El Tour de Francia que amanece desde Bilbao, que enfoca e ilumina Euskal Herria con tres etapas, comenzó hace más de un siglo. La conexión entre la Grande Boucle y la capital vizcaina la promovió, sin saberlo, Vicente Blanco, el Cojo, el primer ciclista de Bizkaia en aventurarse a la odisea del Tour. Antes que él, los ciclistas de Iparralde Louis Lekuona, 1904, Raymond Etcheberry o Françoise Lafourcade conocieron el Tour. 

El Cojo apenas pudo pedalearlo. Llegó exhausto a París. Corría el año 1910. Imaginó que podría competir en la carrera más grande del mundo después de haber mostrado su arte en las carreras de su tierra. Al fin y al cabo solo se trataba de dar pedales y estaba acostumbrado a ello. “Yo voy a todas las carreras en bicicleta, lo mismo a Gijón que a Barcelona o a Valencia -decía-. Y a París mucho mejor, porque las carreteras francesas están mucho más cuidadas”, recoge Ander Izagirre en Plomo en los bolsillos. Blanco alcanzó París en bicicleta más de 1.00 kilómetros después. Faltaban dos días para que el Tour se pusiera en marcha. El ciclista de Larrabetzu, que sufrió dos accidentes laborales y de ahí que padeciera la cojera que le puso nombre, apareció en París sin saber muy bien dónde estaba. Llegó con una fatiga extrema y un agujero en el estómago

Tomó la bici que ponía a disposición la organización y luego se dirigió a recoger el dorsal al diario L’Auto, promotor del Tour. Le tocó el 155. Le esperaba la aventura más grande. El 3 de julio era el día. Se presentó en la salida. La etapa inaugural unía París con Roubaix. Nada se supo de el Cojo. No aparece en ninguna clasificación. Sólo que se inscribió. De regreso, el Cojo dijo que finalizó la etapa, pero que lo hizo fuera de control. En su retorno fue agasajado con un gran banquete. Su mejor victoria. No dejó ni las raspas. Su aventura en el Tour fue efímera, pero le dio cuerda al Tour.