ESTÁN acostumbrados a que la policía, los conserjes de locales o incluso los propios vecinos les echen de aquellos espacios a la intemperie en los que suelen quedar para ensayar las piezas que interpretarán en las procesiones de Semana Santa. Sin embargo, no se resignan, necesitan coordinar los sonidos de los 13 clarines, 13 tambores y varios bombos. Los integrantes de la banda de música de la Cofradía de la Madre de Dios de las Escuelas Pías -popularmente conocida como Escolapios- tienen asumido que el “ruido” que generan puede llegar a molestar, pero “tenemos que ensayar y seguiremos quedando para hacerlo. Somos unos profesionales”, dice el director de la banda, Ramón Mandiola.

En su larga trayectoria les han echado de diferentes espacios. Del colegio público Elejabarri “porque se quejaron mucho los vecinos, así como la asociación de padres y alumnos”; también estuvieron tocando en el colegio Félix Serrano, pero según relata Ramón, los vecinos también se quejaron y la Policía nos dijo que no podíamos estar allí. “Nos echaron otra vez”, concreta. Pero no hay nada que les impida seguir conservando una tradición. Consideran que siempre habrá en Bilbao algún sitio para ellos. “La calle es el mejor espacio de ensayo. Las procesiones son en la vía pública y el sonido es más real”.

En los ensayos sin capirote, ni hábitos esta cofradía que cumple 75 años, cuenta este año con otros espacios en los que esperan que quienes les “sufren se apiaden” de ellos. “Los ensayos duran dos meses y medio”, puntualizan. Los lunes, ensayan en el colegio Jesuitas; los miércoles, en un gimnasio; el viernes, en el salón de actos de El Carmen, y los domingos, al lado de la universidad de Ingenieros. “La zona de Ingenieros nos gusta mucho porque podemos caminar mientras tocamos. Cada vez que vemos a una patrulla de la Policía les digo a los de la banda: Ensayad rápido que nos llevan a la cárcel”, cuenta Mandiola, uno de los veteranos.

Son verdaderos ingenieros de Semana Santa a los que pocas cosas les achica. De hecho, cuando llueve mucho tampoco suspenden los ensayos y para protegerse se resguardan en una cubierta que hay en San Mamés, pero el conserje de la universidad les ha invitado a marcharse porque “suele haber clase hasta las nueve”. “El año pasado una profesora nos dijo que alumnos de Ingenieros estaban estudiando y que nos fuéramos. Era el último día de ensayo, aguantamos la bronca y nos fuimos”, concluye.