UE la suya una vida reconocible en el viejo Bilbao, con un aire de Don Quijote por su larga perilla y el hábito de desplazarse por la villa en bicicleta, como si fuese su Rocinante. No en vano fue pionero del velocipedismo en el botxo junto a un grupo de amigos, quienes manejaron los primeros triciclos o bicicletas que pasearon por el Campo Volantín demostrando su destreza, con aquellos extraños atuendos deportivos comprados en Inglaterra, la gorra de tweed y los pantalones breeches. Estos primeros sportmans pertenecían a la emergente burguesía de Bilbao. También eran socios del Choritoki y luego del Kurding Club, lugares de ocio y entretenimiento, donde según decía Indalecio Prieto se rendía culto al buen comer y al buen beber. De ahí parece ser que viene el dicho popular en Bilbao de coger una kurda.

¿De quién les hablo? De Luis Briñas Mac Mahon, que fue auxiliar de la Tercera Compañía de Bilbao al mando del capitán Mariano Montiano durante el último sitio de Bilbao al igual que muchos de sus amigos. Se supo también que con los años se le despertó una verdadera pasión por la floricultura y en especial las rosas, algunas de las cuales merecieron premios en competiciones internacionales.

Más allá de las anécdotas, digamos que Luis Briñas y Mac-Mahon nació en Bilbao en 1849. Fue durante cuarenta y dos años (1880-1922) hermano vocal de la Junta de Caridad de la Santa Casa de la Misericordia, en la cual a partir de 1909 ocupó el cargo de vicepresidente. En 1926 hizo una donación de un millón de pesetas al asilo. El 3 de diciembre de 1928 el Ayuntamiento de Bilbao aceptó "el espléndido donativo de dos millones de pesetas a favor de la Excma. Diputación Provincial de Vizcaya y Excmo. Ayuntamiento de esta Villa por mitades e iguales partes".

En 1927 el generoso Luis cedió unos terrenos en monte Avril junto a la ermita de los Santos Justo y Pastor para levantar la Enfermería Victoria Eugenia, que más tarde se convertiría en el Sanatorio de Santa Marina, uno de cuyos pabellones actualmente lleva su nombre. La construcción de éste la costeó él, y además contribuyó con dos millones para el sostenimiento de la institución. Por este motivo Alfonso XIII le concedió la Gran Cruz de la Beneficencia y el Ayuntamiento le nombró Hijo predilecto de la Villa.

Tales fueron sus cesiones que el 8 de abril de 1929 el Ayuntamiento aprueba crear la Medalla de Oro de la Villa de Bilbao y adjudicarle la primera de ellas por sus constantes actos de generoso desprendimiento. No cesaba el goteo de sus bolsillos. En 1930 donó otro millón de pesetas y los solares de la calle Tívoli, Castaños, Epalza y Huertas de la Villa y en enero de 1936, el Ayuntamiento con motivo de la donación de 150.000 pesetas para la atención del Santo Hospital Civil, procedió a nombrarle vocal honorario de la junta del mismo. Se diría de él que no perdió jamás esa vocación donante, aunque mantuvo otras rarezas como la que practicaba en su chalet de Begoña, muy próximo al convento del Refugio. Luis Briñas tenía allí instalado un trampolín para aprender a saltar y un colchón de lana para las caídas. Era el gran amo un consumado gimnasta y enseñaba a sus amigos a dar el doble y el triple salto mortal.

Sin pedir para sí jamás reconocimiento alguno, el 18 de abril de 1938, Luis falleció. Dos días después, en la basílica de Santiago se celebraron sus exequias y un gentío acudía a las honras para despedir a un pedazo vivo de la historia de Bilbao. El Grupo Escolar Luis Briñas se construyó sobre terrenos por él cedidos. Un monumento a su memoria, realizado por Higinio Basterra, sobrevive hoy instalado en los jardines de la Santa Casa de Misericordia.

Sus donaciones hicieron fama, al igual que el hecho de ser ciclista pionero en la villa, sus rosas y el doble salto mortal

Dos distinciones le honran: hijo Adoptivo de la Villa de Bilbao y la Gran Cruz de Beneficencia que le concedió Alfonso XIII