ARITZ, mi hijo de 8 años, fue el embrión de este ilusionante proyecto”, cuenta Ibon Usanzadizaga, reconvertido en un maizu de los tiempos modernos. Rodeado de coloridos materiales y variados juguetes, Ibon recuerda cómo hace dos años, una veintena de amas y aitas adoptaron el compromiso de crear un centro extraescolar para abordar los procesos de aprendizaje a través de los sentidos. Una academia que complementa y apoya a la educación convencional pero que se basa en pedagogías alternativas, fundamentalmente el método Montessori, “aunque también bebemos de otras fuentes y otras metodologías”. Y sobre todo que aporta un aprendizaje volcado en el euskera. “Fundamentalmente, aplicamos Montessori en euskera. Recuperamos un método con más de un siglo de trayectoria. Pero también nos formamos para innovar y ofrecer todo esto en euskera”, explica Usandizaga, que un día decidió aparcar su trabajo como responsable financiero de una empresa para volcarse por completo en la pedagogía. “El objetivo es que los txikis aprendan de otra manera. Nos basamos en aquello que decía Aristóteles de que nada hay en la mente que no haya pasado antes por los sentidos. Y todo lo hacemos a través de experiencias, de los sentidos y de la manipulación”, dice, a modo de declaración de intenciones.

Asi nació el centro Altermetodo que parte de un curioso análisis. “Las familias reflexionamos acerca de cómo el mundo está sometido a constantes cambios y que nuestros hijos e hijas deben reforzar ciertos aspectos porque van a tener que ser más renacentistas, deberán ser más capaces de trabajar en equipo, ser creativos, colaborar, negociar, tener capacidad de expresarse, y ser proactivos y perseverantes. Y desde nuestro humilde punto de vista, la escuela tradicional no puede llegar a todo esto como debiera”, aseguran.

Repletos de motivación, Usandizaga trabaja junto con Sarai de la Rosa, maestra de Infantil con 18 años de experiencia, y la andereño Idoia Elgarresta. Y además implementan sus métodos con materiales diferenciados y juguetes específicos, de esos que no salen en la televisión. “Partimos de la idea que los niños y las niñas tienen, por naturaleza, necesidad de aprender. Y tratamos de mantener viva la llama de su curiosidad e ir alimentándola para que no se les apague”, explica, actuando de catalizador de ese aprendizaje.

En un sistema sin asignaturas, sin libros de texto y sin exámenes, atender la diversidad y las necesidades de cada niño y niña es el leitmotiv de un centro al que acude todo tipo de alumnos. “Los niños que vienen están entre los dos y los doce años, es decir, Infantil y Primaria. A esa edad absorben muy bien todo lo que ven en su entorno. Prestamos especial atención a en qué periodo sensible se encuentran, es decir, qué es lo que les llama la atención, qué despierta su interés en su entorno y vamos ofreciéndoles herramientas para que adquieran diferentes conocimientos. Nuestra base siempre coincide con el curriculum educativo pero luego ampliamos más el acceso a los conocimientos”.

En un aprendizaje a la carta, “tenemos niños que vienen un día a la semana, otros dos, otros tres, depende de las necesidades educativas que detectemos tanto las familias como nosotros. Trabajamos siempre de la mano de los aitas y amas y de su centro escolar y solemos contactar con el tutor o tutora”.

Ellos lo tienen claro. “Cada niño es un mundo. Vienen algunos muy brillantes académicamente y otros con necesidades especiales y a través de este método, de tener experiencias, manipular, tocar, y a través de los sentidos, en definitiva, es más sencillo que ciertos conocimientos dejen huella en sus mentes”.