EL champán del Tour, la bebida de la gloria, refrescó el gaznate de Jonas Vingegaard. El danés lucirá el dorsal número 1 en la Grand Départ de Bilbao el 1 de julio de 2023. La burbuja, la espuma y color dorado que riega a los campeones, corre desde París a Bilbao, que dará la salida al Tour el próximo año. El testigo que une el ocaso del Tour y su amanecer un año después, lo recogió Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao. De los Campos Elíseos a la capital vizcaina. Resta menos de un año para que la carrera más prestigiosa del planeta ice la bandera amarilla en la capital vizcaina con una etapa con salida y meta en Bilbao. Después, ese hilo amarillo coserá Euskadi. Unirá Vitoria-Gasteiz con Donostia y Amorebieta con la entrada a Francia. La cuenta atrás para el gran día, el 1 de julio del próximo año, ha comenzado. Alcanzar El Dorado ha sido un viaje de varios años.

Las conversaciones entre las instituciones vizcainas para atraer el Tour a Euskadi en 2023 arrancaron en 2016. El feliz reencuentro entre las instituciones vascas y el Tour ha necesitado una paciente elaboración para convencer a los rectores de carrera francesa del regreso a Euskadi como punto de partida tras la experiencia de Donostia en 1992. Desde entonces, el sueño siempre fue que el Tour volviera. La llegada del Tour a tierras vascas es una conquista que comenzó con un encuentro informal pero repleto de intención alrededor de un café. Ahí se empezó a tejer la historia de amor. En 2016, Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao, y Unai Rementeria, diputado general de Bizkaia, se reunieron con Christian Prudhomme, director del Tour. Javier Guillén, director de la Vuelta, encoló la reunión. Hubo sintonía. Pasión por el ciclismo, amor por el Tour.

Desde entonces, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de la villa pedalearon de la mano. A relevos. La etapa de la Vuelta de 2018 que unió Getxo con Oiz en una jornada apoteósica sirvió de tarjeta de presentación para el Tour. Prudhomme supo entonces de la capacidad de organización y, sobre todo, de la pasión del pueblo vasco por el ciclismo. Esas gargantas llamaban al Tour a voces. Aquellos gritos eran conocidos para Prudhomme, periodista antes que director de la carrera. “El público vasco es espléndido. Vi la victoria en Luz Ardiden de Laiseka. Ese fervor de la afición vasca es único”, aseguró Prudhomme en la presentación de la Grand Départ. Esa imagen se quedó grabada en la memoria de Prudhomme. El hilo conductor era cada vez más nítido.

Impulso del Gobierno vasco

A la mesa de atraer al Tour se sumó el Gobierno vasco. En octubre de 2019, un encuentro entre el lehendakari Iñigo Urkullu con el alcalde de Baiona, Jean-René Etchegaray, evidenció la buena senda para atraer el Tour a Euskadi. Etchegaray, sin quererlo, desveló el secreto. “Gracias a usted, la Grand Départ del Tour de Francia se celebrará aquí”. Aquí es Hegoalde, concretamente la capital vizcaina. Bilbao será el punto de ignición de la carrera francesa de 2023 el 1 de julio. Gasteiz se coserá a Donostia el segundo día de competición y Amorebieta será la salida de la tercera etapa, que desembocará en Baiona. Solo Donostia, en 1992, tuvo antes el privilegio de ser la Grand Départ, un evento, el Tour, cuyo radio de acción alcanza a 190 países y es capaz de acumular 3.500 millones de telespectadores. Únicamente los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, que se disputan cada cuatro años, tienen mayor poder de convocatoria El Tour posee una enorme capacidad de arrastre. Es un imán. Casi 12 millones de espectadores se desplazan para ver pasar al pelotón desde un arcén. El Tour es un gigante trashumante. Unas 5.000 personas acompañan a la carrera francesa entre equipos, organización, periodistas, caravana publicitaria y demás personal organizativo. “Son 5.000 personas las que mueve una Grand Départ. Solo desde la organización hacemos una reserva de 1.800 camas en la ciudad en la que estemos. Desde una semana antes de que comience la carrera la gente empieza a llegar. Son entre 5 y 7 noches para 3.000 o 4.000 personas”, expuso Prudhomme en una entrevista con este periódico. Semejante movilización genera un gran impacto económico. Se calcula que la Grand Départ tendrá un coste de 12 millones de euros para las instituciones vascas, sin embargo, el retorno económico es mucho más importante y se fija en seis euros por cada uno invertido. “Los estudios que han hecho sobre el retorno económico de las otras Grand Départ fluctúa. Bruselas ingresó 35 millones y Düsseldorf 63 millones . Se estima que la inyección a la economía local está entre los 30 y los 60 millones”, describió el director del Tour. Euskadi levanta los brazos de alegría tras completar una prodigiosa carrera. Ha llegado a la meta. Brinda por el Tour. El champán de del Tour corre hacia Bilbao.