Travesti, cantante, actriz, activista LGTB y defensora del arte creado en los márgenes, Samantha Hudson asegura que no tiene “ningún propósito real” de escandalizar, excepto quizás en el videoclip de su tema Por España, del disco que publicó ayer y en el que, vestida de folclórica, dispara a un avatar de Franco a la cabeza. “Hay que aspirar alto, pero después de eso ya no sé qué más hacer”, dice sobre ese ejercicio de “transgresión”, “exigencias del audiovisual”, en el que “juega” con “el imaginario patrio” mientras canta un tema que orbita desde el pasodoble y los aires rocíeros al “techno” esquizoide de la “ruta del bakalao”.

Es la muestra más extrema del conglomerado musical y estético que es su álbum Liquidación total, del perreo a la balada. “No se me puede encasillar en un género sexual ni musical”, remarca esta artista que igual responde como Samantha Hudson que como Iván González (León, 1999). Su fama comienza desde el más absoluto anonimato en Palma de Mallorca, donde se crió. Su canción Maricón, un trabajo de instituto, se convirtió en un éxito viral, recuperando el espíritu de Almodóvar y McNamara y la contracultura homosexual de los 80.

“El underground está siempre vigente porque lo habitan quienes están en los márgenes. Cuando eres persona disidente de género o de cualquier otra convención, te enfrentas a estos conflictos. Si haces música, cuentas tus anécdotas, que en el caso de los queers, suelen venir llenas de reivindicación por propia exigencia ya que tienes que plantearte hasta por qué existes. El hacerlo a ritmo de electroclash es porque es mucho más divertido”, rememora. Para Hudson, “la contracultura es lo más cultural que hay”, aunque ella esté pasando de ser una figura fuera del sistema a ser, cuando menos, “tolerada” (de ahí sus apariciones como concursante de MasterChef Celebrity).

No pensaba en sus inicios que el sueño fuese a durar tanto. “Las expectativas de futuro para la gente queer en el mundo artístico son escasas y precarias. Estoy muy agradecida con mi momento actual, que es un oasis”, dice tras compartir escenario con Paco Clavel, de quien heredó, entre otras cosas, el gusto por llevar “las bragas por fuera de los pantalones, las mezclas imposibles de estampados y ese barroquismo de bazar de todo a 100”.

En la recámara le aguardan un cameo en la película de Paco León Rainbowy el especial Una Navidad con Samantha Hudson (Atresplayer Premium), “una excusa para reunir a Arturo Valls con Yurena y Manuela Trasobares. También por consolidarme como la Mariah Carey de España”, apostilla.