Conocer a fondo las condiciones en las que se encuentra la casa es fundamental de cara a acometer una reforma, ya que este es uno de los factores que indicará con exactitud la envergadura y el precio de la obra. En este cometido habrá que atender a aspectos clave como son la antigüedad del inmueble, los materiales, el diseño y la reestructuración que se precise.

El estado inicial de la propiedad marcará en gran medida la inversión necesaria para reformar la vivienda. Esta variará de forma considerable en función de que se trate de una estructura antigua, más o menos vieja o moderna, o que se encuentre en ruinas.

Antigüedad

Los años que hayan transcurrido desde que se levantó la vivienda permitirán determinar con más éxito las modificaciones que se necesita llevar a cabo, consiguiendo así frenar el deterioro del inmueble. Es el caso, por ejemplo, de las canalizaciones de agua, gas o electricidad. De hecho, una vez decidida la reforma siempre suele ser interesante renovar estas estructuras internas, para evitar sorpresas desagradables después, del tipo de fugas de agua, por poner el caso, cuya reparación obligaría a volver a levantar el suelo, el alicatado de las paredes, etc.

Especial atención requieren las casas de alto valor arquitectónico, en cuyo caso, lo más recomendable es ponerse en manos de profesionales que sepan asesorar acerca del procedimiento más conveniente a seguir dependiendo del estado de la estructura. De este modo nos aseguraremos de que la propiedad no pierde valor, un aspecto crucial para una posible venta posterior de la casa.

Con todo, una reforma de rehabilitación en una casa antigua es una de las mayores reformas a las que nos podemos enfrentar, ya que la antigüedad de la vivienda influirá en las obras de rehabilitación. Así pues, es importante conocer muy bien la obra estructuralmente, cambiar los elementos que sustentan la vivienda si fuera necesario, tener en cuenta los elementos de aislamiento y las fuentes de energía, y el estado general del interior de la casa.

Visto lo anterior queda claro que la mayoría de los trabajos de rehabilitación en viviendas necesitan de un proyecto oficial, en el que se evalúe su estado y se establezcan las condiciones generales de reforma. De acuerdo con este proyecto se podrá ya calcular el precio de la obra de rehabilitación.

Calefacción y aislamiento

Tras la antigüedad, dos aspectos de relieve a los que atender son la calefacción y los sistemas de aislamiento. En ocasiones, el sistema de calefacción se puede aprovechar, aunque lo habitual es cambiarlo por un sistema térmico nuevo más eficiente. Por su parte, el aislamiento, tanto en paredes como en ventanas, también reviste gran importancia. En la mayoría de los casos, lo más acertado es cambiar la carpintería exterior adoptando aquellas ventanas que aíslen la vivienda tanto térmica como acústicamente.

Por último, será necesario conocer el estado general de la casa en su interior para establecer un presupuesto.

En definitiva, reformar una casa completa que necesita rehabilitación puede ser una tarea compleja, que las empresas especializadas en reformas harán más llevadera. De su mano, el resultado final compensará sin ninguna duda.

Trabajos más habituales

Por regla general, los trabajos más habituales que se van a desempeñar en una reforma de una vivienda son:

• Demolición, limpieza y transporte al vertedero.

• Reconstrucción de estructuras.

• Albañilería (suelos, techo, alicatado, etc).

• Revestimientos.

• Carpintería interior.

• Electricidad y eficiencia energética.

• Fontanería y calefacción.

• Muros exteriores.

• Restauración y pintura de techos y paredes.

• Mobiliario.

Materiales

Cuando alguien se decide a realizar una reforma, la elección de los materiales que se emplearán reviste gran importancia, puesto que ellos determinarán no solo el precio final de la obra sino el mantenimiento óptimo de la casa en el futuro. Como recomendación básica, para cada elemento conviene elegir los materiales según el presupuesto disponible.

Los suelos más utilizados son los cerámicos y los de madera o laminados. Los primeros tienen en el gres uno de sus más extendidos ejemplos. Es una clase de barro de gran resistencia y durabilidad, idóneo para solados. El gres rectificado tiene unos bordes muy logrados que hacen que el ensamblaje de cada pieza se lleve a cabo correctamente.

Por su parte, el uso de la piedra natural está menos extendido que los otros tipos de suelo por tener un coste más elevado. La calidad de este material establece un precio superior, dependiendo también del tipo de piedra y su disponibilidad.

En el caso de la madera, aparte de los conocidos materiales de tarima y parqué, de un precio más elevado, el suelo laminado es de madera con un revestimiento vinílico que evoca al acabado de una madera natural convencional. Según sus diferentes calidades y precios se escogerá un tipo u otro dependiendo de las necesidades que se tengan a la hora de reformar la casa. Teniendo muy presentes la durabilidad y detalles a la larga esenciales como la facilidad de limpieza y mantenimiento.

Alicatado: Dada su mayor fragilidad respecto al gres, los azulejos solo son aptos para paramentos verticales y son la opción ideal en caso de no contar con un presupuesto muy alto, siendo los esmaltados en blanco los de precios más bajos.

Puertas: Las puertas del interior de una vivienda suelen ser de madera. Dentro de este material, existen las chapadas o de madera maciza. En cuanto al acabado, se puede optar por puertas pintadas o lacadas en blanco, por ejemplo, muy de moda, o barnizadas y luciendo el tono de la madera de que estén hechas.

Respecto a su resistencia, en la actualidad las puertas suelen tener un buen nivel de acabado, aunque en el caso de las chapadas, al aparecer un desperfecto, suele ser más rentable cambiarlas por otras nuevas que repararlas, mientras que las de madera maciza pueden restaurarse sin ser demasiado costoso.

Ventanas: En vista del citado aislamiento térmico y acústico que proporcionan, la calidad en estos elementos resulta fundamental. Este aspecto depende del marco y del vidrio. Las más aislantes y, por tanto, más caras, son las de marcos con rotura de puente térmico en aluminio lacado o PVC o aquellas que incorporan un acristalamiento doble.

Pintura: En este aspecto destacan la pintura al temple, que es soluble en agua, y la pintura plástica con aceites, en acabados mate, semimate o satinado, de apariencia levemente brillante y “sedosa”. En este ámbito, actualmente predominan las texturas lisas frente al gotelé. En determinados espacios se puede recurrir también a técnicas de pintura como el marmoleado, que como su nombre indica, imita al mármol. Es propia de una decoración de lujo clásico, por lo que aporta un efecto original en ciertos espacios o paredes que se deseen destacar.