Toda la información que se guarda en los dispositivos es de gran valor para los ciberdelincuentes, "cuanto mejor nos conocen, mejor pueden personalizar los ataques y hacerlos más creíbles". Por tanto, lo primero que hay que hacer es proteger el acceso al dispositivo.
En el caso del móvil se debe empezar por instalar una contraseña (no una muy sencilla), un patrón de desbloqueo, y si la tecnología lo permite usar biometría (cara, huella, iris...). Tanto en móviles como en ordenadores la instalación de un antivirus o antimalware permitirá alertar al usuario de la existencia de algún programa malicioso.
Otras medidas para proteger el dispositivo es la instalación de las aplicaciones desde sitios oficiales, (Apple Store, Google...) o de la página oficial del desarrollador, evitando las descargas desde búsquedas, enlaces o correos electrónicos que pueden desviar a páginas falsas, así como mantener actualizados todos los programas y aplicaciones que se utilicen y, por último, separar lo profesional de lo personal y no utilizar los mismos dispositivos y muchos menos si se comparten con otros miembros de la familia.