar los aviones de un color determinado, la realidad es que la mayoría son blancos. Aunque pueda parecer casualidad, lo cierto es que hay varios motivos.

Las decisiones que se toman en la industria aeronáutica persiguen la optimización de dos aspectos fundamentales: maximizar la seguridad y minimizar el coste. El color del que se pintan los aviones no es una excepción a esta regla.

Las superficies pintadas de color blanco van a ser aquellas que menos se calienten. Parte de la energía del avión va destinada a mantener agradable la temperatura en cabina. Así, pintar de blanco los aviones supone un ahorro de combustible pues se destina menos energía para enfriar el interior del avión.

Esta propiedad también explica por qué las paredes de las casas de regiones cálidas se suelen pintar de colores claros, encontrándonos paisajes tan pintorescos como los pueblos blancos típicos de Andalucía.

El color blanco facilita la realización de la inspección visual que se hace entre cada vuelo y con ello reducir el tiempo de esta.

Además, existen varios estudios que aseguran que las aves distinguen con mayor facilidad los aviones blancos, por lo que se reducirían las posibilidades de producirse impactos con estas durante el despegue y el aterrizaje.

Las operaciones de compra-venta de los aviones son muy comunes. Cuando una aerolínea compra un avión, el coste de pintar con los colores corporativos si es blanco será más reducido que si está pintado de colores llamativos. El avión de color blanco se vende a mayor precio que otro pintado de un color diferente.

La importancia de reforzar la imagen de marca hace que los aviones de color blanco sean difíciles de identificar la aerolínea a la que pertenecen. Es por ello que cada vez son más las compañías que rompen con la monotonía cromática. Por ejemplo la aerolínea holandesa KLM cuyos aviones son de color azul celeste o Air New Zealand que emplea el color negro.

En otras ocasiones, las aerolíneas van un paso más allá, como el caso de la japonesa All Nippon Airways, que decidió pintar tres aviones del modelo A380 en forma de tortuga marina hawaiana, como homenaje a este país norteamericano, con el motivo de la apertura de la ruta que lo une con Tokio.