Valeria Vegas es una periodista que un día se planteó hacer una entrevista a Cristina Ortiz, La Veneno. Los Javis convirtieron la historia en serie y presenta Ellas, un documental que podrá verse en Atresplayer Premium Ellasy que recorre la vida de cinco mujeres trans que pertenecen a distintas generaciones. Vegas habla en esta entrevista de cómo se aborda la transexualidad en la sociedad, en los medios, en las ficciones, en la vida.

¿Qué va a mostrar al espectador el documental ‘Ellas’?

—Mujeres muy distintas, con denominadores comunes y problemáticas diferentes. Pero al final te das cuenta que las mujeres trans somos plurales. Es como si se dijera que todas las periodistas fuéramos iguales, pues no; tampoco lo son todas las madres ni todas las cocineras. Ellas son historias de diversidad.

Son edades muy diferentes las que muestran ustedes en ‘Ellas’. ¿Retratos generacionales?

—No vamos a hablar cada una de nuestra generación. Pero es cierto que las perspectivas cambian mucho cuando lo cuenta una mujer de casi setenta años que cuando la que habla es una chica de veintiuno.

Imagino que la mujer de casi setenta años lo tuvo que tener muy mal en una época franquista y durante los primeros años del posfranquismo.

—Absolutamente de acuerdo y es necesario que lo reconozcamos porque si no sería muy ingrato para Myriam Amaya. Ella ha sido una mujer que estuvo desde el principio de las manifestaciones LGBT luchando por sus derechos, por su identidad. Lola, que es la mujer de veintiún años, lo reconoce y está muy agradecida hacia todas las que han abierto camino.

Es usted la conductora de este documental...

—No soy una presentadora al uso. Soy una de esas cinco mujeres del documental y la que va sacando los temas de los que vamos a hablar a lo largo de los 45 minutos que dura Ellas. Hablamos del amor, de la familia, del trabajo, de la sociedad…

¿Es tiempo suficiente 45 minutos? A lo mejor se queda corto.

—Todos sabemos cómo es la televisión. Tiene sus tiempos. Sí puede parecer corto, qué te voy a decir yo. Hemos grabado horas y horas, pero el juego de la tele es así. Estamos contentas de haberlo podido hacer.

¿En qué posición está ahora España respecto a las personas trans?

—Se ha avanzado. Pero hay que decir que se ha tardado mucho. Para llegar al punto que estamos hoy en día, generaciones anteriores han salido muy perjudicadas.

Al hablar de mujeres trans la imaginación se suele ir por lugares sórdidos, la caricatura, una parte del mundo del espectáculo…

—La televisión y el cine se convierten también en la gran pantalla de la vida. Cuando se empeñan en mostrar algo se convierte en un cliché. La mujer trans en la ficción ha sido un cliché.

¿Existe ese cliché?

—Por supuesto que existe ese modelo de mujer voluptuosa, chabacana. Hay que respetar a ese modelo de mujer trans, hay que cuidarla. Pero existen otro tipo de mujeres trans que mostrar, hay que romper con los estereotipos de mujer transexual.

No solo existen estereotipos para los modelos de mujer que salen en el documental ‘Ellas’.

—Claro. Una chica que está gorda está cansada de tener el cliché de graciosa. Lo que ocurre es que en España no se ha mostrado mucha variedad en la ficción.

¿Han cambiado los entornos más cercanos a ustedes? ¿Siguen siendo tan influyentes como antes?

—Han cambiado, pero aún falta mucho. Influyen mucho y es muy importante. Cuando te tropiezas, necesitas levantarte y que quien te dé la mano sea de tu entorno. En ocasiones, cuando la familia rechaza a una mujer, ella se forma su propia familia, tenemos muchas familias artificiales. Han cambiado muchas cosas, negarlo sería una ingratitud. España ha avanzado más socialmente que legislativamente.

Nos hemos quitado muchas capas de prejuicios y parecemos tolerantes. ¿Se plasma en la realidad o seguimos mirando ante determinados temas hacia otro lado?

—Se sigue mirando hacia otro lado, yo lo llamo transfobia transversal. Abarca todas las edades y clases sociales. No gusta que las personas vulnerables asomen la cabeza.

Si hablamos de mujeres trans referente, podríamos nombrar a Bibiana Fernández y a Cristina Ortiz, la Veneno, ambas muy diferentes. ¿Está de acuerdo?

—Son de diferentes épocas y con personalidades totalmente distintas. Yo nunca me centro en referentes de mujeres trans, puedo tener referentes de mujeres que no lo sean. ¿Por qué me voy a limitar a tener referentes solo trans? El mundo es mucho más amplio y diverso en personas. ¿Por qué quedarnos solo en un modelo? Aun así y respondiendo a tu pregunta, este país necesita más referentes trans.

Imagino que la entrevista que realizó a la Veneno para su libro tuvo que ser brutal.

—Y te quedas corta con la palabra brutal. En el fondo, fue mi primera entrevista como periodista. Me imagino que te pasaría igual con tus primeras entrevistas, luego se convierte en el pan de cada día. Además, ni siquiera era profesional, estaba todavía estudiando. Fue todo muy naif. Cristina me contaba cosas que me parecían como de película…

Nunca mejor dicho, porque su entrevista es un libro y una serie.

—Lo de la serie era inimaginable. Tú me das a mí tres opciones de lo que podía haber ocurrido con el libro y la última que hubiera elegido es la de la serie.

¿Qué sintió con el libro publicado?

—Un placer infinito. Este libro lo hice desde la admiración y lo autoedité desde la cabezonería. Cómo iba a imaginar que iba a acabar en serie, y en una serie tan bien hecha.

¿Se ha identificado en algún momento con las vivencias de Cristina Ortiz?

—En personalidad, en la reautoafirmación todo el tiempo, el decir: Conmigo no van a poder. También en la vulnerabilidad. Todas las mujeres trans venimos de ser vulnerables, de que nos insulten sin saber por qué lo hacen. Al final, descubrimos que somos trans, sabemos por qué nos insultan, sabemos que somos distintas y a eso le pones nombre. Todas nos identificamos con pensar en cómo lo cuentas y cuando lo cuentas en saber que lo ratificas. En todo ese proceso, solemos ser iguales todas.

Un proceso duro, supongo.

—Muy duro. Duro por lo que se siente y duro por lo que se produce a tu alrededor. Me sentí identificada con su vulnerabilidad, pero también con su fuerza.

Hemos visto ‘Veneno’, ¿qué podemos aprender de esta mujer? ¿Qué lección nos ha podido llegar a través de esta historia?

—La fuerza, las ganas de luchar, la necesidad de comprensión que necesitamos todos y todas, seamos mujeres trans o no.

¿Se imaginaba su libro tal y como lo hemos visto reflejado?

—Según avanzaba el proyecto sí. Me parece una serie magnífica, muy bien hecha y muy bien interpretada. El resultado es tan excelente que no tengo palabras.

Una serie muy dura.

—La vida de todos tiene luces y sombras, imagínate la de una mujer como Cristina Ortiz. No es una serie para dulcificar, es una serie que te enfrenta a una realidad, la que vivió ella. Sí, es dura, tan dura como la vida que tuvo. Aunque también hay que decir que tuvo sus momentos luminosos.

¿Usted se ha sentido marginada?

—Muchas veces. Pero te aclaro una cosa, creo que aunque no hubiera sido una mujer trans, me habría sentido un poco rara en esta sociedad. Soy rara en aspectos que no son muy convencionales o en formas de conceptos éticos e ideológicos. Me he sentido marginada, pero en pasado, hace mucho tiempo que ya no me siento así. Sería ingrato hacia mucha gente decir que ahora estoy marginada.

Vemos series americanas y vemos que participan mujeres trans, pero no es la transexualidad el tema protagonista. Sin embargo, no pasa lo mismo con las españolas.

—Porque en Estados Unidos están más avanzados en ese sentido. Nos están llegando series como Transparent, Orange new black y otras. Pero estas series americanas tienen menos de un lustro y es cierto que se está tomando mayor conciencia y también que hay más mujeres detrás de las cámaras. La sensibilidad es muy importante en estos casos. Confío en que pronto en España la mujer trans no tenga que hacer un papel trans o que su historia no se rija únicamente por la transexualidad. Hay una serie que lo explica muy bien, Euphoria, causó sensación el año pasado. Hay una chica trans jovencita, es una de las protagonistas, y la transexualidad es lo menos importante en su personaje.

¿Cree que alguna vez dejaremos de clasificar acciones y poner etiquetas? Me refiero a lo de salir del armario, trans, gay…

—Hace poco no se utilizaban estos términos. Salir del armario no se utiliza cuando estábamos empezando la democracia. Creo que el logro final será dentro de unos años cuando se caigan las etiquetas.

Es usted periodista, ¿cómo juzgaría el papel de los medios respecto a la transexualidad?

—A los medios les ha gustado mucho informar desde la desinformación. Siempre le han dado cobertura, lo consideraban algo interesante, suculento, distinto…

¿Quiere decir que la transexualidad tenía cobertura porque vendía bien?

—Los medios siempre han sido conscientes de su comercialidad. Una entrevista a una persona trans, sucesos, la primera que se casaba, la que era militar, la que era policía… Todo eso estaba cubierto.

¿Pero?

—El tratamiento nunca era en sentido positivo.

¿Transfobia?

—No. No creo que hubiera mala intención, pero sí que había cierta falta de empatía. La transfobia no ha desaparecido, pero quizá la sociedad es un poco más amable o tolerante con ciertos temas que antes se ocultaban. Las generaciones más jóvenes tienen mucha suerte respecto a las anteriores, pero aún queda mucho camino por recorrer.

¿Seguimos igual?

—Se ha avanzado. Pero siempre va a depender de la persona que haga una entrevista, de su empatía hacia el que tiene enfrente o de cómo trate una información. Pienso que se ha avanzado mucho, pero también es cierto que las mujeres trans hemos puesto mucho de nuestra parte al querer visualizar nuestras vidas.

“Ellas’ muestra modelos de mujeres trans de distintas edades, más que un retrato generacional”

“La entrevista a La Veneno partió desde la admiración y la autoedición del libro desde mi cabezonería”