EL de Leire Urzaiz y Estefanía de Oliveira es un mundo de bisutería de altos vuelos. De Bilbao a Tokio, ellas han conseguido triunfar con una marca de accesorios divertida que aspira incluso a cambiar el estado de ánimo. Naty Abascal, María Fitz-James o Miranda Makaroff son algunas de las mujeres del club papiroga (sí, con minúsculas), una firma de complementos de gran formato y mayor impacto que no deja indiferente. “Es muy difícil acotar nuestro cliente porque va desde los 25 hasta los 65 años. Tenemos desde clientas que se ponen nuestros pendientes para el día de su boda hasta clientas que los usan en el trabajo. La misma pieza que lleva una chica para ir a currar, otra lo usa para casarse, porque nuestras creaciones tienen muchas vidas”, afirma la bilbaina Leire Urzaiz.

Maxipendientes y collares originales, coloristas y divertidos con un objetivo: aspirar a cambiar el ánimo de las mujeres y mejorar su día a día por dentro y por fuera. Urzaiz, que estudió Ingeniería en la Universidad de Deusto, reconoce que siempre le atrajo ese mundo. “A mí siempre me había gustado mucho la moda pero tenía una mentalidad de números. Además, me gustaba mucho el dibujo técnico y no sabía cómo plasmar esa creatividad. Así que después de terminar la carrera, estudié un máster en gestión de empresas de moda y eso ya me llevó a trabajar en empresas de Inditex o marcas italianas, donde me fui especializando en el mundo de los complementos”.

Con este bagaje, se unió a De Oliveira para crear la firma en 2011. “Conocí a Estefanía, que era mi compañera en el departamento de complementos de una gran empresa, y decidimos emprender porque compartíamos el trato cercano y humano con los proveedores, controlar todos los procesos y sobre todo, dotar de personalidad a las piezas”, destaca Leire Urzaiz, comprometida en poner su granito de arena para hacer un mundo más feliz.

Este dúo ha logrado, junto a su socio Daniel Como Cros, que el proyecto crezca como la espuma. De hecho, en Japón, sus pendientes y collares son todo un fenómeno y están presentes en las principales tiendas de Tokio. “Es que los nipones valoran mucho el arte, visten con formas muy estructuradas, y sobriedad de líneas, pero lo combinan con accesorios que dotan a esas prensas de personalidad. Por eso encajamos muy bien en el mercado nipón”. Además papiroga tiene presencia en una veintena de países del mundo, tienda física en su taller de Madrid y venta on line.

Todo ello gracias a una esmerada fabricación local. “Todas las piezas las hacemos en nuestro taller. Empezamos trabajando materiales diferentes; teníamos collares con lana, con cuentas de cristal, luego nos pasamos a la resina y el plexiglás lo descubrimos hace cuatro años. Es un material maravilloso y nos permite diseñar piezas muy voluminosas y muy locas porque es superligero. La sensación es que no llevas nada puesto porque es supercómodo y es que una de nuestras máximas es que las piezas sean fáciles de llevar”, destaca Leire, subrayando la singularidad de unos ornamentos que en cada persona dicen una cosa distinta.

Sus pendientes y collares destacan por el color, la comodidad y las formas, que encuentran la inspiración en historias que surgen de un recuerdo, un viaje o un libro. “No seguimos tendencias. En cada colección elegimos un tema que nos inspire y es muy importante que cada pieza tenga un motivo para ser y estar”.