HACE cuatro meses ni se lo podían imaginar, lo veían imposible. Sin embargo, el tesón, la seriedad, profesionalidad y la valentía de seis mujeres creadoras han hecho posible que un sueño se convierta en realidad. Elena Murillo y Rosalía Fernández (Palopalú), Eva Esteban y Aida Sánchez (Lágrimas de cocodrilo), Olaia Fernández (Kiribiltxo) y Susana Santos (S de Su) se han unido para abrir Lotune Bilbao en la calle Carnicería del Casco Viejo, un negocio con el que dan visibilidad a sus creaciones. “Solas no podíamos haberlo conseguido. La unión hace la fuerza y en nuestro caso nos ha hecho fuertes”, dicen las creadoras.

Hace dos meses que abrieron la tienda física. La idea surgió por casualidad a raíz de participar en un pop up en la calle Jardines: “Nos gustó la zona, el cliente... y un día decidimos irnos a pasear para buscar algo donde quedarnos. Al final encontramos un local pequeño que nos gustó en la calle Carnicería” comentan. A partir de ahí comenzaron a madurar la idea; hicieron cuentas y se pusieron manos a la obra en la organización y el acondicionamiento del local. El mobiliario de madera, la iluminación, la decoración todo está realizado por las propias creadoras. “Hay que saber hacer de todo. La tienda ha quedado muy chula. Estamos muy orgullosas por que todo lo que hay está fabricado con nuestras manos, hasta el probador móvil está diseñado por nosotras”.

Todos los meses se reúnen para distribuir los turnos y atender la tienda. Es más trabajo, pero todas coinciden al asegurar que es la mejor aventura en la que se han metido. “Es muy importante la conciliación familiar. Nos entendemos muy bien y nos cambiamos los turnos cuando le hace falta a la otra”. Ellas rompen con ese mito que apunta a que las mujeres no pueden compartir proyectos dejando de lado la competitividad: “Somos un equipo y tenemos que ser serias”, lanzan. Y prosiguen: “Somos capaces de vender producto de nuestras compañeras sin ningún problema. Aprendemos unas de las otras y nos complementamos”, dicen. Para Susana este sueño hecho realidad era su última oportunidad: “Después de cinco años trabajando duro si esto no funcionaba, lo dejaba”, se sincera. El trato directo con los clientes enriquecen este proyecto que tiene mucho de alma. Bibiana, de Las Palma, visitó Bilbao con motivo de su boda la semana pasada. Una búsqueda en Internet con la palabra tiendas guays en Bilbao le llevó hasta Lotune. “Me llevaría media tienda. Me ha encantado todo”, concluyó.