reuniones virtualesEl código de comunicación ha cambiado

La explicación a este problema tiene su origen en cómo nos vemos a nosotros ante los demás y cómo se recrea ese espacio virtual. Es normal que por defecto estemos mirando a la cámara en lugar de a los participantes. Y es normal que, por ejemplo, cuando tenemos clase, nos resulte realmente tedioso comprobar la atención de todos los asistentes (muchos y muchas, incluso, con la cámara apagada). Nuestro cerebro dedica importantes recursos a hacer ese sondeo, ya sea en una clase o en una reunión de varias personas (especialmente cuando estamos hablando).

Hace unos días, Microsoft lanzaba una herramienta que llamó mi atención. La opción Together Mode (modo Juntos) para la herramienta de videoconferencia Microsoft Teams permite recrear un espacio físico en uno virtual. Primero crea un avatar virtual de cada persona recortando su fondo. Dicho avatar lo sitúa en un espacio virtual diseñado específicamente; por ejemplo un auditorio elevado, un aula con sillas o una simple cafetería. Se trata de espacios que nuestro cerebro asocia a compartir una conversación con varios (el sistema ahora mismo permite hasta 49 participantes). Esto, automáticamente, crea menos fatiga de inspección. El modelo mental facilita la asociación.

la tradicional fatiga

Esta imagen espejo permite por tanto señalar y mirar a otros participantes con naturalidad. Jaron Lanier, padre de la realidad virtual y que forma parte del equipo de I+D+i de Microsoft, ha señalado estos días que han conseguido demostrar cómo la gente está más atenta con este sistema frente a la la tradicional retícula de vídeos. Es más, no solo la atención ha subido, sino que además se fomenta la participación. La tradicional fatiga de nuestro cerebro por no saber encontrarse en una reunión grupal, queda reducida por un sistema que espeja en nuestro cerebro un auditorio. Saber la posición de cada participante, y encontrarla de manera fija -como nos ocurre en una reunión o en un aula-, facilita la interacción y automatiza mecanismos de inspección visual. Esto, evidentemente, reduce la carga cognitiva para nuestro cerebro. Redundando así en un mayor confort que hace al menos más fácil la comunicación y la celebración de ese espacio de encuentro.

Para dar clase o para reuniones se trata de un sistema que creo nos va a ayudar. Es una buena forma de que un profesor o participante compruebe cómo la audiencia está atendiendo. La alternativa es la que hemos conocido en esta época de confinamiento: escanear de arriba abajo y de derecha a izquierda muchos vídeos. Esto no solo distrae, sino que además, nos cansa. Este auditorio o aula digital es bastante más natural.

No son los únicos cambios que creo relajarán a nuestro cerebro. Por un lado, también son sistemas que desacoplan el espacio físico del virtual. Esto, nos permitiría asistir a reuniones desde casa sin tener la sensación de que alguien se ha colado en nuestro hogar. Y, por otro lado, ver un aula o sala, en lugar de nuestra propia cara, entiendo reducirá la ansiedad de no poder relajarnos nunca.

El “cómo me verán” es un efecto que en espacios presenciales (como dar una clase) no solemos pensar. No nos vemos, dejamos de ser conscientes de nosotros mismos. Solo vemos a todos los demás.

¿Conseguirá este sistema que nos volvamos a sentir así sin tener que mirar la cámara?

El código de comunicación ha cambiado, los ritmos son otros y los fallos de la conexión y de red nos frustran. ¿Por qué nos fatiga tanto no ser capaces de sentirnos como en una reunión presencial?